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Analistas 04/05/2016

Notas de Coyuntura Económica

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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Las perspectivas económicas para el año 2016 lucen menos desfavorables de lo que se percibía en enero.  Algunos de los temores recientes se han moderado, o han resultado  infundados.  La acentuada caída del precio internacional del petróleo  parece haberse detenido.  La decisión de la Reserva Federal de posponer un eventual aumento de la tasa de interés de referencia reduce el riesgo de que ocurra una salida abrupta  de capitales de corto plazo.  El sistema eléctrico nacional logró sortear la amenaza de un colapso.  La corrección observada de la tasa de cambio le ha permitido al aparato productivo del país recuperar segmentos del mercado interno de bienes transables que estaban siendo atendidos por importaciones.     

La economía se está ajustando al deterioro en los términos de intercambio que ha tenido lugar.  Hay una ralentización del nivel de actividad que, sin ser catastrófica, conlleva un ritmo de crecimiento inferior al del potencial de la economía.  El aspecto positivo de la respuesta al choque externo es que el ajuste ha ocurrido hasta ahora de manera ordenada, sin efectos traumáticos sobre el nivel de empleo o el consumo de los hogares.

Dicho esto, subsisten desequilibrios económicos preocupantes, tales como el déficit fiscal, la inflación y el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.  Reducir el déficit externo tomará algún tiempo, pues implica ajustar la economía al nuevo nivel de ingreso.  Tanto el déficit fiscal como el control de la inflación son temas de agenda en el corto plazo.

Corregir el déficit fiscal requiere una reducción significativa del gasto público así como un incremento del recaudo impositivo del gobierno central.  Lograr el adecuado equilibrio entre esos dos requisitos debe ser la meta de la propuesta que se someterá a consideración del Congreso en el segundo semestre.  La puesta en vigencia en 2017 de una reforma tributaria estructural es necesaria para garantizar la estabilidad macroeconómica y para conservar el grado de inversión de la deuda soberana. 

Una inflación anual del orden de 8% supera con creces el límite superior del rango meta fijado por el Banco de la República.  Parte de ese incremento es atribuible al impacto del Fenómeno de El Niño sobre la producción de alimentos.  Pero el excesivo proteccionismo agropecuario también ha hecho su aporte. Fedesarrollo señala que cinco productos, arroz, azúcar, carne de res, leche y pollo, tienen niveles de protección arancelaria que van desde 80% hasta 144%.   Desde el punto de vista de la equidad social, es injustificable el encarecimiento deliberado de los alimentos.  

La defensa del ingreso de los hogares recomienda la adopción de medidas contundentes para frenar las presiones inflacionarias, así resulten controversiales.  Reducir los excesivos aranceles agropecuarios sería la decisión correcta en las actuales circunstancias.  Esa decisión beneficiaría más que proporcionalmente a los sectores sociales de menores ingresos, aunque enfrentaría la inconformidad de gremios influyentes.  Dejando de lado consideraciones de popularidad, lo indicado en este caso es procurar lo que Alberto Lleras Camargo denominaba la distribución equitativa del descontento.
 

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