Era predecible, supongo, que los ‘austeritarios’ de Europa clamarían reivindicación al primer indicio de una mejora económica. No obstante, la columna de opinión de Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas de Alemania, donde clama reivindicación completa porque Europa ha tenido (cuéntelos) un trimestre de crecimiento, es bastante increíble incluso para las expectativas.
Se requiere bastante “chutzpah” (¿tienen esa palabra en alemán?) para afirmar que se trata de un récord de preparación exitosa para una transformación estructural. ¿Qué hay con todos los medios de subsistencia destruidos, y en algunos casos vidas destruidas? ¿Qué me dicen de los millones de jóvenes europeos que siguen sin tener esperanza de encontrar un trabajo decente?
Particularmente, me ofende profesionalmente la afirmación del Sr. Schäuble de que Europa está siguiendo la receta de Suecia de principios de la década de 1990 y la de Asia de finales de ese decenio. Esas recetas conllevaron grandes devaluaciones monetarias, no la lenta y penosa “devaluación interna” que supuestamente está pasando en países de la periferia de Europa. Y, tal como lo he enfatizado varias veces, las economías asiáticas rebotaron rápido, con nada parecido a la aparentemente interminable depresión en gran parte de Europa.
Lo que tenemos que comprender aquí, empero, es que en este punto no es sólo una cuestión de ideología: están en juego egos y carreras.
La evidencia sugiere que los austeritarios de Europa hicieron algo terrible, arruinando la vida a millones. Nunca lo admitirán; aprovecharán cualquier cosa que les dé una salida.
Frente a sus narices
Al igual que yo, el economista Antonio Fatas está pasmado con la aparente incapacidad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) para siquiera contemplar la posibilidad de que el deficiente desempeño económico de Europa sea resultado de la austeridad fiscal.
En cierto nivel, por supuesto, es perfectamente entendible. La Ocde, en general, y Pier Carlo Padoan, en particular, como economista en jefe, fue de los primeros y principales defensores de la austeridad; podemos ver por qué no quieren admitir que, de hecho, estaban llevando a Europa al desastre.
Aun así, como que es deprimente. Lo que acabamos de tener en la eurozona es lo más cerca que probablemente estaremos de un experimento natural de política fiscal, y los resultados apoyan abrumadoramente una visión keynesiana. Esperaríamos cierto reconocimiento, cierta revisión de puntos de vista.
Pero así no funciona el mundo. George Orwell lo sabía bien. De su ensayo, “In Front of Your Nose”: “El punto es que todos somos capaces de creer cosas que sabemos que no son ciertas, y luego, cuando finalmente nos demuestran que estamos equivocados, de torcer los hechos descaradamente para mostrar que tenemos razón. Intelectualmente, es posible seguir con este proceso por tiempo indefinido: el único freno es que tarde o temprano una creencia falsa se topa con una sólida realidad, normalmente en un campo de batalla … Ver lo que está frente a nuestras narices requiere una lucha constante”.
Y no muchas personas influyentes están en ese tipo de lucha.