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Analistas 04/11/2015

Fin de régimen en Argentina

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina representa una derrota para el gobierno. El candidato del oficialismo, Daniel Scioli, tuvo una estrecha ventaja sobre Mauricio Macri, el candidato de la oposición. El partido que se identificaba con la continuidad política del actual gobierno sufrió un descalabro en la provincia de Buenos Aires.  Adicionalmente, perdió en la capital, en Córdoba, Mendoza y Santa Fe. Las encuestas posteriores a las elecciones pronostican la victoria de Macri en la segunda vuelta, por un amplio margen.  

Este retroceso marca el principio del fin para la forma de ejercer el poder que aplicaron Néstor y Cristina Kirchner desde el año 2003. El denominado kirchnerismo es una variante premoderna del peronismo, por medio de la cual, el dinero se utiliza para alcanzar el poder, y luego el poder se utiliza para hacer dinero. Ese esquema, puesto en práctica en la provincia de Santa Cruz, y trasladado después a nivel nacional, les permitió a dos modestos abogados acumular una inmensa fortuna familiar mientras desempeñaban cargos públicos. La vocación venal y plutocrática se encubría con una retórica de izquierda radical.

Los Kirchner intentaron perpetuarse en el poder, intercambiándose  períodos presidenciales entre cónyuges, para obviar los límites constitucionales a las reelecciones indefinidas. Esa estratagema se frustró por la muerte de Néstor Kirchner en 2010. La forma de gobernar de Cristina Kirchner representa la antítesis de la democracia liberal. Es incompatible con la independencia de la rama judicial, los límites al ejercicio del poder presidencial y la transparencia administrativa. Se caracteriza por el talante autoritario, la aversión a la libertad de prensa, el desmantelamiento institucional y la equiparación de las voces disidentes con fuerzas enemigas que deben ser aniquiladas. Ese es el significado de la consigna ‘Vamos por Todo.’

Los organismos técnicos del Estado han sido intervenidos por militantes políticos y puestos al servicio de intereses partidistas.  La entidad oficial de estadística falsea los datos de nivel general de precios y los índices de pobreza.  El banco central ha tenido cinco gobernadores entre 2003 y 2015. La misión del banco, de defender el valor de la moneda, se modificó para asignarle funciones de desarrollo.  Una vocera del banco central llegó a afirmar que la emisión monetaria no tenía efectos inflacionarios. 

Cristina Kirchner deja una economía estancada, llena de controles, con un déficit fiscal de 8% del PIB y una inflación del orden de 30% anual. La aplicación discrecional de barreras a las importaciones ha creado fricciones con los socios comerciales de Argentina, en particular con Brasil. Se requiere hacer un ajuste para corregir las numerosas distorsiones económicas existentes, pero ella prefiere irse sin pagar la cuenta, dejándole el costo político del ajuste a su sucesor.

El fin del régimen kirchnerista conlleva la pérdida de un aliado incondicional del socialismo bolivariano. Para América Latina, se abre la perspectiva de que el próximo gobierno argentino sea menos conflictivo y más compatible con la democracia liberal. 

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