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Analistas 23/10/2017

El superávit farmacéutico fantasma de Puerto Rico

La República Más

Brad Setser, del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, escribió recientemente un artículo muy interesante (ver: on.cfr.org/2fXK4ge) sobre la balanza de pagos de Puerto Rico. A diferencia de los estados, el territorio autónomo lleva un registro de sus exportaciones e importaciones a Estados Unidos continental y el resto del mundo. Como suele pasar, el análisis de Setser se basa muy directamente en la reciente crítica de Howard Gleckman sobre el vergonzoso desempeño de Kevin Hassett en el Centro de Políticas Fiscales de Estados Unidos.

Como Setser señala, Puerto Rico solía ser un importante paraíso fiscal para las empresas manufactureras. Buena parte de esta ventaja fiscal se acabó, pero su legado todavía es visible en las estadísticas comerciales. En específico, Puerto Rico tiene, en papel, un enorme superávit comercial en cuanto a productos farmacéuticos —de US$30.000 millones al año, casi la mitad del producto nacional bruto de la isla, o PNB. Sí, “N” y no “I”, de interno—, lo cual es muy importante en este caso, al igual que en Irlanda.

Sin embargo, el superávit farmacéutico es básicamente un fantasma, derivado de los precios de transferencia: las subsidiarias farmacéuticas en Irlanda se cobran entre sí precios bajos en los insumos que compran de sus subsidiarias farmacéuticas en el extranjero, los empacan y después se cobran precios altos en los medicamentos que venden, en efecto, a diferentes subsidiarias en el extranjero. El resultado es que las ganancias medidas aparecen en Puerto Rico, ganancias que después se pagan en rendimientos, a residentes que no son puertorriqueños. De tal modo que este superávit no hace nada por los empleos ni el ingreso en Puerto Rico.

¿Qué tiene que ver esto con Hassett, el director del Consejo de Asesores Económicos del presidente Trump? Bueno, recientemente le dijo al Centro de Políticas Fiscales, mientras insultaba a la institución e impugnaba su integridad, que esa transferencia de precios derivada de los elevados impuestos corporativos nominales en Estados Unidos es responsable de la mitad del déficit comercial y que, por lo tanto, recortar esos impuestos sería un gran generador de empleos. Independientemente de que este cálculo sea o no correcto, e incluso si lo fuera, cambiar la transferencia de precios afectaría la contabilidad, pero nada real.

Sería exactamente como el superávit farmacéutico de Puerto Rico: una mejora fantasma, estadísticamente impresionante para los que no están informados, pero que no significa nada.

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