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Analistas 25/02/2016

Inversión segura

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor
La República Más
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En la coyuntura actual y para contrarrestar el efecto de la desaceleración, el sector inmobiliario y de la construcción se constituye en un valioso instrumento. Sin duda, hay turbulencia en la economía: para el Gobierno, por crecimiento en el déficit fiscal y en la cuenta corriente; para las empresas y los hogares, por aumento de la inflación, mayores tasas de interés y menor capacidad de inversión y de consumo. 

En ese propósito, los fondos inmobiliarios que invierten, especialmente, en propiedades comerciales y corporativas para colocarlas en arrendamiento, o los fondos institucionales nacionales o extranjeros que aportan capital de riesgo para nuevos proyectos donde participan constructoras reputadas, siguen en ascenso. La inversión inmobiliaria es una inversión segura que genera ingresos por la suma de la valorización más el alquiler.

Este repunte del mercado de capitales añadido al sector de las edificaciones, se ha consolidado en otras latitudes. Los REITS en Estados Unidos, los FIBRA en México y otros similares en Chile, son instrumentos con las más altas rentas comparados con los demás fondos de inversión, incluso, cotizan en bolsa. Dentro de esta dinámica el gestor profesional ha sido fundamental para el éxito de este mecanismo y para la credibilidad ante los inversionistas.

Para el caso de Colombia, los fondos de pensiones, donde gran parte de los trabajadores tienen sus ahorros, vienen teniendo baja rentabilidad. Esta empeoró el año pasado, debido, entre otras razones, a la caída del sector minero-energético. Lo anterior hace pertinente que tanto estos fondos, como los inversionistas institucionales incluyan en sus portafolios activos inmobiliarios, atraídos por la dinámica sostenida que ha tenido este sector, especialmente en materia de vivienda en gran parte del país.

Esto último se demuestra al analizar el año que acaba de concluir, que corresponde al de construcción de mayor número de viviendas formales, no obstante la caída en la actividad edificadora en Bogotá, ciudad que cuenta con el principal mercado inmobiliario del país. Dicha caída se demuestra con un indicador precursor para la capital y sus municipios vecinos, que señala que mientras en 2013 se comercializaron 58.000 unidades, para 2014 bajó a 54.000 y para 2015 cerró en cifra cercana a 50.000 viviendas, según el censo de las salas de ventas de proyectos nuevos que hace La Galería Inmobiliaria.

En prospectiva, la actividad de la construcción de viviendas y edificaciones de otros usos, como los destinados a educación y hoteles, seguirá creciendo. En Bogotá, se comercializarán con éxito en 2016 más del 20% de viviendas comparado con las del año anterior, por la estabilidad en la norma urbanística. En el presente año, el Ministerio de Educación comenzó la gran inversión en infraestructura educativa. La infraestructura hotelera tendrá en los dos años siguientes importante desarrollo. 

Se espera que el Ministerio de Hacienda reglamente, como es su obligación, el PIPE 2.0, en la prórroga para entrar en la exención tributaria para nuevos hoteles, de manera que puedan ingresar en ese instrumento, dinamizador de la economía, los hoteles que a diciembre 31 de 2017 se encuentren en construcción; sería contraproducente no hacerlo por estos días, porque buscando disminuir actividades empresariales que cuentan con incentivos fiscales, podrían detener inversiones ya programadas que generan empleo y grandes tributos en su desarrollo.
 

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