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ECONOMÍA

El rio Cauca sin dolientes y convertido en relleno sanitario

martes, 19 de enero de 2016
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Desde hace dos meses no llueve en la zona y la quebrada Barranca, que surte de agua a La Felisa, se está secando. Un arroyo que cruzaba por un lado del puente sobre el Cauca desapareció, y otras más están a punto de hacerlo. Lo mismo está pasando en los otros 26 municipios de Caldas. Los habitantes de La Merced deben afrontar un racionamiento de agua de 22 horas diarias, mientras en el vecino municipio de Salamina lo hacen día de por medio. 

El panorama climático es devastador. Los potreros se están secando y por esta causa el ganado no tiene un lugar adecuado para pastar. Muchos ganaderos de la región se han visto en la obligación de vender las reses o darles vitaminas. 

Uno de los más afectados con esta sequía es el pescador Luis Ángel Moreno, quien no ha podido pescar una sardinata desde hace días. 

Usa como vara de pescar una botella plástica y una cuerda de Nylon, de carnada un trozo de cebo de vaca; las lombrices no se dejan ver. 

Este hombre, de 65 años y piel trigueña, no usa sombrero para protegerse del sol. El oficio se lo enseñó su papá a los cinco años, y no ha dejado de ejercerlo. 

Antes de comenzar la faena reza una oración y le pide Dios que le dé suerte para sacar un barbudo, y así poderle llevar la comida a su señora y a los tres hijos. “Completé varias semanas sin probar caldo de pescado, los pocos peces que hay los acaparan río arriba”. 

Tira el anzuelo al agua y se queda esperando media hora, luego lo vuelve a sacar. Lo desenreda y repite la operación. “Nada que quieren picar, voy a terminar pescando un resfriado”. 

El año pasado logró atrapar un Bocachico que pesó medio kilo. Ahí mismo salió a feriarlo a la carretera y lo vendió por cinco mil pesos a un amigo de un restaurante. Con ese dinero pudo comprar pan, arroz, sal y una panela. Esa noche los Moreno tuvieron qué cenar. “La comida está escasa y cada vez más cara. Hace unos años esta playa se llenaba de pescadores que sacaban camionados de bagre, bocachico y nicuro. Se tiraba la atarraya y salía llena, ahora no se cogen ni rabias. La mayoría de los que vivían de la pesca se dedicaron a la minería y a otros oficios”, contó. 

Mar de basuras 

Plástico, lata, vidrio, chatarra, desechos industriales y doméstico, basura y más basura flota sin control en las aguas del Cauca, que es considerado el segundo afluente más importante de Colombia. Cuando baja EL caudal todo se deposita en la orilla. 

Luis Ángel camina descalzo por entre piedras, vidrios y otros objetos. Ya se acostumbró a que las piedras le tallen y sus pies fueron desarrollando con el tiempo una coraza más fuerte que la suela de los zapatos. 

Algo que lo pone triste es ver cómo sus vecinos arrojan sin control toda clase de objetos a la quebrada Barranca, que surte de agua limpia. En el cauce de este afluente se pueden encontrar desde cajas de cartón, animales muertos, y chatarra, hasta un closet entero. 

Estudió hasta quinto de primaria y aprendió algunas cosas sobre el cuidado del ecosistema, como el reciclaje y la conservación de los recursos hídricos. “Cuando encuentro una botella tirada la recojo y la deposito en la caneca de la basura. El clima está cambiando mucho, y la tierra se está convirtiendo en un peladero. Todo esto es nuestra culpa”, sostuvo. 

En La Felisa soplan ráfagas de fuego que pegan sobre los cuerpos semidesnudos de los trabajadores. Antes, por este cañón bajaba una brisa suave y fresca. El calor que está haciendo lo comparan los lugareños con las temperaturas de la Costa Atlántica. En un día normal el termómetro está marcando hasta 35 grados en la sombra, cuando lo normal es 25. 

La gente prefiere refrescarse debajo de un árbol que hacerlo en sus casas. El bochorno más fuerte se presenta entre las 10:00 a.m. y las 3:00 p.m.; al medio día se presenta el pico más alto. Un vendedor sale de una tienda gritando, lleve el agua fría, los helados, los bolis y paletas frescas; un turista sudoroso se acerca y le compra una paleta, lo mismo hacen unos pasajeros de un bus. 

Al comandante del Cuerpo de Bomberos de La Merced, Carlos Alfonso Quintero, lo está desvelando el bajón en el caudal del Cauca. “En partes profundas ha disminuido hasta ocho metros. Ya se pueden ver las piedras del fondo y se formaron playones de arena. Nosotros mismos estamos provocando esta tragedia ambiental. Vamos a acabar con el planeta si no cambiamos los hábitos”, sostuvo. 

Playones 

Unos gallinazos vigilan la entrada al sector de La Arenera que queda en la margen izquierda del río Cauca, a tres minutos del caserío. Allí 160 personas entre niños y mujeres se dedican a arañar con picas y palas las entrañas del río Maibá, buscando arena, gravilla, y piedra, y otros materiales de río. 

Alba Diana Blandón trabaja junto con su familia en una de las piscinas artificiales de donde se extrae la arena gruesa de la fina, los otros compañeros están cargando una volqueta con gravilla. En un día normal se pueden ganar $50 mil, cada uno. “Estamos aprovechando la temporada caliente para apilar toda la arena que más se pueda, porque cuando llueva todo el material va a parar al Cauca”. 

El arenero Jairo Marín le atribuyó la causa del calentamiento global a las fábricas. “No hay políticas ambientales adecuadas y las que existen son muy blandas. A veces la empresa de las basuras no pasa a tiempo, y la gente se ve obligada a tirar sus desechos al río. Estamos a tiempo de buscar una solución y reversar la catástrofe que se viene. Nos prohibieron tumbar los árboles y hacer quemas, pero la gente no hace caso a estas advertencias. Debemos repoblar los nacimientos y estar pendientes del cuidado del agua si queremos salvar el planeta”. 

Las cunetas de la carretera entre Manizales y Medellín se ven tapizadas de empaques plásticos, y de botellas que tiran los transeúntes. Por ejemplo, una señora que iba en un bus cogió el pañal desechable de su hijo, sacó la mano por la ventanilla y lo tiró al Cauca. Una de sus compañeras le dijo que eso no se hacía, ella no le respondió y siguió como si nada. 

Acciones 

En el corregimiento de Arauca (Palestina), le vienen caminando desde el año pasado al repoblamiento del río Cauca. Pretenden sembrar cuatrocientos 70.000 alevinos de bocachico, sardinata y bagre rayado. 

El proyecto piscícola hace parte de un pacto de cumplimiento acordado entre la Chec y los pescadores de la región, a raíz de la mortandad de peces que se registró hace cuatro años, cuando se abrieron las compuertas de los embalses La Esmeralda y Balsora. 

Por medio de un convenio entre la Alcaldía de La Merced y Coorpocaldas se implementó en la Institución Educativa La Felisa, un vivero tecnificado con 3 mil plántulas de árboles que servirán más adelante para la reforestación de la quebrada Barrancas. Los estudiantes y los profesores vienen adelantando campañas encaminadas a la recuperación de las orillas del río Cauca, la descontaminación por desechos y residuos sólidos, y el cuidado de las líneas amarillas. 

Sin dolientes 

A cinco minutos de La Felisa desemboca el río Marmato. Sus aguas son de color gris intenso y no albergan vida, esto debido a la cantidad de Cianuro y Mercurio que se utiliza en el procesamiento del oro. Los mineros no cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales, por lo que arrojan los residuos directamente al afluente. Lo mismo sucede en las quebradas Chaurquía y Arquía, de Marmato. 

A lo largo del río Cauca, entre Manizales y La Pintada (Antioquia) hay varias decenas de cúbicos abiertos donde se extrae el oro de manera artesanal. No usa químicos, pero sí construyen túneles subterráneos que atraviesan el río, y lo desestabilizan. El Gobierno ha implementado políticas mineras que van desde el decomiso de los herramientas, hasta el cierre de los cúbicos, y el arresto de los trabajadores. Esta advertencia no sirve de nada, ya que de por medio hay cientos de familias aguantando hambre . 

El río Cauca no tiene dolientes. En los 180 municipios por lo que atraviesa se viene hablando desde hace varios años de la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, apoyos de conservación a las cuencas, saneamiento de zonas de riesgo, la conformación de corporaciones para el cuidado de las aguas y el restablecimiento de la navegabilidad; pero no se hace nada concreto. 

El 44 % de la población colombiana vive en sus orillas, y la mayoría dependen de su economía. En Caldas riega las tierras de Palestina, Filadelfia, La Merced y Marmato. 

Hubo una época en el que el río fue navegable y el agua era cristalina. Eso es tiempo pasado. El Cauca se convirtió en la cloaca de medio país. Sus aguas cambian de color como un camaleón y pasan de verde, a amarillo, negro, o rojo, en segundos. 

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