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Analistas 05/04/2019

Organizaciones, a ejercitarse

Sandra I. Fuentes Martínez
Directora Grupo SAF- Colombia

Desde 1978, la Unesco reconoció el deporte y la educación física como un derecho fundamental y lo exaltó como el lenguaje universal para promover la paz, la tolerancia y la compresión más allá de las fronteras, culturas y religiones. Además, impulsa los valores del trabajo en equipo, la equidad, la disciplina y el respeto; lo cual promueve la solidaridad, cohesión social y la coexistencia pacífica.

El deporte, además de contribuir a la resolución de conflictos y por tanto a la construcción de paz, también se le ha asignado un rol importante en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS, descrita en la Declaración de la agenda 2030, de la siguiente manera: “El deporte es también un facilitador importante del desarrollo sostenible. Reconocemos la creciente contribución del deporte al desarrollo y a la paz en cuanto a su promoción de la tolerancia, el respeto y los que aporta al empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, tanto a nivel individual como comunitario, así como a la salud, la educación y la inclusión social”.

Adicionalmente, el deporte es salud, la inactividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad a nivel mundial; hacer ejercicio tiene importantes beneficios para la salud y ayuda a prevenir las enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes, esto lo advierte la Organización Mundial de Salud.

Si el deporte aporta a la convivencia pacífica, promueve valores, bienestar y salud; este puede ser un gran aliado de las organizaciones para consolidar su cultura organizacional y aportar al desarrollo sostenible. Cada 6 de abril, se conmemora el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz; en esta fecha, hay una oportunidad de recordar estas cualidades del deporte para explotar todo su potencial.

Este potencial ya lo están reconociendo organizaciones que han convertido la actividad deportiva en una obligación laboral para mejorar la productividad, rentabilidad y la convivialidad; lo anterior sustentado en un estudio de la Universidad de Estocolmo que dice que practicar una actividad física durante la jornada laboral proporciona más concentración y reduce el ausentismo laboral. Otras organizaciones subvencionan actividades deportivas o realizan clases físicas durante las horas de trabajo o realizan programas de empleo saludable o equipan sus instalaciones con gimnasios o promueven la conformación de equipos deportivos o realizan talleres de yoga, pilates, entrenamiento personalizado o realizan caminatas ecológicas; por mencionar algunas buenas prácticas que están tomando fuerza en el mundo organizacional.

El brindar el tiempo y el espacio a los colaboradores de la organización para realizar actividad física, comunica que son importantes para la organización e incrementa el sentido de pertenencia. Además, para las nuevas generaciones es un factor diferencial, porque valoran el hacer ejercicio y cuidarse, lo cual será un mecanismo para atraer nuevos talentos.

La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es practicar de 150 minutos a 300 minutos semanales de actividad física moderada para la edad adulta para obtener beneficios en la salud. Estos minutos serían la mejor inversión de las organizaciones en su gente, su salud, su desarrollo humano y movilizaría la coexistencia de la organización y de la sociedad.

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