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La creciente participación de Colombia en la economía internacional ha sido benéfica. Conlleva incrementos en inversión y empleo, transferencia de tecnología, apertura de nuevos mercados y acceso a fuentes de crédito externo en condiciones favorables. Disfrutar de esas ventajas tiene como contrapartida experimentar una mayor sensibilidad de la economía a perturbaciones provenientes del mundo exterior, algunas de las cuales son de magnitud imprevisible.
La incertidumbre resultante hace necesario incorporar al diseño de la política macroeconómica la capacidad para amortiguar choques externos y para manejar la volatilidad.
Los choques externos que se vislumbran son los provenientes de la normalización de la política monetaria en Estados Unidos y la ralentización del crecimiento económico de China. Estos fenómenos afectan a los países latinoamericanos de manera desigual, dependiendo de la calidad de sus respectivas políticas económicas y de la importancia que tengan sus vínculos comerciales con la China. La menor demanda de minerales por parte de esa nación asiática ha causado una reducción significativa del precio internacional del cobre, por ejemplo.
En la actual coyuntura internacional, es desaconsejable tener una tasa de ahorro interna baja acompañada de una inflación alta. Esa es la situación a la cual se enfrentan las autoridades económicas en Brasil. La salida de capitales ha provocado la devaluación del real. Esto presiona al alza el índice de precios, el cual se sitúa en la parte superior del rango meta. El banco central ha elevado la tasa de intervención al nivel de 11%. Un ritmo de crecimiento endeble y el deterioro de los indicadores fiscales han ocasionado una rebaja en la calificación de la deuda soberana brasileña.
En el caso de Colombia, además de los choques externos mencionados, deben tenerse en cuenta las consecuencias de la crisis económica venezolana. Habida cuenta de la drástica reducción de las exportaciones hacia la nación vecina que tuvo lugar a partir del 2009, el impacto de una disminución adicional sobre el intercambio bilateral sería leve. El reflejo del envilecimiento del bolívar en la tasa de cambio libre ha trastornado los precios relativos y desorganizado el comercio fronterizo. Pero este desequilibrio regional no representa una amenaza de naturaleza macroeconómica.
Los efectos de una postura monetaria menos expansiva por parte de la Reserva Federal han sido incorporados a la tasa de cambio. El incremento registrado en el precio del dólar al iniciarse la normalización de la política monetaria de Estados Unidos fue recibido con beneplácito. Representa un alivio para el sector exportador y para los productores nacionales que compiten con importaciones. Las consecuencias negativas de una menor liquidez internacional pueden verse compensadas con creces por la mayor demanda de productos colombianos que produciría la reactivación de la economía norteamericana. La ralentización económica de la China tendría un impacto modesto sobre el volumen de las exportaciones colombianas.
Conviene tener presente la posibilidad de eventos inesperados. Pero, por ahora, puede afirmarse que Colombia parece ser relativamente menos vulnerable a los choques externos que se perciben en el horizonte.