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Analistas 14/09/2020

Modernización cafetera: la visión de Jorge Cárdenas

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Conocí a Jorge Cárdenas Gutiérrez hacia finales de los años ochenta, cuando ya era un curtido dirigente del gremio cafetero (Fedecafé). Desde el Banco de la República (BR) habíamos aprendido que, en materia de ejecutores de política económica, las tres personas más importantes de Colombia eran el MinHacienda, el gerente del BR y el gerente de Fedecafé.

En particular, “esos tres poderosos” eran los encargados de manejar el ciclo cafetero. En épocas de auge, ellos trabajaban en llegar a acuerdos tripartidos: el gobierno buscaba mayor recaudo, el gremio aspiraba a la mayor tajada del sorpresivo “mana” que dejaban las heladas del Brasil y el remanente iba al patrimonio del Fondo Nacional del Café (FNC).

Este tipo de acuerdos tenían gran incidencia sobre el “deslizamiento cambiario”, la inflación y la propia gobernabilidad. Baste recordar que la mini-bonanza de 1975 le permitió a López-Michelsen solucionar el grave problema cambiario que había requerido Stand-By con el FMI en 1974. Y, seguramente, terminaron colándose por la “ventanilla siniestra” del BR recursos provenientes de narcotraficantes que insistían en “colaborar” con las afugias cambiarias. Empero, el auge de la demanda-agregada no se logró controlar, a pesar de los castigos a los títulos-canjeables. Así, la inflación llegó a 45% anual en septiembre de 1977, con el consabido “segundo Bogotazo” de la época.

Con razón la Administración Barco (1986-1990) decidió que había llegado la hora de modernizar el manejo cafetero e instituyó, a través del MinHacienda Luis F. Alarcón, la Oficina de Asesores Cafeteros (OAC) como dependencia del MHCP en 1988. Ocampo y Montenegro organizaron dicha modernización desde la OAC, encontrándose con un curtido Jorge Cárdenas.

“Don Jorge” tenía la difícil tarea de navegar entre las tradicionales aguas del bipartidismo Liberal-Conservador, de una parte, y esa nueva tecnocracia, de otra parte, la cual clamaba por mayor transparencia en el FNC. Para colmo de males, el mecanismo de cuotas internacionales había entrado en barrena y la cotización de dólar-por-libra empezaba a agotar los recursos del FNC en 1992, tras la mini-bonanza de 1988.

Una de las cualidades de “Don Jorge” fue haber entendido rápidamente el camino que estaba tomando “el carro de la historia cafetera”. Y él, en vez de atravesarse, puso lo mejor de sí para maniobrar hacia la modernización cafetera. Ello implicó sobreponerse a los resquemores de la dirigencia cafetera de su natal “Antioquia-Grande” (incluyendo Caldas, Risaralda y Quindío). Su sector cafetero ya no tenía la incidencia macro-fiscal de antaño, al descender su participación de 20% a 5% del PIB-real, aunque su participación en empleo y divisas seguía siendo importante.

Fue entonces cuando “Don Jorge” sacó a relucir sus dotes de hábil negociador. Con los miembros de la OAC manejaba un lenguaje técnico-político para incrementar el patrimonio del FNC; con la agremiación de exportadores (Asoexport) ideaba estrategias comerciales que le compraran tiempo a Fedecafé para mejorar sus procesos agro-industriales y posicionar a “café-de-Colombia”; frente al bipartidismo enfatizaba el papel democrático de las elecciones cafeteras y así lograba reestructurar la deuda cafetera para sus 300.000 familias; pero a costa de ello se quedaría insolvente la Caja-Agraria.

Y, a nivel internacional, “Don Jorge” hablaba todos los idiomas requeridos y con marcado acento de “inteligencia-emocional”. Esto le resultaba irresistible, por igual, al embajador-negociador Myles Frechette, a los miembros de la OIC en Londres y al cuerpo diplomático Itamaraty-Brasil.

Su ardid para lograr el aterrizaje de Fedecafé a la competencia (sin cuotas de exportación) nos iba quedando claro a todos los que desfilamos por la OAC: “Don Jorge” mezclaba su agudeza para entender la nuez del problema socio-económico con su trato humano-cálido. Fue así como se arrió la bandera de la Flota Mercante, se vendió el Banco Cafetero, se achicó la burocracia de Fedecafé, se desmontó el “mecanismo de la cuchilla-cafetera” y, en general, se “acordionaron” múltiples activos de Fedecafé-FNC, siguiendo el “libro verde” que veníamos esbozando desde inicios de los años noventa.

Y, por último, “Don Jorge” irradiaba el clímax de su personalidad en las negociaciones del precio-interno del café, ritual de todos los noviembres, en preparación para el Congreso Cafetero de diciembre (... la llegada de “papá-Noel”). Todos afinábamos las “matemáticas cafeteras” (aprendidas de José Leibovich) con el fin de que MinHacienda hiciera la oferta-oficial.

Después vendrían “las plañideras-cafeteras”, apoyadas en las “bases campesinas”, a veces amenazando con paro-cafetero-nacional de no mejorarse la oferta inicial. Los miembros del gobierno que hacían parte del Comité Nacional de Cafeteros (MHCP, MinComercio, MinAgricultura y DNP) acudían al oráculo bipartidista y, finalmente, el Presidente de la República incrementaba la oferta en función del ciclo político.

“Don Jorge”, entretanto, había recorrido todas las bases y negociado exitosamente con los Minhaciendas Hommes, Perry y Restrepo, de quienes yo tanto aprendí durante esa modernización cafetera de Colombia. “Don Jorge”: Felices 90 años y gracias por sus servicios al país.

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