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Uno de cada cinco ciudadanos japoneses mayores de 65 años vivía en la pobreza, en comparación con el promedio de la Ocde de 14,2%
Los japoneses viven más tiempo, pero con un sistema de pensiones en crisis y la inflación más alta en décadas, cada vez más personas retrasan su jubilación hasta los 70 años o más para poder llegar a fin de mes.
Michie Hino es una de ellas. Trabaja en un asilo de ancianos al este de Tokio, donde pasa ocho horas al día limpiando las instalaciones y lavando la ropa, a pesar de que ella misma tiene 77 años. Forma parte de la fuerza laboral que apoya a las filas cada vez más numerosas de ancianos y enfermos de Japón.
Su pensión mensual es de apenas ¥40.000 (US$272), cifra que no le alcanza ni para cubrir sus gastos. Gana ¥160.000 (US$1.121) en su trabajo que le ayudan a pagar sus necesidades básicas y le permiten ahorrar un poco.
Japón tiene una de las esperanzas de vida más largas del mundo: los hombres viven una media de 81 años y las mujeres, 87. Esta longevidad pone a prueba el sistema de pensiones del país, lo que lo convierte en un caso de estudio para otros países desarrollados con tendencias demográficas similares.
El tema será probablemente central en las elecciones del partido gobernante de Japón de este mes, en las que los candidatos intentarán abordar cómo el aumento del coste de la vida afecta a los votantes, especialmente a los mayores. Las elecciones determinarán quién sustituirá al primer ministro Fumio Kishida, que dimite debido en parte a la pérdida de apoyo por las persistentes preocupaciones sobre la inflación.
“El gobierno tiende a priorizar las cuestiones que afectan a los jóvenes, como la caída de la tasa de natalidad”, dijo Nobuhiro Maeda, analista sénior del Instituto de Investigación NLI . “Pero las cuestiones que afectan a los mayores siguen siendo extremadamente importantes”.
La experiencia de Japón con su sistema de pensiones ofrecerá lecciones importantes para los responsables de las políticas en China, Corea del Sur, Europa y los Estados Unidos, todos países que se enfrentan a un envejecimiento demográfico similar. Sin embargo, los desafíos de Japón son más agudos, ya que su población ya es mucho más canosa que en esas otras regiones.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, aproximadamente uno de cada cinco ciudadanos japoneses mayores de 65 años vivía en la pobreza, en comparación con el promedio de la Ocde de 14,2%.Eso fue antes de que la inflación se afianzara en Japón por primera vez en más de una generación.
Pocas personas pueden aspirar a vivir sólo de sus pensiones. El promedio de los pagos combinados de asistencia social y pensiones públicas es de ¥144.982 por mes (US$1.015), poco más de la mitad de la cantidad que los hogares con dos o más personas gastaron en costos de vida en junio. El pago promedio estimado de pensión en los EE.UU. fue de US$1.907 (¥276.000) en enero de 2024, según el sitio web de la Seguridad Social.
A Hino le gusta su trabajo en Reikouen, en la prefectura de Chiba, al este de Tokio, porque le proporciona estimulación y la ayuda a combatir los estragos de la vejez. También necesita seguir trabajando para pagar las facturas, especialmente ahora que los precios al consumidor han aumentado 2% o más durante más de dos años. “Ahora todo parece más caro”, dijo. “Cada vez que voy de compras, los precios suben”.
Un informe publicado por la Agencia de Servicios Financieros en 2019 desencadenó una ola de ansiedad con su conclusión de que los ciudadanos necesitarían hasta ¥20 millones (US$140.142) en ahorros para complementar las pensiones. En medio del furor, Taro Aso, ministro de finanzas en ese momento, se retractó del informe, diciendo que había causado "malentendidos" y que era posible vivir con pensiones públicas.
Las preocupaciones siguen latentes a medida que el sistema público de pensiones de Japón registra entradas decrecientes y salidas crecientes. En las últimas dos décadas, el número de contribuyentes ha disminuido en unos 3 millones, mientras que el número de beneficiarios ha aumentado más de 40%, según el Ministerio de Bienestar Social.
El gobierno, con una carga de deuda que duplica el tamaño de la economía, asignó alrededor de 34% del presupuesto nacional de este año a la asistencia social, frente a 20% en 2000. Con recursos limitados, el gobierno está estudiando medidas de reforma que incluirían extender el período de prima de pensión por cinco años hasta los 65 años.
Desde 2004, los administradores han realizado ajustes anuales a los beneficios en función de los precios y los salarios. En los años que resultaron en recortes, se han enfrentado a demandas judiciales.
En ese contexto, el gobierno ha creado incentivos destinados a trasladar una mayor parte de la carga al sector privado. El Ministerio de Trabajo está buscando miles de millones de yenes para financiar iniciativas que incluyen asistencia para la inserción laboral de personas mayores y la provisión de equipos, incluidos trajes de asistencia, como parte del presupuesto del próximo año.
Para convencer a las empresas de que mantengan a las personas mayores empleadas, el gobierno ya está proporcionando subsidios a las empresas que emplean a personas de 65 años o más.
Los japoneses ya trabajan mucho más allá de la edad en la que sus pares en otras economías desarrolladas han decidido tomárselo con calma. La tasa de participación laboral de los hombres de entre 65 y 69 años y de entre 70 y 74 años ha aumentado. Para este último grupo, aumentó a 43,3% en 2023 desde 29,8% dos décadas antes, según la Ocde. La cifra correspondiente en Estados Unidos fue de 22,4% y de 17,3% para el país promedio de la Ocde.
Si hay una ventaja de trabajar más tiempo, es el sentido de propósito y de comunidad que conlleva. Casi la mitad de los trabajadores de edad avanzada mencionaron otros factores además del dinero como su principal incentivo, según una encuesta del Gabinete en 2020. Algunos querían aprovechar sus habilidades, mientras que otros dijeron que sentían que trabajar los ayudaba a mantenerse saludables.
“Los empleadores y los clientes agradecen a los trabajadores de mayor edad, lo que les da la sensación de ser útiles a la sociedad”, dijo Fumio Murazeki, presidente de Koureisha, una empresa que envía trabajadores de mayor edad. La edad promedio del personal registrado en la empresa es de 72,1 años.
Sin embargo, según Maeda, del Instituto de Investigación NLI, es necesario hacer más para ayudar a la gente a salir adelante. Citó una encuesta del Gabinete realizada a personas de 65 años o más que mostró que más de 80% de los encuestados sentían que sus presupuestos familiares eran ajustados. “Muchos ancianos están pasando apuros”, dijo.
A medida que leen las señales de advertencia, más ciudadanos jóvenes están recurriendo a la planificación financiera para acumular ahorros. Esto se traduce en un aumento de las consultas en Kinyu Joshi, una empresa que realiza seminarios financieros dirigidos principalmente a mujeres jóvenes. “Todo el mundo tiene un cierto grado de preocupación sobre el sistema de pensiones”, dijo la directora ejecutiva Mariko Suzuki.
La proporción de acciones y fondos de inversión en los activos de los hogares japoneses aumentó a un récord de 19,7% a fines de marzo, según cálculos de Bloomberg basados en los datos trimestrales de flujo de fondos del Banco de Japón publicados en junio.
Eso todavía es relativamente bajo según los estándares globales , pero el programa de inversión libre de impuestos del gobierno introducido en 2014 continúa estimulando más interés de personas como Asami Masuda, una madre de 35 años de un niño que comenzó a invertir hace seis años. “Me preocupaba lo que me pasaría cuando fuera mayor”, dijo Masuda. “Invertir me ha dado tranquilidad”.
En Japón, las mujeres lo tienen especialmente difícil cuando se acercan a la edad de jubilación. Según un cálculo de Aya Abe, profesora de la Universidad Metropolitana de Tokio, entre las mujeres solteras de edad avanzada, se estima que 44% vive por debajo del umbral de pobreza.
Para mantener los beneficios jubilatorios, el gobierno podría tener que prolongar formalmente la vida laboral de sus ciudadanos, según Naohiro Yashiro , profesor visitante de la Universidad de Mujeres Showa.
“Si se reducen las prestaciones, la gente tendrá dificultades para llegar a fin de mes”, dijo Yashiro. “Lo más razonable sería fijar una edad más tardía para recibir las prestaciones de jubilación”.