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Analistas 25/08/2023

Tejido empresarial

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor

Las regiones colombianas, según el Índice de Competitividad de Ciudades, realizado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, para 32 ciudades, (algunas incluyen su Área Metropolitana - AM), está liderado por Bogotá D.C. Este escalafón mide indicadores económicos y sociales, calificando una docena de pilares, tales como gobierno e instituciones, desarrollo económico, infraestructura productiva, capital humano, eficiencia de las empresas, ecosistema innovador, adopción TIC, sostenibilidad ambiental, salud, educación y por supuesto tamaño del mercado.

En el ranking le sigue Medellín AM, con buenos resultados en casi todos los aspectos, resaltándose la infraestructura y el equipamiento. Tunja se destaca en salud y educación básica y media, manteniendo así su tercer lugar. Siguen en su orden, Cali (AM) y Bucaramanga (AM), ciudades con buen servicio educativo y buena calidad de vida. En puestos destacados Manizales, Barranquilla y Pereira, ejemplo de pujanza regional. Las brechas, en términos de desarrollo regional, se siguen acrecentando. Las ciudades de más baja puntuación Mitú, Inírida y Puerto Carreño, van descendiendo en competitividad.

Éste índice es un gran insumo de gestión de gobiernos e información para atraer inversiones.

No obstante, la prosperidad de Colombia registrada en las dos últimas décadas en suma por el comportamiento de sus regiones (superado el paro por la pandemia del covid-19), en el último año está teniendo un duro freno; entre otros asuntos, por la inseguridad jurídica y personal, alta inflación, desborde del costo financiero y desconfianza.

Las regiones competitivas se sustentan en el mejor ambiente para los negocios, con vocación de permanencia, crecimiento y sostenibilidad. La empresa privada, sin equívocos, desempeña un papel crucial como eje impulsor del desarrollo y la generación de empleo, por tanto, ejerce gran impacto social; a estas últimas hay que sumarle el aporte y la vez la necesidad de apoyo, inclusión y mejora productiva de la denominada economía popular, siendo España referente en el trabajo de formalización y apoyo del estado, lo que redundó en crecimiento de su PIB.

Ahora bien, a manera de radiografía del sector empresarial de Bogotá Región, según la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), ésta cuenta con 438.000 empresas registradas. Las microempresas representan el 92%, las denominadas pequeñas 5,5%, las medianas 1,7% y las grandes solo 0,8%. Del total de este tejido empresarial formal, 56% son personas naturales y 44% jurídicas. Tejido económico altamente heterogéneo, siendo 13,7% industria, 54,6% servicios, 31,7% comercio. Consolidándose así, como el mayor centro de emprendimiento del país.

La competitividad de Bogotá se debe en gran parte a la fortaleza de sus instituciones, cobertura de servicios públicos, ancho de banda, mejora en sostenibilidad ambiental (tiene la flota de buses eléctricos más grande del mundo) y la educación. Opacado por la inseguridad y la pésima movilidad, entre otros factores. Hay que cuidar el tejido empresarial en toda Colombia y encontrar instrumentos para formalizar la economía popular.

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