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Analistas 04/04/2020

Reajustando las perspectivas económicas para 2020

Pascal Rohner
Director de Inversiones de In On Capital
Analista LR

La desaceleración económica mundial que acumulaba cerca de dos años, parecía encontrar su fin en 2019 tras el acuerdo comercial preliminar entre Estados Unidos y China. Sin tantos nubarrones en el entorno, el 2020 era prometedor. Sin embargo, de repente todo cambió. Un evento inesperado hizo reevaluar las expectativas.

El virus conocido como Covid-19 se propagó rápidamente alrededor del mundo y en tres meses ha contagiado más de 1 millón de personas y cerca de 55.000 han fallecido, desencadenando la primera recesión global tras más de 10 años de crecimiento ininterrumpido debido al frene repentino de la economía ocasionado por las cuarentenas.

Lo más llamativo de este caso, es que la mayoría de recesiones son causadas por eventos endógenos, eventos que se generan internamente en las economías. La Gran Crisis Financiera de 2007-2008 se originó por desbalances en el sector inmobiliario. La crisis punto com en el 2000-2001 se causó por el aumento desmesurado en las valoraciones de las empresas del sector tecnológico que finalmente cayeron por extremas expectativas que difícilmente se cumplirían. Actualmente, la recesión está siendo causada por un evento exógeno, la pandemia global que tiene en cuarentena cerca de 1/3 de la población mundial y gran parte de la economía real se encuentra frenada.

Evaluar exactamente cuál será el impacto es una tarea compleja, más aún cuando en algunos países no se tiene certeza de cuánto tiempo durarán las cuarentenas o el cierre de fronteras.

Con estas medidas, los pocos datos que se conocen no son muy alentadores. En China, la producción industrial cayó -13% en febrero, la primera contracción anual desde que se tiene historia (1990). Sin embargo, las encuestas empresariales de marzo conocidas como PMI repuntaron en China, sobrepasando el nivel de 50 que señala expansión. Aunque existe cierto escepticismo respecto a estos datos, lo más importante es entender que este tipo de datos no señalan magnitud, sino dirección, por lo tanto, se concluye que una mayor proporción de encuestados ve mejoría.

En EE.UU apenas se está comenzado a ver el daño económico de la pandemia. El viernes se publicaron los datos de empleo de marzo donde se destruyeron 700.000 empleos y la tasa de desempleo aumentó de 3,5% a 4,4%. No obstante, no incluye la segunda quincena de marzo dónde se comenzó con el aislamiento y el cierre de negocios. En este periodo, se recibieron más de nueve millones de solicitudes para el programa de seguro de desempleo del Departamento de Trabajo de EE.UU. Para poner esta cifra en contexto, durante la gran crisis financiera el máximo número de solicitudes fue de 665.000 en la última semana de marzo de 2009. Por lo tanto, lo peor está por venir. De acuerdo con Lydia Boussour, economista de Oxford Economics, la destrucción de empleo estaría alrededor de 20 millones en las próximas semanas, alcanzando una tasa de desempleo alrededor de 15%.

Debido a este panorama la respuesta fiscal y monetaria ha sido coordinada. En especial en EE.UU., pues la respuesta monetaria ha sido a la velocidad de la luz. La Reserva Federal tardó alrededor de dos años para implementar todo su arsenal durante la crisis financiera de 2007-2008. En este momento, el banco central en dos meses ha implementado programas de urgencia para estabilizar los mercados e impuso un plan de vuelo para inyectar US$4 billones al sistema financiero a través del crecimiento de su hoja de balance, más del doble utilizado durante la crisis de 2008. Por la parte fiscal, las magnitudes son impresionantes. La semana pasada se aprobó un paquete de estímulo fiscal por valor de US$2 billones, el más grande de la historia, pues representa cerca de 10% del PIB del país.

Aun así, con toda esta respuesta coordinada, el daño económico está hecho, al ritmo que se destruye no es el mismo que se construye, pero no hay duda de que la ayuda fiscal y monetaria ayudará a enfrentar una recesión que será profunda.

En consecuencia, las estimaciones de crecimiento económico se han revisado a la baja. El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), el cual es la asociación global de las instituciones financieras más grandes, estima que el mundo se contraerá -1,5% en 2020, cercana a la caída de -2,1% vivida en 2009. Sin embargo, puede ser incluso peor pues aún no hay certeza de cuánto tiempo durarán los bloqueos ni tampoco si la actividad económica tendrá una recuperación tan rápida como ha sido la caída.

Si se mira por regiones, la Eurozona será la más castigada, la contracción sería de -4,7% para todo 2020, tan profunda como la vivida en 2009. Esto se debe en gran medida a que el crecimiento venía siendo bastante pobre para esta región, creció alrededor de 1,1% en 2019.

Estados Unidos se contraería -2,8%, aunque hay estimaciones más pesimistas como la del banco Morgan Stanley, pues espera una caída de -30% anualizado para el segundo trimestre de 2020 con un fuerte rebote para la segunda mitad del año, pero finalizando 2020 con una contracción de -3%.

Para las economías emergentes la situación no sería diferente. Más aún porque su capacidad de reacción ante una pandemia no es la misma.

Adicionalmente, sufrirán fuertemente por la caída en el precio de las materias primas, en especial del petróleo, bajos niveles de inversión y la masiva salida de flujos de las regiones emergentes que ya superaron las vistas en crisis anteriores, llevando a la depreciación de sus monedas y causando aún más desbalances como puede ser dificultad en el pago de sus obligaciones u obtención de financiamiento.

En este orden de ideas, Latinoamérica seguiría teniendo un crecimiento mucho menor frente a sus pares emergentes. La región se contraería -2,7%, donde las cuatro mayores economías de la región por PIB, Brasil, México, Argentina y Colombia caerían -1,8%, -2,8%, -3,1% y -0,5%, respectivamente. China a pesar de que ya se muestran signos de control de la pandemia y pronto desbloqueo, el IIF estima un crecimiento de 2,8% para todo el año.

Con colaboración de Diego Fernando Agudelo López

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