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Analistas 02/03/2020

Internet, efectivo e informalidad en Colombia

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Dada la penetración de internet como el canal de comunicación moderno, la velocidad con que los países extiendan esa “autopista” estará determinando su posicionamiento global en muchos aspectos de competitividad. Obviamente existe una alta correlación entre la expansión del internet y el PIB per-cápita de los respectivos países, pues a mayor riqueza mayor es la inversión en la infraestructura requerida para expandir el uso del internet.

Sin embargo, los factores culturales y de informalidad económica terminan influyendo negativamente en la profundización financiera y en el uso del internet que facilita dicha transabilidad. Dicho de otra manera, los ciudadanos pueden llegar a tener facilidades tecnológicas y, aun así, rechazar el uso de la tecnología digital en las transacciones financieras (el llamado Fintech) por su interés en no dejar “huella-financiera” que pueda conducir a detectar sus actividades ilegales y su evasión de impuestos.

Esta actitud anti-ciudadana tiene negativos efectos sobre muchas variables macro-sociales. Por ejemplo, ello se manifiesta en elevada elusión-evasión de impuestos, que en el caso de Colombia ha llegado a representar perdida de recaudo de hasta 35% en el impuesto de renta y cerca de 25% en el recaudo del IVA. También afecta los temas de formalización laboral, donde actualmente se tiene que solo cerca de un 20% de los trabajadores cotiza de forma regular al Pila todos los meses y, mientras tanto, los gobiernos se contentan con repetir que dicha evasión no es de 80% sino de “solo” 60% al contabilizar erradamente como formales a quienes cotizan al menos dos veces al año al Pila.

Esta influencia de los factores culturales aparece cuando se “mapea” la relación entre el uso del efectivo y la penetración de internet en cada país. El gráfico adjunto ilustra, por ejemplo, cómo en Colombia se tiene una aceptable penetración del internet de 57% de la población y, sin embargo, el uso del efectivo en las transacciones del día-a-día es tan alta como 96% precisamente por esa cultura de la alta informalidad y alta evasión tributaria. Esta situación contrasta negativamente con lo que ocurre, por ejemplo, en los Estados Unidos, donde la penetración del internet de 76% ha ocasionado un marcado declive en el uso del efectivo, bajando a solo 38% de las transacciones de bajo monto.

En México también prevalece la informalidad laboral y la elevada penetración del narcotráfico, lo cual hace que con una penetración del internet de 59% (similar a la de Colombia) se tenga también un alto uso del efectivo de 87% (solo marginalmente inferior a la observada en Colombia). En cambio, el factor cultural pro-formalidad de Chile se refleja en que el uso del efectivo es de 74%, lo cual de alguna manera va acompasado con su mayor penetración del internet al llegar a 83% (superando inclusive la cifra de penetración en los Estados Unidos).

En general, la teoría económica pronosticaría una correlación negativa entre la mayor penetración del internet y el uso del efectivo, cuando quiera que el factor cultural juegue como factor normal pro-formalidad. Estos serían los casos de Estados Unidos y Chile (arriba ilustrados).

En lo referente a India, se tiene una baja penetración del internet (solo de 29%) y, además, una cultura de informalidad elevada, luego ello redunda en un alto uso del efectivo (llegando a 97% en las transacciones diarias). El caso del Brasil no es fácil de caracterizar, pues se tiene una penetración de internet relativamente baja, dado el tamaño de su PIB per-cápita, y una alta cultura de informalidad, pero ello no parece reflejarse en alto uso del efectivo. De hecho, el recaudo tributario del Brasil es bastante elevado (casi 35% en la relación Recaudo/PIB) y se tiene ahora un sistema relativamente eficiente al reducir la incidencia del mundo cuasi-fiscal en años recientes, el cual venia consumiendo casi 2% del PIB de déficit público. La explicación de esa baja correlación entre internet-efectivo-recaudo parece estar afectada por el gran tamaño geográfico del Brasil y un sistema Federado con poca integración-territorial efectiva, pero bien valdría la pena ahondar sobre esta hipótesis.

Rogoff (2017) ha estudiado estos temas a fondo y concluye que tanto los ministerios de hacienda como los bancos centrales requieren trabajar con mayor ahínco para evitar el uso del efectivo. Este termina siendo un vehículo transaccional que hace mucho daño al facilitar la economía informal que drena el recaudo tributario y las contribuciones a la seguridad social. Ahora bien, es una torpeza económica pensar que esto se soluciona poniendo un impuesto al uso del efectivo, pues por definición Constitucional esta circulación es de “curso forzoso”.

En años recientes nuestro Banco de la República se había equivocado técnicamente al promover el uso del billete de $100.000, el cual finalmente ha sido retirado de circulación al darse cuenta el Emisor que esa denominación era innecesaria y promovía la informalidad transaccional. Ahora le corresponde al Ministerio de Hacienda retomar la agenda de desmontar el pernicioso impuesto del 4x1.000, lo cual se viene intentando hacer desde el 2012, pero sin haberse logrado la determinación política. Ojala que antes de cumplirse el centenario del BR, en 2023, logremos acabar con semejante distorsión al sistema de pagos.

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