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Analistas 20/06/2017

Economía e innovación

Roberto Rave Ríos
Presidente ejecutivo Laick - Cofundador Libertank
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Los últimos años no han sido fáciles para la economía de Latinoamérica. Su nefasta dependencia de las materias primas, la corrupción como factor común en los gobiernos y la inestabilidad política han hecho estragos en el progreso económico de la región. Nuestras economías siguen esperando el aumento en la demanda de materias primas de países desarrollados como China y Estados Unidos, además países como Colombia desaprovechan su riqueza natural generando una dicotomía entre medio ambiente y explotación de recursos naturales o entre medio ambiente versus competitividad. 

Bien menciona el profesor de Harvard, Michael Porter, que “la mejora medio ambiental no debe entenderse como una regulación molesta, sino como una parte esencial de la mejora de la competitividad y la productividad”. Tampoco debe entenderse como obstáculo pues países como Noruega han logrado el crecimiento económico a partir de una minería responsable con el medio ambiente.

 Lo que más preocupa no es la explotación ineficiente de recursos, sino el enfoque. Nuestras economías le apuestan más a los recursos naturales que a los recursos humanos. Una muestra de esto es lo reflejado en el último informe presentado por la Universidad de Cornell, y las firmas Insead y WIPO. Este informe se traduce en un indicador denominado Índice Global de Innovación y proporciona indicadores detallados de los resultados de la innovación en 127 países y economías de todo el mundo. 

Mediante los 81 indicadores del índice, se analiza un amplio panorama de la innovación, que comprende “el entorno normativo, la educación, la infraestructura y el grado de desarrollo empresarial”, mencionan los creadores del estudio. Ninguno de los países de la región se encuentra entre los primeros 45 lugares de este escalafón liderado por Suiza, Suecia, Países Bajos y EE.UU. El estudio resalta un gran atraso en la capacidad innovadora de los países en “vía de desarrollo” versus los países desarrollados, además llama la atención sobre el mediocre avance de la región en actividades de investigación y desarrollo tanto a nivel empresarial como estatal. 

En promedio, los países miembros de la Ocde gastan 2,4% de su PIB en ciencia tecnología y desarrollo, ningún país de la región se acerca a esta meta. Por ejemplo, Colombia direccionó para estas labores en 2015 cerca de 0,627%, según cifras del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología.

 En conclusión, el enfoque económico de nuestra región, puntualmente de países como Colombia, genera angustia. La brecha económica entre Latinoamérica y los países desarrollados se ve reflejada también en el deplorable atraso de la capacidad innovadora. Nuestras economías parecen no entender que la apuesta debe centrarse en sus recursos humanos, teniendo en cuenta además, que las cinco empresas más valiosas del mundo, son de orden tecnológico.

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