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Analistas 10/09/2016

¿La paz o no la Paz? ¿Es esa la cuestión?

Pilar Ibáñez
Consultora bienestar organizacional
La República Más
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Oyendo y leyendo las miles de opiniones que se han transmitido a partir de la suscripción del Acuerdo de Paz, surgen muchas preguntas, pues unos proponen votar por el sí, otros por el No, muchos sin saber el sí o el no a ¿Qué?, ¿Al acuerdo?, ¿A la Paz?, ¿A la Paz de Santos?, ¿A qué?

En medio de este caos recuerdo el gran dilema del famoso monólogo de Hamlet de Shakespeare,  que el pobre en medio de su confusión decía “Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Qué es más noble para el alma sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a ella, encontrar el fin?”. Sin duda, un gran texto que refleja la situación actual en Colombia. Si hiciésemos una pequeña modificación y lleváramoslo a nuestra situación, la pregunta sería así. ¿La paz o no la Paz? ¿Es esa la cuestión? Será mejor sufrir injusticias, o hacer algo al respecto yendo en contra de lo que estamos acostumbrados a vivir. 

Explico mi versión de Hamlet de la Paz. Creo que ningún ser humano lo suficientemente coherente diría no a la Paz, ya que sería como escoger entre la felicidad o la tristeza. Y aunque hay personas que ya están acostumbradas a la guerra y a la tristeza porque la zona de confort y la monotonía de la vida los ha llevado a la inmovilidad, es obvio que tampoco quieren la guerra así como tampoco querrían la tristeza. Entonces, creemos que todos los colombianos dirían sí a la paz. 

El tema aquí muy interesante es que a la paz se le ha puesto un apellido, el apellido del esposo, de quien la mantiene…. Y allí tenemos el gran problema. La paz no es de Santos o no Santos. La paz es la paz. La paz no es de un acuerdo a no acuerdo, es la Paz. No es posible cargarle un concepto, derecho y deber de los ciudadanos a una persona, ya sea que caiga bien o mal. La Paz es de todos los ciudadanos y se construye cada día con los hechos, acciones y comentarios que hacemos a los demás e incluso a nosotros mismos. 

Eso significa que como explicaba en la segunda parte el texto de Hamlet, la paz es de aquellos que la quieren, de los que están día a día luchando contra las injusticias, la corrupción, las dicotomías, la falta de trabajo, la desigualdad, la intolerancia, la violencia. 

La paz es de aquellos que luchan por ella, de los que todos los días se levantan a contribuir con iniciativas, ideas y conocimiento y que están constantemente despertando a un país en el que muchos están como hipnotizados por las malas noticias, por las quejas, críticas y juzgamientos. Claro, pero es que es más fácil criticar, juzgar y quejarse, porque solo hay que sentarse detrás de un computador o frente a un televisor a decir cómo deberían ser las cosas, sin ser capaces de pararse y hacer las cosas de forma diferente. Sería excelente que llegara un día en el que al prender el noticiero encontráramos gente resolviendo problemas, llegando a diálogos, concertaciones, consensos. 

Adicionalmente, si el tema de debate es el acuerdo de paz, se les invita a todos a leerlo, primero leerlo, ya que muchas personas hablan del sí o del no, pero ni saben ni entienden a qué. Así que primero leer, y después de una observación profunda, con criterio suficiente decir si se está de acuerdo o no. Sea cual sea la posición deberá ser respetada en un país en que el la libertad de expresión, pensamiento y libre desarrollo de la personalidad se permite.  

Teniendo en cuenta esto se hace un llamado a todas las personas a leer, observar, sacar sus propias conclusiones, respetar las ideas y opiniones de los demás. También este llamado es a construir, ya que un papel no cambiará nuestra historia si no empezamos a respetar a cada individuo por el ser humano que es, y así como dicen los cuatro acuerdos: a comunicarnos de forma asertiva, siendo impecables con las palabras; a no hacer suposiciones sino leer; a no tomarse todo personal; y a dar la mejor versión de nosotros mismos siendo coherentes con lo que realmente queremos. Sobre todo a no seguir diciendo un no o un sí a la paz, ya que esa no es la cuestión.

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