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Hace años le escuché a un Presidente decir que “los vallecaucanos no sabemos pedir”. A lo que el se refería es que aplicábamos la regla de tres, lo que resultaba en que, basados en nuestra proporción de población o Producto Interno Bruto (PIB) reclamábamos mínimo entre el 10-12% de los presupuestos de inversión. Quizás tenía razón en el sentido que por mas justas que sonaran nuestras pretensiones, a la hora de asignar recursos para proyectos de envergadura, lo que se necesita realmente son estudios mínimos de Fase 2, con los cuales se pueda iniciar los procesos de Consejos de Política Pública (Conpes) y Consejos de Política Fiscal (Confis), que a su vez abren paso a procesos licitatorios de obra publica o de concesión.
Y en esto el Valle había estado rezagado…es verdad.
Pero también es verdad que esta realidad ha dado un giro muy positivo en los últimos años. Fruto de un mayor trabajo articulado de los últimos mandatarios, especialmente de la Gobernación del Valle y la Alcaldía de Cali, reforzado por el compromiso decidido de la bancada parlamentaria, y apoyados especialmente por un ente técnico y apolítico como es ProPacífico, el departamento se ha mostrado sólido, unido, y cerrando filas alrededor de proyectos clave para su desarrollo y competitividad.
Solo quiero mencionar dos de gran envergadura: la conexión Pacífico-Orinoquia, que no solo le abre una nueva puerta de comercialización y exportación a toda la zona de los Llanos con su gran riqueza agrícola, ganadera y mineral, sino que pone, en su primer tramo, finalmente al Valle del Magdalena, especialmente a los departamentos de Huila y Tolima, de vecinos del Valle del Cauca. Ofrece también una alternativa costo-eficiente a la conexión de Buenaventura con el centro del país. Este proyecto es equivalente en importancia estratégica, a lo que fueron las Autopistas de la Montaña para Antioquia, o las conexiones a la Costa para Bogotá y los departamentos del Caribe.
La otra gran iniciativa es el Corredor Verde - Tren de Cercanías, que le va a dar una conectividad a cuatro municipios que conforman el área de Cali con una población cercana a tres millones de habitantes. Se aprovecha el tramo férreo ya existente para un sistema de tram/tren ligero eléctrico que ahorrará tiempo y costos de desplazamiento a los usuarios, con una reducción considerable de ruido y emisión de gases efecto invernadero. Articulado al sistema de Transporte Masivo MIO, brindará a la tercera ciudad de Colombia una gran infraestructura de movilidad, asociada al corredor verde más largo del continente.
Ahora bien, todos estos proyectos tienen terminada Fase 2 o están en mitad de ella, como es el Tren de Cercanías, que costaría $6 billones total para los 74 km y 48 estaciones en Cali, Jamundí, Yumbo, Palmira y el Aeropuerto Alfonso Bonilla. Menos de la mitad de la primera línea del Metro de Bogotá. Sobre el tramo entre Florida-Tolima, que incluye el túnel sobre la Cordillera Central, estamos hablando de 23 billones de pesos, que puede ser más costoso que las Autopistas de la Prosperidad de Antioquia, pero se involucran dos departamentos, y es el punto de partida para conectar cinco departamentos y dos distritos, y beneficiar ocho más y el Distrito Capital.
Entonces, volviendo al comentario inicial de la columna, si tendríamos como pedir, ya con estudios en mano y presupuestos ciertos. En todo caso, la licitación de ambos proyectos no debe pasar del próximo gobierno y este debe ser el reto de las fuerzas vivas de la región. Por justicia, pero también por preparación y maduración de los proyectos… le toca al Valle.