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Analistas 20/10/2025

IA en talento humano: ¿Revolución o pesadilla para los candidatos?

Pilar Ibáñez
Psicóloga organizacional y conferencista

Como experimento personal, quise analizar la experiencia de los usuarios que participan en procesos de reclutamiento en empresas que ya utilizan inteligencia artificial, IA, para realizar los filtros de selección. El resultado fue una mezcla de fascinación y frustración. Algunos candidatos destacaron la eficiencia del proceso: respuestas inmediatas, entrevistas automatizadas y tiempos de espera reducidos. Pero otros describieron auténticas pesadillas: sistemas que los descartaban sin explicación, entrevistas grabadas con bots sin contacto humano, y la sensación de ser evaluados por un algoritmo que no entendía sus emociones, ni su historia, ni su potencial.

Existe un dilema actual en la utilización de la IA al talento humano: una herramienta poderosa que promete objetividad, rapidez y eficiencia, pero que también puede deshumanizar los procesos si no se implementa con criterio ético y empatía. Hoy, los algoritmos no solo leen currículos: analizan tono de voz, lenguaje corporal, patrones de comportamiento y hasta probabilidad de permanencia en una empresa. Hay herramientas como Avature, Eightfold o Textio ya ayudan a las organizaciones a filtrar candidatos, optimizar descripciones de cargos y medir compatibilidad cultural. En el onboarding, chatbots internos dan la bienvenida y resuelven dudas; en la capacitación, sistemas inteligentes recomiendan cursos personalizados según fortalezas o brechas.

Incluso, algunas empresas están usando IA predictiva para anticipar renuncias o detectar señales tempranas de agotamiento. Todo parece indicar que la revolución llegó para quedarse. Entre los principales beneficios destacan la eficiencia y el ahorro de tiempo: automatizar tareas repetitivas libera al equipo de RR.HH. para concentrarse en lo estratégico. La IA también aporta capacidad analítica, al procesar grandes volúmenes de datos y ofrecer decisiones basadas en evidencia.

Sin embargo, la realidad muestra que no todo es tan prometedor. La mala calidad de los datos con los que se entrenan los modelos puede perpetuar los mismos sesgos que se intentan erradicar. Un algoritmo alimentado con datos históricos, donde predominaban hombres o perfiles específicos, tenderá a repetir ese patrón. Varios candidatos relataron sentirse descartados sin justificación. “No supe por qué me eliminaron; ni siquiera hablé con una persona”, dijo una entrevistada en mi experimento.

Además, existe una creciente pérdida del contacto humano. Cuando las entrevistas son grabadas por un bot, el proceso se vuelve frío, impersonal. La empatía, elemento esencial del liderazgo y del reclutamiento, desaparece tras una pantalla. En el experimento que hice debí hablar con varios bots, y créeme fue la peor experiencia del mundo.

La privacidad es otro riesgo: los sistemas manejan información sensible (voz, expresiones, antecedentes) y, si no se protege adecuadamente, puede ser utilizada o filtrada de manera indebida. Finalmente, el exceso de automatización puede generar ansiedad laboral y sensación de vigilancia permanente. En vez de empoderar, algunos empleados sienten que están siendo “monitoreados por una máquina”.

Así que, el éxito no depende solo de la tecnología, sino de cómo se usa. Las organizaciones deben garantizar la supervisión humana en las decisiones críticas; asegurar transparencia y explicabilidad en los algoritmos; y aplicar políticas de protección de datos rigurosas. Al final es que la IA con el acompañamiento humano, tenga alma detrás.

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