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Analistas 13/08/2023

Consejos vendo que para mí no tengo

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

En las empresas, en los deportes, así como en la vida de las personas, cuando se enfrentan situaciones de alta complejidad y crisis, la batalla se empieza a perder con la desesperanza. El pensamiento de derrota lleva a decisiones desesperadas o en el otro extremo con actitud pasiva, falta de motivación y a una disminución de esfuerzos para lograr nuevas realidades que mantengan la integridad y el funcionamiento. Las personas y los equipos desesperanzados encuentran siempre miedos y dificultades para enfrentar desafíos, para buscar soluciones y para persistir en la consecución de sus objetivos. Es un fracaso anticipado, una rendición y lo que es peor, la destrucción de futuro.

El otro plato en la balanza es afrontar con toda la energía los desafíos pese a los diagnósticos y probabilidades, así como lo hacen equipos de alto desempeño, donde siempre hay un líder inspirador que logra hacer una conexión entre la confianza, la fe, la esperanza y el optimismo que genera alternativas de solución creativas, cohesión en los miembros de los equipos y acciones audaces que le apuesten al éxito.

La fe ciertamente tiene relación con la espiritualidad de las personas y proporciona una base de esperanza en la adversidad. La creencia en una energía superior, en un propósito mayor o en un plan divino brinda consuelo y confianza en que, a pesar de las dificultades evidentes, hay alternativas de solución y posibilidades de éxito. Así mismo, la fe ayuda a mantener la esperanza en la adversidad al proporcionar un sentido, un significado y un propósito, que también en caso de fallar ayudará a las personas y equipos en la resiliencia.

El optimismo se manifiesta a través de la actitud mental positiva hacia la vida y hacia el futuro. Las personas optimistas son las que ven oportunidades en lugar de obstáculos y están dispuestas a enfrentar los desafíos con una mentalidad constructiva y visión de un futuro triunfante. Esta actitud positiva puede influir en los resultados extraordinarios de varias maneras: generando en las personas motivaciones para luchar y alcanzar metas, fomentando la persistencia ante la adversidad, optimizando las relaciones interpersonales y generando compromiso.

La esperanza es la creencia en un futuro mejor, en el éxito de la lucha y la confianza en la capacidad de superar obstáculos, factores determinantes para el éxito. Es motivar a las personas a dar “la milla extra”, es seguir adelante en la adversidad ocupando el tiempo en encontrar soluciones innovadoras. La esperanza también está relacionada con la resiliencia, para que las personas y equipos puedan sanarse, recuperarse, crecer y aprender.

La teoría es de alto sentido común; los psicólogos tienen metodologías y los consultores empresariales han desarrollado herramientas para identificar los grados de conocimiento, conciencia y habilidades para los progresos e identificar bloqueos, pero nunca estas podrán generar actitudes, enseñar principios y espiritualidad para poder tener personas y equipos que desarrollen la fe, sean optimistas y tengan esperanza para poder transformar realidades y mucho menos a que obtengan logros extraordinarios más allá de la lógica y de la realidad convencional.

En el lado ganador, hay personas con principios que persiguen propósitos superiores; y en lado convencional, hay personas con estudios, probabilidades, diagnósticos y tendencias que sirven más para amparar sus decisiones derrotadas e inactividad, mientras que para los “ingenuos” esa misma información les sirve para hacer estrategias audaces que con fe, optimismo y esperanza implementan estrategias que inspiran y triunfan.

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