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Los conservadores modernos nos han venido mintiendo sobre los impuestos muy desde el comienzo de su movimiento. Inventaron historias para llorar sobre granjas familiares arruinadas por pagar los impuestos de sucesión, promesas mágicas sobre recortes fiscales al autofinanciamiento y cosas así el estilo que datan desde los setenta.
Sin embargo, con el presidente Trump la venta de recortes fiscales ha llevado las cosas a un nivel totalmente nuevo, tanto en términos de la audacia de sus ideas como de su cantidad.
Tanto la profundidad como el alcance de la deshonestidad hacen que sea difícil, incluso para aquellos de nosotros que hacemos esto para ganarnos la vida, seguirle el paso.
De hecho, cuando me propuse hacer una lista de las mentiras más grandes, pensé que serían seis o siete, y acabé sorprendido ante el hecho de que logré identificar diez.
Así que pensé que sería útil, tanto para mí como para los demás, hacer un acordeón: una descripción bastante amplia de las diez mentiras que Trump y sus aliados están diciendo, qué es lo que dicen y cómo sabemos que son mentiras. Probablemente se me vaya algo y lo más seguro es que otra nueva mentirota haya aparecido en Twitter para cuando haya publicado esto. No obstante, hacemos lo que se puede. Así que aquí vamos.
Primera mentira: Estados Unidos es el país que paga más impuestos en el mundo.
Esta es Especial de Trump: la ha dicho muchas, pero muchas veces. Cada vez quienes se dedican a revisar los hechos se han amontonado para decir que es falso. Según datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, el impuesto promedio como porcentaje del producto interno bruto en los países avanzados es del 34,3%. En Estados Unidos, es del 26,4%.
¿Por qué Trump sigue repitiendo la que para este momento ya debe saberse que es una mentira flagrante? Sospecho que tiene que ver con el poder: disfruta demostrando que puede mentir reiteradamente con todos sus dientes, que lo atrapen en la mentira una y otra vez y que a pesar de ello sus seguidores todavía le crean a él y no a los medios de las “noticias falsas”.
Segunda mentira: El impuesto de sucesiones está destruyendo la vida de los agricultores y camioneros.
Las historias de las granjas familiares que batallan y se terminan porque los sobrevivientes no pueden costear los impuestos al morir el patriarca, han florecido durante décadas, a pesar de la ausencia de ejemplos.
No quiero decir que los ejemplos sean solo extraordinarios: me refiero a que los defensores del impuesto de sucesiones no han podido darnos uno solo desde, por lo menos, finales de los setenta, cuando los niveles de exención se elevaron a los dos millones de dólares en dólares del día de hoy.
Recientemente, Trump le dio un nuevo giro, diciendo que el impuesto de sucesiones es una carga terrible para los trabajadores camioneros. Porque, ¿quién no tiene una flotilla de camiones de US$11 millones?
La realidad, según los datos del Centro sobre Presupuestos y Prioridades de Políticas, es que solo una pequeña cantidad de herencias muy grandes pagan un impuesto, y solo una diminuta fracción de esas herencias que pagan impuestos son pequeños negocios o granjas familiares.
De hecho, debido a que el transporte y el almacenamiento constituyen solo el tres por ciento del PIB y la agricultura menos del uno por ciento, parece muy posible que este año solo dos o tres camioneros y ni un solo agricultor tengan que pagar impuestos de sucesión.
Tercera mentira: Los impuestos de las entidades fiscales de traspaso son una carga para las pequeñas empresas.
La mayoría de las empresas en Estados Unidos, al menos para efectos fiscales, no son lo que normalmente consideramos sociedades anónimas sujetas a impuestos sobre las ganancias. En cambio, son sociedades, empresarios individuales y sociedades anónimas “S”, cuyas ganancias solo se “transfieren”, lo cual quiere decir que se cuentan como parte del ingreso personal de sus propietarios y que se gravan de conformidad con ello.
Trump quiere cambiar eso y permitir que los propietarios solo paguen un impuesto del 25% sobre los ingresos de las entidades fiscales de traspaso, sin que se cobren más impuestos. Esto se está poniendo en la ley como una reducción a la carga de los propietarios de pequeñas empresas muy trabajadores.
Sin embargo, como ha explicado el Centro de Políticas Fiscales, muchos hogares de ingresos medios que son propietarios de entidades fiscales de traspaso no dirigen empresas; por lo general, solo obtienen una pequeña fracción de su ingreso de estas entidades. “En cambio, pueden recibir un ingreso ocasional por la renta de una casa de vacaciones o la venta de minucias en eBay, que declaran como ingreso familiar”, según un informe de Frank Sammartino, alto miembro del Centro de Políticas Fiscales.
Los propietarios de ingresos elevados de dichas entidades, en cambio, obtienen mucho dinero de ellas, pero no son gente de pequeñas empresas que están batallando. Según Sammartino: “Este grupo de ingresos elevados se compone de médicos, abogados, consultores y otros profesionistas y, en su extremo máximo, son socios de fondos de cobertura u otras firmas de inversión”.
Claro está que estas son las personas que ganarían enormes cantidades con la propuesta de Trump. La gran mayoría de los estadounidenses están en una categoría impositiva del 15% o menos, de tal modo que incluso si controlan una entidad fiscal de traspaso, la categoría impositiva de Trump no tiene ningún valor para ellos.
Sin embargo, las personas físicas con ingresos elevados ganarían bastante al pagar un 25% en lugar de las tasas mucho más altas que pagan al margen, del 39,6% en este momento. Además, también tendrían un fuerte incentivo para reorganizar sus asuntos de tal modo que una mayor parte de su ingreso aparezca en sus transferencias. Esto no daría por resultado la creación de pequeñas empresas ni tampoco crearía trabajos; solo sería evasión fiscal. Eso es lo que ocurrió cuando Kansas trató de hacer algo similar y tuvo un lugar importante en el desastre fiscal de estado.
Así que esta no es una exención tributaria para pequeñas empresas, sino que es una exención para, sorpresa, las personas físicas acaudaladas.
Cuarta mentira: Recortar los impuestos sobre las ganancias beneficia a los trabajadores.
La incidencia fiscal es un tema que causa dolores de cabeza, en el mejor de los casos, y mi juicio es que incluso los expertos en políticas fiscales se quedaron rezagados pensando en las implicaciones de los mercados globales de capital para el tema. Sin embargo, me parece que hay una forma de acabar con al menos una parte de la confusión.
Pensemos en lo que ocurre si se recortan los impuestos a las ganancias corporativas. El impacto inmediato es que las sociedades anónimas tienen más dinero. ¿Gastarán ese dinero extra en contratar a más trabajadores o aumentar sus salarios?
Seguramente no por la bondad de su corazón ni en respuesta a las demandas de los trabajadores, porque en estos días a nadie le importa lo que piensen los trabajadores.
Ahora bien, podrían estar inclinadas a invertir más, aumentando la demanda de trabajo y, con ello, elevando los salarios indirectamente mientras compiten para bajar las ganancias antes de impuestos. Sin embargo, hay un par de resbalones importantes en esta historia.
Primero, buena parte de las ganancias corporativas no son un retorno de capital físico y no se competirá para disminuirlas si el capital se abarata. Apple, Google, Microsoft y otras obtienen sus ganancias de las ventajas tecnológicas, sus nombres de marca y su poder de mercado; recortar los impuestos a estas ganancias solo deja a sus propietarios con más dinero.
Segundo, para aumentar los salarios un recorte fiscal debe elevar las reservas de capital en general, lo cual quiere decir que debe conducir a un gasto en inversión total más elevado. ¿De dónde proviene el dinero para ese aumento? Es improbable que los recortes fiscales eleven los ahorros nacionales.
El dinero podría provenir del extranjero, a través de la entrada de capitales. Sin embargo, la otra cara de esas entradas de capital sería un mayor déficit comercial —que dista de ser lo que los proponentes de los recortes fiscales están anunciando— y en cualquier caso tener déficits comerciales en la escala requerida es algo mucho más problemático de lo que la gente parece darse cuenta. El dólar tendría que aumentar rápidamente, y la fortaleza del dólar por sí misma desalentaría la inversión extranjera, ralentizando con ello el proceso de los aumentos de salarios.
Así que, durante un periodo extendido, al menos cinco años, quizá mucho más, los recortes de impuestos a las ganancias son buenos para los propietarios de corporaciones. Para los trabajadores, no tanto.
Quinta mentira: Repatriar las ganancias al extranjero creará empleos.
Para efectos de los impuestos, las sociedades anónimas tienen mucho dinero en paraísos fiscales. Los que abogan por recortar los impuestos siempre alegan que los tipos impositivos más bajos o la amnistía fiscal traerá el dinero a casa y creará muchos empleos.
Antes que nada, no hay realmente una pila de dinero en efectivo al estilo de Scrooge o Rico McPato escondida en el extranjero, lista para ponerse a trabajar si el recaudador de impuestos lo permite. Esas cuentas en el extranjero son solo dispositivos contables, que tienen muy poco efecto verdadero. Muchas de las empresas con enormes reservas de efectivo en el extranjero también tienen una gran cantidad de dinero sin invertir en casa. Lo que los detiene es la falta de oportunidades percibidas, no el flujo de efectivo. Así mismo, incluso aquellos que no tienen excedentes de capital pueden pedir préstamos fácilmente a tasas de interés cercanas al récord del nivel más bajo. Recordemos: siempre pueden usar el efectivo en el extranjero para asegurar sus préstamos.
Además, contamos con evidencia empírica sólida en este caso. En 2004, Estados Unidos promulgó la Ley de Inversiones Nacionales, que ofrecía una exención de impuestos por repatriar ganancias en el extranjero de multinacionales estadounidenses. El estudio cuidadoso de sus efectos nos dice que: “Las repatriaciones no conducen a un aumento en la inversión interna, el empleo o la Investigación y el Desarrollo; incluso en las empresas que cabildearon para que la exención de impuestos mencionara esas intenciones y en las empresas que parecían limitadas financieramente”, según un artículo del Buró Nacional de Investigación Económica. “En cambio, un aumento de un dólar en repatriaciones se asoció con un aumento de casi un dólar en desembolsos a los accionistas” (puede leer el artículo aquí: nber.org/papers/w15023.)
Sexta mentira: Este no es un recorte fiscal para los ricos.
Trump dice que no lo es; entonces así es, ¿no? Ay, momento.
En realidad, si observamos las principales disposiciones de la propuesta, los grandes temas son los recortes en los impuestos corporativos, un recorte de impuestos sobre la transferencia, la eliminación del impuesto de sucesión y un recorte a la tasa marginal más elevada. Todos estos favorecen principalmente a los ingresos elevados, y todo lo demás son cambios menores (ver el cálculo del Centro de Políticas Fiscales aquí).
Los críticos y defensores de este gobierno están acusando al Centro de Políticas Fiscales de llegar a conclusiones sin la información adecuada, pero la administración de Trump está haciendo un sinnúmero de afirmaciones sobre lo que su plan hará, armada con aparentemente no más información que el centro. Además, dada la forma general del plan, no hay manera de que no sea un regalo generoso para los que ya son ricos.
Séptima mentira: Se trata de un gran recorte fiscal para la clase media.
Vea la sexta mentira. Todas las grandes disposiciones benefician a los ricos, no a la clase media. Lo que queda son cambios menores y, algunos de ellos, como el fin a la deducibilidad de los impuestos locales y estatales, así como otras deducciones, en realidad aumentan los impuestos para una cantidad importante de estadounidenses de clase media.
En total, para 2027, según el Centro de Políticas Fiscales, el 80% de los recortes fiscales serán para el uno por ciento con los ingresos más altos; solo el 12% a los tres quintiles medios.
Octava mentira: No aumentará el déficit.
Bueno, estamos analizando los grandes recortes a los impuestos corporativos, la eliminación del impuesto de sucesiones, las tasas impositivas más bajas a las personas físicas con ingresos elevados y una nueva laguna masiva de evasión fiscal. ¿Cómo puede esto no aumentar el déficit presupuestal?
La única respuesta sería si la propuesta fiscal eliminara enormes extensiones de los conjuntos existentes de deducciones fiscales, que amplían de manera exponencial la base impositiva. No lo hace. Este es un destructor de varios billones de dólares del presupuesto, salvo que invoque un vudú extremo. Pero…
Novena mentira: Los recortes fiscales impulsarán el rápido crecimiento.
La insistencia en el poder mágico de los recortes fiscales es la máxima mentira zombi en el debate sobre políticas públicas en Estados Unidos. Nada puede matarla. Y sabemos por qué: hay una gran cantidad de dinero detrás de la propuesta de que ocurrirán grandes cosas si recortamos los impuestos de los donadores. Es difícil hacer entender a un hombre algo cuando su salario depende de que no lo entienda.
A pesar de ello, que conste lo siguiente: el presidente Reagan recortó impuestos, y aunque su administración comenzó con una terrible recesión, hubo una rápida recuperación después. Algunos de nosotros pensamos que Paul Volcker, el expresidente de la Reserva Federal, tuvo más que ver con la recesión y la recuperación que nada que proviniera de la Casa Blanca, pero en todo caso tenemos más evidencias.
Después, el presidente Clinton aumentó los impuestos, entre gritos de la derecha de que destruiría la economía. En cambio, presidió un auge que superó al de Reagan en todas las dimensiones. Por si sirve de algo, no pienso que este auge fuera atribuible a Clinton. Sin embargo, ciertamente refutó la propuesta de que recortar impuestos es necesario y suficiente para la prosperidad.
Después, el presidente Bush hijo recortó impuestos, y el auge de Bush dio lugar a muchos aleluyas. Lo que en realidad obtuvo fue una recuperación deslucida, seguida de una caída épica.
Por último, el presidente Obama heredó las consecuencias de esa caída, y a pesar de la oposición de tierra quemada (una táctica militar que destruye todo aquello que pueda ser útil para el enemigo) de los republicanos, la economía logró recuperarse gradualmente. Después, en 2013, Obama primero aumentó los impuestos de manera importante, y después implementó la Ley de Cuidados Asequibles, nuevamente entre gritos de desastre de la derecha. A la economía le fue bien.
Décima mentira: Los recortes fiscales se pagarán solos.
Si los recortes fiscales no generan un milagro económico, será difícil que generen un aumento del ingreso que compensa los tipos impositivos más bajos. Es cierto, una parte del dinero oculto puede salir de las molduras y aparecer como ingresos imponibles, incluso si el PIB no aumenta. Sin embargo, históricamente este efecto no se ha acercado lo suficiente para compensar las pérdidas directas de la baja de impuestos. Los recortes de Reagan conllevaron a déficits, el aumento de impuestos de Clinton, a superávits.
Así que estas son las diez grandes mentiras del recorte fiscal. Como dije, probablemente se me fueron algunas y/o Trump inventará otras más. No obstante, espero que esto se convierta en una referencia útil.