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Analistas 19/10/2018

Solidaridad con venezolanos

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor

Ningún país es inmune al populismo anti inmigración. Es evidente que recibir migrantes que llegan huyendo de otro país, genera crisis al receptor. Ante lo que, es necesario entender la situación, planear como afrontarla y construir una política. El fenómeno transnacional de grandes migraciones requiere de pacto mundial.

Para el caso de Venezuela, que por décadas recibió centenares de migrantes por resguardo a guerras y dictaduras y en general por ser fuente de oportunidades, su actual deterioro, sin precedentes en la historia contemporánea, por su colapso político, económico y social, está expulsando a sus conciudadanos y a algunos de los inmigrantes que había acogido en el pasado.

Las cifras son contundentes. Según la Organización Internacional de Migraciones, OIM, 2,6 millones de personas han huido del país vecino en los últimos cuatro años, lo que equivale a 10% de su población; situación migratoria que se podrá incrementar, en los próximos cuatro años, en cuatro millones adicionales.

Colombia viene reaccionando con solidaridad, pero de manera desordenada. Se está preparando en lo local, con la creación de la Gerencia de Fronteras y está construyendo un documento Conpes; en el campo exterior, ha denunciado la situación tendiente a lograr la solidaridad y el apoyo internacional. La situación es demasiado compleja, porque si bien por idiosincrasia, idioma y cultura, la integración social es posible, la falta de recursos para atender el fenómeno es una gran dificultad.

Algunos desafíos son, ¿cómo lograr que los migrantes venezolanos, algunos incluso colombianos o hijos de colombianos y otros con menos arraigo, logren incorporarse a la vida productiva del país?, ¿cómo mitigar el impacto económico inicial al prestarles servicios sociales como salud, educación y vivienda? y ¿cómo mejorar la seguridad?

Centenares de mujeres embarazadas residentes en Venezuela, ante la ausencia de recursos hospitalarios y de medicamentos, se han trasladado a Colombia a tener sus hijos. El servicio de salud universal colombiano es atractivo para la situación de la mayoría de los venezolanos. Este y muchos otros gastos que asume nuestro país, generan presión fiscal y afectación a las ya maltrechas finanzas públicas.

La migración puede ser fuente de mano de obra calificada y de generación de valor en la cadena productiva. No obstante, deben existir mecanismos idóneos que permitan evaluar la calidad intelectual y de aporte laboral con que cuenten los profesionales y técnicos venezolanos que convaliden sus títulos para ejercer en nuestro país. Así como nuestros profesionales presentan pruebas como el Ecaes al finalizar sus estudios universitarios, los extranjeros deberían hacer lo propio para ejercer en Colombia.

De otra parte, según nuestro Canciller Carlos Holmes Trujillo, en foro reciente de la Universidad del Rosario, si se cumple la proyección de desplazamiento de venezolanos a Colombia, el costo de esta atención, en 2021, superará los $26 billones colombianos; igualmente planteó la necesidad de avanzar en la armonización del trabajo con los países de la región y en la necesaria eficacia de la acción multilateral.

La migración conmueve. Es urgente construir la política migratoria con enfoque social y humanitario para que sea legal y ordenada. Así, además de generar oportunidades, se extiende una solidaridad a la migración venezolana.

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