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Analistas 16/04/2015

Cultura de extorsión

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor
La República Más
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En el actual proceso de paz, en donde el Gobierno se ha sentado de manera generosa a dialogar con las Farc, es evidente cómo la guerrilla ha utilizado todos los argumentos en favor del acuerdo en la mesa, sin embargo sigue extorsionando a la sociedad colombiana manteniéndola en engaños y pretendiendo continuar los diálogos, mientras asesina miembros de la fuerza pública. Qué tal las cínicas declaraciones de Pablo Catatumbo el día de ayer en La Habana, en donde además de justificarse le dice a los colombianos que podrán seguir ocurriendo este tipo de masacres.

De manera lamentable en nuestro país, la extorsión histórica perpetrada por la guerrilla como modo de amenaza para obtener financiación y provecho a sus actividades ilícitas, iniciada a los campesinos colombianos y a empresarios en general, al que se sumaron los supuestos defensores civiles organizados que derivaron en paramilitares y hoy por las bandas criminales; de diferentes formas ha permeado a varios sectores de la sociedad y ha derivado en acciones que no son claramente delitos, pero han creado una cultura de presión, para obtener provecho e incluso para hacer daño. Veamos,

Si bien no es todo el gobierno y mucho menos todos los funcionarios públicos, los absurdos y excesivos trámites que se imponen a los ciudadanos y la ineficiencia en la administración de justicia, son evidentes fuentes de corrupción y generan tanto desespero en los administrados que algunos terminan de manera indebida aceptando el juego de aquellos funcionarios involucrados en estas prácticas y con ello de alguna forma se genera extorsión en contra de los ciudadanos de a pie. 

Qué tal aceptar que a reconocidos delincuentes se les crea en procesos judiciales en contra de ciudadanos respetados cuando en un proceso no se encuentran pruebas para el mismo y resulta que dicho delincuente años después se acuerda de hechos que por la supuesta importancia de la declaración obtiene rebajas de pena. Qué peor que montar un proceso penal con testigos falsos. Así se extorsiona a la sociedad toda. 

Y qué decir con la creación o interpretación de ciertas normas y de acciones de algunos funcionarios de las administraciones de impuestos en contra de comerciantes para que cometan errores en sus declaraciones y actos de tributación, buscando sancionarlos. Qué tal la intimidación a un declarante de impuesto cuando le llega una reliquidación por un supuesto error y se le informa que si la acepta y paga de forma inmediata se le rebaja un porcentaje de dicha liquidación. 

Cuando en algunas escuelas de derecho se les enseña a los estudiantes que para que su cliente negocie doblegando a su contraparte, hay que ejercer presión, “mostrando los dientes”, se crea la cultura de que se puede intimidar a la otra parte para tratar de obligarle a obrar en determinado sentido. Deriva esto en la reciente y perversa práctica que para resolver diferencias en temas civiles, se amenace o se coloque denuncio penal, que en ocasiones no pasa de ser un acto temerario. 

Ahora bien, entendiendo que para poder vivir armónicamente en sociedad, todos tenemos que renunciar a una parte de nuestra libertad para respetar los derechos de los demás; siempre que se intente limitar la formación o expresión de la voluntad o simplemente la libertad de obrar, se intenta extorsionar. Invito a los lectores a revisar en qué cantidad de actos, incluso cotidianos, para desgracia de nuestra sociedad, está permeando la cultura de extorsión.

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