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Analistas 07/05/2024

En defensa de Israel

Simón Gaviria Muñoz
Exdirector de Planeación Nacional

Golda Meir, ex primera ministra de Israel, argumentaba que, si los enemigos de Israel bajaran las armas, habría paz en el Medio Oriente, pero que, si Israel hiciera lo mismo, los judíos serían exterminados. En el documento de fundación de Hamás de manera explícita, se busca este genocidio “del río al mar”. Es peculiar que las violaciones de mujeres, el encarcelamiento de bebés, y el asesinato de abuelos judíos no haya generado la indignación del gobierno colombiano, ni si quiera, se hizo un llamado a Hamás para liberar los 133 secuestrados. Aun estando en desacuerdo con Netanyahu o pensando que la respuesta al atentado terrorista es desmesurada, romper relaciones con Israel es equivocado.

La superioridad moral con la cual el gobierno Petro juzga a Israel es simplemente sesgada. Es reprochable que una sola familia musulmana haya tenido que mudarse con la creación del estado de Israel, pero el tema no es tan blanco y negro. Para aquel momento 863.000 judíos vivían en países árabes, hoy a duras penas suman 4.000. Sitios como Belén, que tuvieron mayorías cristianas en Palestina, fueron hostilizados a irse. Hay que ver ambos lados de la moneda.

Pocas civilizaciones son exentas de culpa, por eso el intento de dividir la humanidad entre colonizadores y colonizados, depende mucho del prisma del tiempo. Esta acusación de hoy a Israel, es la misma que se les haría a los ejércitos del imperio otomano o a los invasores musulmanes del siglo VI. Por eso, al final de la segunda guerra mundial, después de un verdadero genocidio contra el pueblo judío, se creó un Estado en su hogar ancestral para que vivieran sin temor a la persecución. Desde este momento, cada vez que son atacados, han respondido con ferocidad. Los intentos para compartir el territorio en 1947, 1993, 1995, 1998, 2000 y 2008 han sido rechazados, nadie ha permitido la paz.

Acusar a Israel de genocidio es desconocer la manera como trata los musulmanes palestinos en su territorio: estos tienen derecho a ciudadanía, son 21% del país, incluyendo representación y partidos en su congreso; gozan de igualdad de género, las mujeres se pueden vestir como quieran, ejercen la profesión de su escogencia; ningún miembro de la comunidad Lgbtiq es ejecutado por su preferencia sexual; hay libertad de expresión, incluyendo la posibilidad de criticar a Israel; cualquier tipo de discriminación es castigada por ley; el ingreso per cápita de palestinos en Israel es 8,1 veces más que sus pares en Cisjordania, casi 32 veces que los de Gaza. Si bien no todo es perfecto, bajo la ley israelí, cuentan con los mismos derechos que los demás ciudadanos. Cuentan hasta con más derechos que sus pares en países aledaños, los derechos recíprocos de judíos en estos dejan mucho que desear.

Expresiones de dirigentes israelís inspiradas en el dolor del terrorismo suenan terribles al ser traducidas. La estrategia militar de Netanyahu podría ser optimizada como sus aliados, incluyendo EE.UU., han exigido. Por eso hay que trabajar en una solución de paz que incluya un Estado soberano para Palestina, los insultos no contribuyen. La decisión temporal del actual gobierno de Colombia, será reversada en el próximo gobierno al ser minoritaria en la comisión asesora, y no reflejar el sentir del pueblo colombiano que aprecia a Israel y al pueblo judío.

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