Populismo para dummies

El mundo entero vive circunstancias complejas después de la pandemia. Hambre, desempleo, desconcierto y también desinformación.

Colombia, con sus errores y vacíos, ha sido una muralla impasable que ha impedido que las ideas populistas se tomen toda la región latinoamericana. Sin embargo, hoy, ese muro de contención se encuentra amenazado por un caballo de Troya que aprovecha el dolor dejado por la pandemia. Dice Mario Vargas Llosa que “El comunismo ya no es el enemigo principal de la democracia liberal, sino el populismo”. Y el populismo no es una ideología o forma de gobierno, sino más bien una herramienta que degenera la democracia y la enferma casi de muerte porque vuelve frágiles las instituciones mientras “sacrifica el futuro de una sociedad por un presente efímero”. (El estallido del populismo, Mario Vargas Llosa).

El populismo promete solucionar grandes problemas mundiales con una estocada de magia que en el largo plazo termina siendo un engaño. Usa el dolor y la división para hipnotizar a la población con ideas irrealizables que luego se traducen en más sufrimiento y miseria. En las siguientes columnas me dedicaré a desmantelar muchas de las propuestas populistas que, sin duda, alguna destruiría casi instantáneamente lo que con tanto esfuerzo hemos logrado construir.

1. Imprimir billetes: El engaño es la premisa de los populistas, es por eso que resulta fácil decirles a los colombianos en situación de pobreza a raíz de la pandemia, que la solución a su problema es imprimir billetes. El papel moneda no es riqueza, es un medio de pago que además se rige por las leyes de la oferta y la demanda. Imprimir dinero haría que el papel moneda perdiera todo su valor, aumentando la inflación, ósea, el costo de todo, pues la riqueza no depende del número de billetes emitidos, sino de la producción. Es decir, podemos mandar a imprimir tiquetes de avión para todos los colombianos, esto no significa que existan suficientes aviones para llevar a todo el país, así que el tiquete perderá su valor por completo. Algunos casos de política comparada nos pueden servir para mirar la realidad de los países que adoptaron este tipo de propuestas. Zimbaue con Robert Mugabe, declaró ilegal la inflación mientras imprimía billetes y alcanzaba una hiperinflación de 26.470,8%.

Alemania en los periodos posteriores a la guerra, llamados la República de Weimar, imprimió papel moneda para hacer frente a las dificultades ocasionadas por la guerra llegando a una hiperinflación que hizo que su moneda colapsara. Para esta época los soldados alemanes, utilizaban las cajetillas de cigarrillos de los soldados estadounidenses para comprar productos y servicios.

Perú, teniendo como presidente a Alan García, adoptó también esta costumbre populista que se tradujo en aumentos de precio de bienes básicos de hasta 1.722%. Otros países como Argentina y Venezuela han implementado esta medida económica, llevando su país a la miseria y la pobreza. Inclusive, llega un momento en el que los mismos ciudadanos desprecian la moneda y espontáneamente la sustituyen por otros objetos o monedas como el dólar.

2. Cambiar petróleo por aguacates: Otra característica de los populistas es el uso de frases y palabras cautivadoras, pero sin fondo. Cambiar el petróleo por aguacate hass. Sólo en impuestos, entre 2005 y 2015 la industria del petróleo aportó $200 billones. Además, 30% de la generación eléctrica es con gas y más de siete millones de hogares, en especial de bajos recursos, usan gas natural. “Para que el Estado pueda recaudar $20,1 billones, el estimado de lo recibido en 2017 por el petróleo, en impuestos por la producción de aguacate, tendría que hacerlo solamente vía el impuesto de renta porque el aguacate por obvias razones no tiene regalías, y asumiendo el rendimiento por hectárea promedio del país que es de 9,3 toneladas, un precio por kilo de exportación de $6.000 y una utilidad antes de impuestos de 25% sobre la venta, nos daría que para compensar el ingreso fiscal del petróleo, se necesitarían 4.367.586 hectáreas de aguacate.

El problema es que el aguacate hass, que es el único que se exporta, se produce entre los 1.800 y los 2.200 MSNM, y aún sembrando toda la tierra que hay en este piso térmico se estaría lejos de completar las hectáreas necesarias” (https://www.larepublica.co/ analisis/francisco-mejia-sendoya-400938/petroleo-vs-aguacate-2708592). Hay que sembrar el petróleo, decía el economista Arturo Uslar Pietri. Noruega, un país pobre en 1900, lo hizo; y luego de encontrar petróleo, creó el soberano de inversión más grande del mundo superando el billón de dólares.

Esto le ha permitido mantener su estado de bienestar mediante la diversificación de inversión e inclusión en energías renovables y empresas verdes. Es cierto que Colombia debe dejar de depender de la economía extractiva, pero el cuento no es sembrando aguacates ni poniendo aranceles. Potencializar la agricultura no implica dejar de tajo las demás fuentes de ingreso.

Las redes sociales tienen una virtud importante en la actualidad y es la capacidad de permitir indagar sobre lo dicho, aun cuando los populistas cambian constantemente de parecer según el viento de la cometa. Es el caso de las afirmaciones sobre la propuesta de cambiar el petróleo por el aguacate y de claudicar todas las exploraciones de crudo en el país.

La eficiencia que tienen los populistas para dividir es innegable, entonces terminamos separados: los negros y los blancos, los que creen y los que no creen, las mujeres y los hombres, los hijos y los padres, los que siembran aguacate y los que tiene empresas de petróleo. “Una de las dificultades mayores para combatir el populismo es que apela a los indistintos más acendrados en los seres humanos, el espíritu tribal, la desconfianza y el muerdo al otro, al que es de raza, lengua o religión distintas, la xenofobia, el patrioterismo, la ignorancia”. (El estallido del populismo, Mario Vargas Llosa).

El populismo es la medida mediocre de los líderes que son incapaces de ganar votos y seguidores con ideas y propuestas realizables. No permitamos que nos gobiernen las mentiras.