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Analistas 02/03/2022

Lo que va de Kiev a Bogotá

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

El mundo se asombra con la invasión descarada de Ucrania por parte de Rusia, que desafía todas las normas de respeto a la soberanía e independencia de los países. Y podemos analizar la psicología de Putin o sus razones y lógica absurdas, pero la verdad de porque el hizo lo que hizo es simple; porque podía. Ucrania, un país menor con historia reciente de cleptocracias corruptas y una economía débil, había descuidado por completo su postura militar, quizás confiada en los Acuerdos de Minsk, que brindaban garantías a su independencia. Garantías que no sirvieron la final.

Miremos casos como Singapur. Una diminuta isla-nación, rodeada por países inmensamente mas grandes como Malasia e Indonesia, Singapur ha mantenido una fuerza disuasoria potente, lo que la ha mantenido fuera de la mira de sus vecinos. Ya lleva 57 años de existencia sin haber sido atacado y sin ser beligerante en conflictos externos. Mientras tanto, Israel, no ha enfrentado una invasión de su territorio por vecinos desde la guerra de Yom Kippur en 1972, no obstante ser blanco esporádico de ataques con misiles, morteros y drones, que siempre responden con retaliación contundente. ¿Por qué? No se atreven. Es más, ya tiene relaciones estables y Tratados de Paz con antiguos rivales.

Pasemos ahora a Colombia, una economía próspera con un ejército relativamente fuerte que fácilmente podría repeler una invasión terrestre de nuestro vecino más belicoso…Venezuela.

Pero lamentablemente, tenemos una gran debilidad y es la falta de defensas aéreas adecuadas para defender nuestros activos estratégicos. Nuestras unidades de combate consisten de menos de 20 cazabombarderos Kfir, que, aunque modernizados, están al final de su vida útil. Muy pronto, el excesivo costo de mantenerlos operativos será mucho mayor que volar aviones de combate modernos. Ahora bien, el costo de baterías antiaéreas y un escuadrón moderno reducido pero potente, puede parecer excesivo en momentos de tantas necesidades. Pero será mucho menor que el costo de perder seis puentes sobre el Magdalena y las refinerías de Barranca y Cartagena. Algo que está perfectamente dentro de las capacidades de la dictadura venezolana.

Lo que hay que entender es que la verdadera ganancia de tener una fuerza disuasoria creíble y eficaz es que su mayor utilidad es evitar una agresión y, por ende, una guerra. Puede parecer una inversión muerta ya que su finalidad es que nunca se use en combate, pero lo que evita es algo mucho más preciado; nuestra estabilidad, nuestra infraestructura y nuestra soberanía. ¿Pero para que si Maduro no va a ser tan loco de atacar? Lo mismo decían de Putin. La lección es que un país no puede depender de la estabilidad mental del tirano de al lado.

Otros dirían que con Estados Unidos de aliado Colombia esta respaldada. Lo cual es verdad hasta cierto punto. No tengo la menor duda que en caso de Colombia ser atacada tendríamos su apoyo en envío de armamentos y suministros. Pero el daño ya estaría hecho y dudo mucho que veríamos ataques de misiles americanos a blancos militares en Venezuela. Ciertamente no lo estamos viendo en Ucrania.

Si algo nos ha demostrado la historia reciente es que la debilidad invita a la agresión. Y el país agresor no tiene necesariamente que ser fuerte económicamente…solo militarmente. No hay ninguna excusa entonces para que un país democrático y en crecimiento como el nuestro, no empiece a invertir en cerrar una brecha de vulnerabilidad que nos puede resultar muy caro en el futuro. La mejor garantía para una paz externa dependerá de nuestra fortaleza.

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