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Las empresas familiares como se les conoce a aquellas donde la propiedad y/o el control lo detenta un grupo familiar son sin duda un parámetro de referencia y reflexión para el mundo empresarial en general. Sus estructuras simples, jerárquicas y basadas en valores familiares las hacen moverse con agilidad en la toma de decisiones, corrección del rumbo e innovación.
Sagas literarias y series de moda las hacen ver también como sistemas complejos donde las relaciones familiares, los egos, la intriga y la complejidad de sus sistemas de gobierno las llevan al fracaso.
El tránsito generacional, es decir la etapa en que una generación pasa el mando a la siguiente, suele ser igualmente un punto de quiebre donde su fortaleza se pone a prueba y su debilidad las lleva al punto final.
La empresa familiar se ha convertido en la última década en una disciplina autónoma de interés y estudio. No en vano más del 80% de las empresas del mundo pueden ser catalogadas como empresas familiares y llevan consigo el enorme reto de la continuidad, reto que defino como la capacidad de pasar el bastón de mando de una generación a otra en el marco de un proceso de transición generacional ordenado, preservando el legado familiar y empresarial para que continúe en cabeza de las siguientes generaciones.
La continuidad, puede afirmarse, es la piedra angular del desarrollo y evolución de este tipo particular de empresas. La continuidad como el propósito útil de poner al servicio de la familia, de las partes relacionadas y de la comunidad, una unidad empresarial para la generación de riqueza, bienestar y desarrollo a lo largo del tiempo. Empresas movidas por el ánimo de lucro necesariamente, pero con un propósito más allá de mostrar cifras e indicadores, saciar la sed del dividendo o cumplir metas trimestrales para sostener a sus cuadros en las posiciones de dirección y control.
He recibido una amable invitación del Diario La República para compartir notas inspiradoras y de optimismo en la búsqueda continua de elementos de reflexión y herramientas para todas aquellas personas que como yo, vivimos el día a día de las Empresas de Familia, desde sus múltiples ángulos y facetas. A lo largo de entregas periódicas, me propongo desarrollar un modelo de continuidad que he bautizado como CONTINUARÁN … con los tres puntos suspensivos. Un modelo que inicia en el legado como punto de partida de un proceso ordenado de transición bajo reglas de organización y eficiencia que permitan construir acuerdos en el marco de una comunicación eficiente que prevenga el conflicto, facilite la gobernanza en el marco de la ley y el orden, para que al final cuando lleguen la muerte y los impuestos, la Empresa Familiar pueda seguir su ciclo de continuidad.
No será posible tener buen gobierno, si no hay buen Congreso. La reconstrucción del país con quien sea el nuevo presidente, dependerá en gran medida de un parlamento serio, técnico, responsable y ético
Estamos confiados y distraídos mirando un bello atardecer, mientras los atracadores nos distraen y se llevan de calle la democracia y el botín de la hacienda pública
Nuestro compromiso es ser recordados por obras de infraestructura material que dejen un invaluable legado social