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Analistas 28/08/2019

Una misión común

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

La prosperidad y solidez de una economía pasa por fortalecer la malla institucional que permite el buen funcionamiento de los mercados y con ello la generación de valor y el bienestar social. En este contexto, el mercado financiero juega un papel fundamental, lo que nos invita a celebrar la reciente Misión de Mercado de Capitales (MMC), cuyas recomendaciones se dieron a conocer en las últimas semanas.

Bien hay que anotar que un sistema financiero desarrollado involucra, junto al canal de préstamos bancarios, el de negociación de valores, de modo que los distintos actores económicos puedan acceder a instrumentos para la adecuada transferencia de riesgos cuando lo requieren. Por ejemplo, contar con derivados de largo plazo es fundamental para obtener coberturas cambiarias que permitan atraer inversión extranjera a obras que impulsan nuestra competitividad. A su vez, disponer de un entorno donde se negocien rentas vitalicias de modo eficiente, les permite un ingreso pensional más alto a miles de ahorradores colombianos. Más aun, un sistema financiero más profundo, suele venir acompañado de la incorporación de principios de inversión responsable, de modo que se favorecen proyectos y empresas que incorporan retornos sociales y ambientales.

Por ello, Colombia estaba en mora de plantear una hoja de ruta que nos permitiera afrontar las problemáticas y seguir avanzando en la consolidación de nuestro mercado de capitales. Es conocido por todos que el panorama actual viene enfrentando varios desafíos. Nuestra capitalización bursátil apenas bordea 30% del PIB, mientras en países como Chile supera 80%.

Existe una baja cantidad de emisores, con la preocupación de que desde 2013 no se listan nuevas empresas, a lo que se agrega la baja liquidez y poco apetito por riesgo hacia emisiones que no cuentan con calificación AAA, todo ello en medio de un marco normativo que podría ser más flexible.

Consciente de lo anterior, el Gobierno organizó la MMC con el debido carácter técnico y donde además pudieron participar distintos agentes del mercado. Es satisfactorio que en la publicación de propuestas se señale la importancia de pensar en un marco institucional a la medida de la realidad colombiana; repensar nuestro mercado debe ser una tarea alejada de la utopía, pero que no tenga temor de hacer cambios contundentes.

Las recomendaciones de la misión son variadas, y la discusión sobre su conveniencia y viabilidad está abierta. Quiero destacar algunas que considero cruciales en este proceso: (i) la clarificación de funciones entre autoridades económicas, lo cual haría la supervisión, regulación y definición de política pública más eficiente, (ii) la segmentación de los mercados para emitir valores, simplificando trámites a aquellas empresas que ofrecen sus títulos sólo a inversionistas calificados, (iii) la abolición de límites, exigencia de calificación y obtención de rentabilidad mínima en el régimen de inversiones, que se acompaña de un mejor gobierno corporativo, (iv) la creación de la Agencia Nacional de Participaciones Públicas, (vii) el uso de titularizaciones a otros activos subyacentes, (viii) la abolición de cargas tributarias y (ix) la definición de una dirección en el Ministerio de Hacienda para promover el desarrollo del mercado y la educación financiera.

Por supuesto, luego del análisis y las respectivas discusiones vendrá la implementación, quizás la etapa más difícil. Sin embargo, lograr avanzar con celeridad en este frente es hoy una tarea prioritaria para el país. Su buen éxito, sin duda, es una misión de todos.

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