.
Analistas 08/02/2023

Chantaje a Bogotá, advertencia al país

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Hay situaciones donde se revelan los verdaderos colores de las personas. Lamentablemente para el país, y para Bogotá, esto ocurrió con el presidente, Gustavo Petro, durante el lamentable episodio de la discusión sobre el Metro elevado la semana pasada. Se mostró autoritario, irracional, y obsesivo, a través de una persona normalmente sensata como el ministro Reyes, quien a todas luces era el portavoz de un mensaje bastante grave y poco democrático: o las cosas se hacen a mi manera o habrá consecuencias.

La génesis del problema nos lleva a la decisión del exalcalde, Enrique Peñalosa, de adjudicar el contrato de la primera línea del Metro con una trazado elevado, contrario a los deseos y a los estudios hechos por su antecesor, el actual mandatario, para quien hacerlo subterráneo era una cuestión de honor. Tan de honor era que fue la razón para que Petro no apoyara a Claudia López en su aspiración a la Alcaldía de Bogotá, dado que ella, con toda razón, argumentara que el contrato ya estaba firmado y que no tenía marcha atrás.

Ahora bien, una vez Gustavo Petro es elegido, busca a toda costa volver al proyecto original y se reúne con la empresa china ganadora de la licitación sin la presencia de la mandataria. Para ese entonces, la Alcaldesa, seguramente pensando en sus aspiraciones políticas más adelante, asume un tono moderado, y permite que el concesionario presente propuestas técnica y legalmente viables. Advierte eso sí, que de hacerse cambios, el sobrecosto lo tendría que asumir enteramente la Nación por ser el peticionario de ellos.

Finalmente, el concesionario pone de presente los riesgos jurídicos de cualquier cambio a lo ya contratado. Se destaca solo una propuesta que con todos los riesgos mencionados, podría tener viabilidad pero su costo adicional llega a la no despreciable suma de hasta $15 billones y se presentarían retrasos de varios años. O sea, una reforma tributaria. Pero a pesar de establecer mesas técnicas entre los gobiernos nacionales y distritales para continuar los análisis, la Alcaldesa reitera que mientras tanto, el proyecto seguirá el curso del contrato, como deber ser. Al mismo tiempo, el Presidente se vuelve públicamente más y más agresivo contra el trazado elevado y es ahí cuando se presenta el “chantaje”.

El ministro Reyes, sin rodeos, advirtió que de no aceparse las modificaciones propuestas, el Gobierno pararía los otros proyectos en la capital en la cual aporta hasta 70% de cofinanciación. El hecho de aludir al “marco jurídico” no le quita la contundencia al desafío. Lo peor, dos días después, el Presidente indica que “acelerará” su viaje a China para poder concretar su propuesta. Es decir, no solo se le dice a la Alcaldesa que hace los cambios o se atiene a las consecuencias, sino que pasará por encima de ella y tratará de arreglar el problema directamente con el gobierno chino.

Al final, todo este insuceso revela mucho del presidente Petro como persona: sus obsesiones irracionales, su desdeño por la institucionalidad y los contratos, y su proclividad a utilizar el chantaje directo como no se había visto nunca antes. Se mostró caprichoso y autoritario…una peligrosa combinación.

Lo que ha pasado con el metro de Bogotá es un campanazo de alerta para el país y para los proyectos de infraestructura que se están desarrollando. La seguridad jurídica en contratos de infraestructura queda en riesgo entonces por la visión particular que tenga el mandatario sobre lo que ya está contratado. Un mensaje nefasto que mina la confianza y que augura demandas y demoras en el horizonte.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA