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Analistas 14/09/2022

Política de combustibles y energía

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

No tengo duda que la primera gran prueba económica del nuevo gobierno serán las decisiones que tome frente al déficit generado por los elevados subsidios a la gasolina y el Acpm, así como a la disparada los precios de energía que han impactado severamente a los usuarios. No es un problema menor como tampoco un tema local. Todos los países en el mundo lo están padeciendo y los ánimos políticos se han caldeado por cuenta de ello. Habría que añadir los efectos inflacionarios en un momento en que nuestro IPC se eleva a casi 11%, cifra no observada desde hace décadas. Sin embargo, algo hay que hacerse, y ninguna vía que se tome es fácil. Lo que no puede pasar es que se destruya institucionalidad que ha funcionado bien en la historia reciente, por cuenta de un fenómeno mundial que sucede en el peor momento.

En Colombia existe el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fepc) que absorbe alzas fuertes como las que hemos visto desde 2021. De no ser así, el galón de gasolina estaría $6.000 más alto. Hoy por hoy nuestro país tiene el tercer precio más bajo por galón de toda la región. Lo que ha ocurrido, que es un subsidio de facto, es que se han acumulado deudas frente a Ecopetrol que a diciembre podrían ascender a $32 billones, superior con creces a la reforma tributaria en discusión. Solo esto ya es un gran reto fiscal, y se han visto propuestas como las del exministro Mauricio Cárdenas orientadas a que el impuesto propuesto a las exportaciones de combustibles fósiles se le asigne al Fepc.

Ahora bien, la solución, que pasa por incrementar el precio de la gasolina y el Acpm, es la que tiene componentes sociales y económicos difíciles. El gobierno Duque y el gobierno Petro en mucho menor medida, han dejado pasar el año son tomar medidas de fondo. Y aun con incrementos graduales, el impacto lo vamos a sentir en el IPC. Pero sobre todo lo va a sentir el nuevo gobierno frente el descontento de sectores de la población y agremiaciones afectadas, lo que significa un rudo despertar en su pleno inicio.

El tema del incremento de la factura de energía tiene otros componentes, ya que la subida es dispar para algunos departamentos de la Costa que han padecido en agosto incrementos de casi el doble del promedio de 20-25% a nivel nacional, que de por si es muy elevado. Todos los ojos, especialmente los del gobierno y los del Congreso, están puestos sobre la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) y sobre la bolsa de energía XM. Aquí no hay un gran fondo de estabilización de precios, toda vez que, desde el apagón de los noventa, el foco estaba en asegurar el suministro más que en un techo de tarifas. En esto, el esquema ha sido exitoso. Y si bien todo apunta a que con el fenómeno de La Niña las facturas decrecerán, los incrementos recientes también apuntan a que el sistema necesita más componentes de estabilización.

Enfrentar este desafío comprende, en el caso de los combustibles, señalar el ritmo de incrementos en precios que sean política y socialmente manejables, y definir el pago de la deuda acumulada del Fepc. En el caso de la energía, probablemente habrá que involucrar dineros del fisco para asumir inversiones necesarias para reducir perdidas y hacer más eficiente la distribución. Lo que sí no puede pasar en ningún caso, es que confundamos los problemas, muchos coyunturales y externos. Su solución entonces, no debe destruir una institucionalidad que le ha servido al país, y que, si bien no puede ser perfecta, le puede seguir sirviendo con algunos ajustes. La calentura no está en las sábanas.

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