.
Analistas 08/06/2018

Constituyente, aguacates y el futuro de Colombia

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Esta es la primera contienda electoral en que alguien apoyado por los partidos del establecimiento, como Duque, se enfrentará a un candidato de extrema izquierda socialista-bolivariana, como Petro. Luego es crucial hacer análisis serios sobre los principales retos que deberá encarar Colombia durante el complejo período 2018-2022.

No sobra decir (de entrada) que tener éxito en el norte que se ha trazado el país con su reciente ingreso a la Ocde requiere una doble condición: i) contar con las mayorías parlamentarias para aprobar múltiples reformas estructurales en lo tributario, laboral y pensional; y ii) no entrar a improvisar sobre falsos dilemas como el caprichoso “tren-ligero” vs. estructurado-metro; o aguacates vs. petróleo.

Independientemente de las ideologías, claramente Petro no cumple con ninguna de las dos virtudes anteriores (carece de partido y su característica como alcalde de Bogotá fue la persistente improvisación). No nos llamemos a engaño, Petro ha demostrado ser un diletante demagogo que hoy niega su reiterada convocatoria a una Constituyente para atornillarse al poder y es difícil entender cómo existen “verdes” que todavía le creen su “moderación”; ¿será por la afinidad con los aguacates que maduran lentamente entre periódicos?

La ignorancia selectiva de Petro sobre cifras y hechos económicos es su principal arma populista. ¿Por qué no les habrá dicho a sus seguidores que las exportaciones de aguacates no superan los US$50 millones anuales (a pesar del TLC con Estados Unidos), mientras que las del petróleo y carbón bordean los US$20.000 millones anuales? ¿Por qué Petro no habrá mencionado que la productividad del país ha estado estancada en la última década y, por lo tanto, la economía colapsaría si pretende forzar más trabajadores en las fábricas o el campo? ¿Por qué no cuenta que los servicios de salud más deficientes son precisamente los que carecen de un sistema EPS-IPS (como el de los maestros), invitándonos a revivir las corruptelas del antiguo ISS? La respuesta es que los demagogos fundamentan sus fantasías en la mentira e ignorancia selectiva.

Otra característica de los gobernantes populistas ha sido generar burocracias para asegurar a futuro una fuente de votos cautivos. Pues bien, eso fue precisamente lo que montó Petro en las entidades públicas de Bogotá y que tantos dolores de cabeza le ha generado a la buena Administración Peñalosa a la hora de desmontar nóminas insostenibles.

No olvidemos que esta ha sido la principal fuente de la debacle argentina, donde el presidente Macri aún hoy tiene serias dificultades para achicar la excesiva burocracia y ajustar el costo de los servicios a niveles que hagan viables las empresas que por décadas saquearon los peronistas.

Otro falso discurso Petrista ha sido que Duque trabajará en pro de la mayor desigualdad a través de adoptar impuestos regresivos. Aquí lo factual, para aquellos que se acercan a Petro desde la arista de la Paz-Santista, es que fue a Santos II el que le tocó aplicar ese libreto a través de la Ley 1819 de 2016, subiendo el IVA a 19% y bajando las tasas corporativas de 53% a 33%.
Pero esto se hizo precisamente para atraer mayor inversión y generar más empleo.

Aunque se ha sugerido inclusive bajar esa tasa corporativa hacia 30%, ello luce arriesgado por el sacrificio fiscal, el cual hoy no se puede compensar por otras vías. Más aún, al medir la totalidad de las cargas fiscales, territoriales y parafiscales, Colombia muestra un pago empresarial de 50% de sus utilidades, superior a la media de 45% de la Ocde. He aquí el desafío de manejo tributario que enfrentará el próximo gobernante.

A este respecto Petro nos ha salido con el simplismo de que entonces gravará más a las empresas y la riqueza de los ricos. Sin embargo, el grueso de esa riqueza está representada por firmas que ya tributan 50% y por propiedades cuyo predial ya pagan el equivalente a casi dos meses de arriendo.

Entonces nos dice el falso Petro que entrará a gravar la tenencia ociosa de la tierra, pero sin vías y seguridad esta no podrá ser rentable como para que sea una fuente de mayores ingresos. Claro que en este último frente queda mucho por hacer y así hacer del campo no solo fuente de empleo, sino también de base tributaria, que es precisamente el desafío del posconflicto.

Se requiere eliminar exenciones tributarias y luchar contra la evasión-elusión; estos son los grandes temas ausentes en Petro, pues solo habla de un trasnochado socialismo-bolivariano donde pululan los subsidios (universidades para todos gratis). Pero él no presta atención a los riesgos fiscales y de hiperinflación, que han sido el común denominador del gobierno populista de Venezuela.

Por último, Petro propone establecer un monopolio-público en el manejo de un extenso pilar-básico, donde todos los cotizantes hasta 4 SML tendrían que afiliarse a Colpensiones. Lo que Petro no ha explicado es que esto implica acabar con el ahorro privado-pensional, el mercado de capitales y agravar el déficit fiscal al postergar toda una serie de ajustes paramétricos que requiere el insostenible régimen público. Todo esto es lo que está en juego el próximo 17 de junio; votantes, hagamos la tarea de no quedarnos en los slogans populistas.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA