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Analistas 17/04/2019

Música sacra y opresión divina: historia de la polifonía

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

En esta Semana Santa que inicia, es apropiado recordar cómo fue que se construyó el “instrumental” más poderoso que, en general, han tenido las religiones para ganar adeptos celestiales: ello se hace, principalmente, cantando polifónicamente.

Abundan los estudios ilustrando el papel tan crucial que han jugado los cánticos-sacros al migrar hacia la polifonía, impulsando el espíritu de lo divino en el mundo occidental. Los cánticos monofónicos se registraban en “tablaturas” y al unísono se cantaba la misma melodía, lo cual daba una sensación de uniformidad en la “devoción al Señor”. Esas tablaturas tuvieron su auge durante las “Cruzadas” que buscaban convertir al cristianismo a los moros durante el 1.100-1.300 D.C., y de lo cual quedaron bellos registros en la biblia impresa por Gutenberg hacia el 1.440 D.C.

Sin embargo, la divinidad de occidente se dividió en dos grandes vertientes: la de los cristianos-católicos y la de los protestantes (después proliferaría el “mercado religioso”, y hoy son ya numerosas las sectas de uno y otro bando). William Byrd (1540-1623), un prolífico músico, terminó por contribuir a dicha división (sin proponérselo), pues se atrevió a innovar al escribir numerosos textos polifónicos, elaborando sobre lo hecho por Salisbury varios siglos atrás.

¿Pero por qué es tan destacable lo realizado por Byrd, si la polifonía ya existía? Lo admirable fue su espíritu musical rebelde, al no ceder ante las fuerzas eclesiásticas que veían algo de subversivo en la polifonía: decían, “las autoridades del momento”, que el problema con la polifonía era que al ser tan bellas sus tonadas, cantadas en cánones, terminaban por anteponer el deleite auditivo a la adoración que debía venir del cerebro, enfocado en la humildad del hombre frente a las divinidades. Inclusive Santo Tomás de Aquino dijo disfrutar la polifonía.

La sorpresa es que Byrd no se alineó con el movimiento protestante del período 1483-1530 que lideró Martín Lutero, sino que se mantuvo fiel al credo católico-cristiano. El Papa Juan XXII, si bien se había inclinado musicalmente por la polifonía en un principio, coincidiendo con Santo Tomás, la terminó censurando en 1324. Después, el Consejo de Trento (1545-63) ratificaría el principio de conflicto entre la belleza auditiva por encima de la divinidad pura. Afortunadamente, el gran músico Palestrina (1525-1594) también insistiría en la polifonía.

La rebelión de Martín Lutero en Alemania, hace 500 años, también encerraba una protesta contra “la opresión divina”. El brote de rebeldía surgiría de las zonas de Alemania, Suiza y de los Países Bajos (liderados por Holanda).

El tradicional argumento marxista de que “el modo de producción” (la estructura) determina la ideología (la superestructura) fue volteado hábilmente por Max Weber (1904). En particular, Weber argumentó que había sido la “ética protestante” la fuente del impulso al capitalismo, y que con ello había logrado establecerse el nuevo arreglo institucional de los siglos XVIII-hasta la fecha.

Ahora resulta que está nuevamente en boga la dominancia de la estructura sobre la superestructura (¿Karl Marx “reloaded”?). Baste señalar cómo se habla de un sistema capitalista global (Zakaria, 2008) que ha sido capaz de “voltear” la ideología de los antiguos países comunistas, incluyendo el viraje de China hacia el capitalismo y la estruendosa caída del muro de Berlín, celebrando pronto su tercera década (1989-2019).

Hoff y Stiglitz (2010) están ahora criticando la escuela económica de las “expectativas racionales” por no incluir explícitamente este papel cambiante y validador que cumplen las instituciones respecto de los “valores esperados”. Lo sorprendente es que Hoff y Stiglitz parecen haber sido víctimas del sesgo ideológico que denuncian (“precognocitivo”), al no reconocerle a Karl Marx sus pioneras ideas (1844-1870) sobre el llamado “materialismo histórico”.

En particular, la historia tradicional relata cómo el feudalismo retardatario y oscurantista (circa 1200-1500) de la Europa ibero-italiana solo pudo superarse gracias al triunfo del protestantismo impulsado por Lutero desde Alemania y por Zwingli, Calvino y Erasmus desde Suiza y Holanda (ver cuadro adjunto). Después vendría el “aprovechamiento” de Enrique VII en Inglaterra, con sus Cromwells y Crammers, para lograr la independencia anglicana, así como el establecimiento del puritanismo en América.

No es casual que la invención de la imprenta y la difusión más libre de las ideas escritas se haya visto aparejada históricamente con el lanzamiento de una gran defensa de las instituciones eclesiásticas a través de la temida Inquisición. En 1483, el fraile dominico Tomás de Torquemada fue nombrado Inquisidor General para todo el reino extendido español de Fernando (Castilla) e Isabel (Aragón), lo que cubriría años más tarde a las colonias, tipo Cartagena (Colombia) o la capitanía de Lima (Perú).

En esta Semana Santa, disfrute de la polifonía sin riesgo de ser censurado: para unos será la exaltación del Señor y para otros las maravillas evolutivas que nos ofrecen tanta belleza auditiva.

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