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Analistas 31/03/2016

El Niño y el seguro agrícola

Roberto Junguito
Exministro
La República Más
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La sequía que trajo consigo el Fenómeno de El Niño es, en gran medida, responsable del incremento de los precios de los alimentos que se han venido presentando y que han estado jalonando la inflación. Como lo señalaron los datos sobre el crecimiento del PIB del 2015, si bien es cierto que la agricultura registró un crecimiento positivo y superior al 3% anual, este estuvo originado, casi exclusivamente, en la producción de café pues los otros cultivos o sea los responsables de la producción de alimentos registraron una disminución. Para el año en curso, como consecuencia del el Fenómeno del Niño y su impacto adverso en la producción de alimentos e inclusive en la producción cafetera nacional los agricultores continuarán viéndose afectados adversamente por el impacto de la sequía. Según los especialistas, el Fenómeno de El Niño ha comenzado a ceder y se espera una normalización de las lluvias a partir del mes de abril.

Lo sucedido en el año 2010 con las inundaciones de ese entonces y lo ocurrido el año pasado con la sequía originada con el Fenómeno de El Niño indica la importancia de fortalecer los esquemas de protección de los agricultores frente al riesgo de sus cosechas. La evidencia empírica que se deriva de correlacionar el crecimiento de la producción con el clima confirma que en Colombia los fenómenos climatológicos extremos como las sequías o las olas invernales efectivamente inciden adversamente en la producción agrícola colombiana. 

Una forma de proteger a los productores agrícolas frente al impacto adverso que tiene el clima en sus ingresos es estimulando las coberturas de los riesgos con seguros agrícolas. La Ley 69 de 1993 estableció el seguro agropecuario en Colombia y creó, además, el Fondo Nacional de Riesgos Agropecuarios. Desde entonces, se han venido desarrollando regulaciones que buscan incentivarlo. El principal mecanismo de estímulo ha sido el subsidio a las primas. Este fluctúa entre el 60%-80%, según tamaño del productor. Sin embargo, el desarrollo del seguro en Colombia ha sido muy lento. La penetración del seguro alcanza el 1,7% de las hectáreas cultivadas y solo seis compañías ofrecen el seguro agrícola en el país.

Un caso particularmente interesante en términos del desarrollo del seguro agrícola es el de México. Se considera que sería el más ejemplar para Colombia. Comprende un esquema mandatorio de aseguramiento para tener acceso al crédito. Esto implicaría que para recibir los créditos con redescuento de Finagro, los medianos y grandes agricultores estarían obligados a asegurar sus cultivos. El seguro en México, al igual que en Colombia, se apoya con subsidios a las primas de los seguros comerciales que ascienden a un 60%. 

Además de esto, allí el aseguramiento comercial se suma a un sistema de apoyo de seguro con cobertura universal a los agricultores más pequeños mediante el programa Cadena. Este se desarrolla por medio de un esquema de seguros por índice o climáticos y su financiamiento proviene del presupuesto nacional y municipal o estatal. Asimismo, existe un esquema adicional de apoyo post desastre a los agricultores con recursos públicos pero únicamente para el financiamiento de bienes públicos y no para refinanciar los créditos de los agricultores. En México también se contratan, por parte del gobierno, créditos contingentes y bonos catastróficos frente a desastres naturales. Debemos estudiar y adaptar para Colombia la exitosa experiencia mexicana con los seguros agrícolas.
 

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