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Analistas 09/03/2015

Economía para el músico moderno

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Estoy abordando el tema desde la posición estratégica de la “teoría del súper estrella”, y me estoy preguntando si la desorganizada información que tenemos parece apoyarla. Y sí, hay algo que se llama la teoría del súper estrella, luego de un documento clásico de investigación del economista Sherwin Rosen.

Hace más de 30 años, el Sr. Rosen sostuvo que la tecnología estaba llevando a marcados aumentos en desigualdad entre los artistas porque los medios masivos incrementaban vastamente el alcance de los individuos talentosos. Hubo un tiempo, dijo el Sr. Rosen, cuando todos los comediantes tenían que entretener audiencias en vivo en el Cinturón Borscht. Algunos atraían audiencias más grandes y de mejor paga que otros, pero había límites al número de personas que un comediante podía alcanzar, y por tanto límites a la disparidad en el ingreso de los comediantes. No obstante, en los tiempos modernos un tipo especialmente cómico puede llegar a millones de personas en la TV, y un grupo especialmente talentoso puede vender discos en todo el mundo (de ahí la emergencia de una distribución desigual del ingreso con enormes beneficios para pocos).

Lo que hace de esto una historia interesante para la industria musical es que lo que la tecnología dio, ahora lo está quitando: dado que la música descargada por Internet es difícil de monetizar, los artistas se están viendo forzados a depender de las presentaciones en vivo. Así que podría esperarse cierta igualación en los ingresos.

Pero entre más lo veo, menos pienso que esta historia funcione, al menos para la música. Primero que nada, una gran lección que aprendí de un documento de investigación de 2006 de los economistas Marie Connolly y Alan Krueger (véala aquí: bit.ly/1B5gCZk) es que los músicos, al contrario de la industria en general, nunca ganaron mucho dinero con los discos. Por ejemplo, en 2002, fecha cercana al clímax de la época dorada de los CD, los grupos más importantes ganaban hasta siete veces más haciendo tours que lo que percibían por regalías. Básicamente, entre los músicos lo bueno siempre han sido las presentaciones en vivo.

Ahora, este ingreso por presentaciones está altamente concentrado. ¿Pero refleja algo especial sobre la tecnología de comunicaciones moderna? Tal vez no. Permítanme presentar dos comparaciones, una más divertida que la otra.

Primero, la comparación no tan divertida: ¿Cómo se compara la concentración de ingresos entre los músicos financieramente exitosos con la distribución del ingreso entre la generalidad de estadounidenses financieramente exitosos? Sabemos que los ingresos más altos tienden a caer aproximadamente en una distribución de Pareto donde, digamos, el 99° percentil es para el 99.9° lo que el 99.9° es para el 99.99°. Las investigaciones de los economistas Thomas Piketty y Emmanuel Saez nos dicen que en 2013, el ingreso del 99.99° percentil era 4.38 veces más alto que el ingreso del 99.9°, que a su vez fue 3.88 veces mayor que el ingreso del 99°.

Mientras tanto, la Lista de Ricos del Billboard 2014 tiene al cuarto grupo de mayor paga (Bon Jovi) ganando 3.65 veces más que la 40° artista (Carrie Underwood). Dada la vaguedad de estos números, diría que la desigualdad del ingreso entre grupos financieramente exitosos se ve aproximadamente igual que la desigualdad entre los estadounidenses financieramente exitosos, en general.

¿Pero el enorme ingreso de los músicos súper estrellas es algo nuevo? Bueno, veamos alguien para la que tenemos cifras bastante buenas: Jenny Lind, la famosa soprano sueca que recorrió Estados Unidos entre 1850 y 1852.

Los boletos para el primer concierto de Lind se vendieron a un promedio de aproximadamente 6 dólares, precio que parece haber sido más o menos típico durante el tour. Ajustado por inflación, eso es equivalente a aproximadamente 180 dólares actuales, lo que no está tan mal. Pero también conviene tener en mente que los ingresos y salarios reales eran mucho más bajos, por lo que de hecho fueron precios enormes en comparación con los ingresos típicos.

En general, Lind ganó 350,000 dólares por 93 conciertos, o poco menos de 4,000 dólares por concierto. Esto es equivalente a aproximadamente 2 millones de dólares actuales por concierto. En otras palabras, en una primera aproximación, Jenny Lind iguala a Taylor Swift. Y esto fue en una era donde no solo no había discos, sino tampoco amplificación, por lo que el tamaño de las audiencias estaba limitado por la acústica de las salas y la proyección de la voz del artista.

Lo que todo esto me sugiere, al menos, es que la economía de ser un músico financieramente exitoso no es tan distinta al éxito en otros caminos de la vida, y eso no ha cambiado mucho en el largo plazo, pese a los enormes cambios en gustos y tecnología.

Básicamente, los músicos son como los banqueros, excepto por la cosa de salvarnos el alma versus destruirla

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