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Analistas 27/08/2022

Educando en las cárceles

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

A propósito de una apuesta de aprendizaje con la población colombiana privada de la libertad (PPL), que no siempre encuentra caminos de resocialización real en el escenario carcelario, quiero hacer énfasis en su impacto social y en la significancia que estos proyectos tienen para algunas Instituciones de Educación Superior (IES) que los ejecutan. Cobra aún más valor precisamente cuando a lo largo de la historia del sistema carcelario del país este no ha tenido la suficiente reflexión académica que permita encontrar las mejores prácticas pedagógicas y didácticas para el ejercicio educativo de este nivel.

Vale la pena manifestar que estas reflexiones son un gran homenaje a las personas que, por diversas razones y circunstancias, incluso muchas veces sin la evidencia objetiva de su condena, han llegado a este escenario. La oportunidad encontrada a través de una propuesta educativa les permite encausar su proyecto de vida personal, familiar y social, por sendas de desarrollo inclusivo y movilidad, aportando así a una sociedad más justa y equitativa. De igual manera, estas mismas lecciones sistematizadas son una expresión alternativa de la posibilidad de construir un nuevo pacto social donde las diferencias se diluyen significativamente para dar nacimiento a un mundo más humano, fraterno y solidario.

En este sentido, el proyecto desarrollado bajo este modelo educativo se convierte en una buena práctica pedagógica enfocada a una apuesta de educación para la fraternidad y la amistad social (Cfr. Fratelli Tutti, capítulo 6).

Paradójicamente la experiencia sistematizada de este proyecto nos muestra que, en medio de un mundo digital y de convergencia de medios de comunicación, los medios tradicionales como la radio y el texto escrito (cartillas) siguen siendo válidos para la acción didáctica del proceso de enseñanza-aprendizaje. La creatividad y la innovación pedagógica se diseñan y ejecutan teniendo en cuenta los contextos o ambientes respectivos. La disposición de discentes y docentes para interiorizar estos medios y valerse de ello para alcanzar los aprendizajes requeridos es la clave de un proyecto que, en su evaluación, evidencia transformaciones personales no solo desde las competencias y habilidades adquiridas profesionalmente, sino también en la dinámica humana de un nuevo ser, que se siente potencializado, empoderado para enfrentar los retos de un entorno altamente exigente.

Aunque el avance es importante en acciones como estas, nos sentimos desafiados frente al desarrollo de una política pública carcelaria integral que facilite la verdadera resocialización de los privados de la libertad. No es suficiente pensar en un programa de educación solo para contraer los tiempos de la pena establecida, sino para que desde este proceso ocurra una transformación positiva de vidas humanas, contribuyendo a la construcción de un mejor país.

Algunas IES nos ponen de presente el valor de la educación y la libertad como derechos fundamentales de la dignidad humana. La cualificación de la libertad se fortalece con dinámicas formativas reflejadas en procesos como estos, que se realizan a través de las alianzas de un Estado preocupado por promover los derechos humanos e instituciones que aportan al desarrollo de Colombia. Todo compatriota, por muy privado de la liberad que esté, tiene el derecho a educarse. Experiencias vividas en algunas cárceles expresan el respeto a este derecho y como lo dice el papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti “es condición previa para el mismo desarrollo social y económico de un país”. Se trata de una acción que reconoce, respeta, protege y promueve la dignidad humana en su máxima expresión.

Colombia requiere de aportes como estos, que llevan a una verdadera transformación social a pesar de las circunstancias, para cambiar sustancialmente vidas de personas y comunidades en todos los contextos posibles.

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