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Analistas 15/03/2021

Estrategias frente a la manipulación

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Tras un año de pandemia, la manipulación informativa ocupa, tras la salud y la economía, uno de los principales puestos en la agenda de los responsables políticos, sanitarios o empresariales. Y es una realidad que está afectando a la toma de decisiones de los ciudadanos. Ahí están los movimientos antivacunas, los discursos de odio o los mensajes y arengas populistas. Todos ellos han encontrado en la red, un espacio en cuya manera de relacionarse con los usuarios aún falta transparencia, su mejor caldo de cultivo.

Hasta las grandes corporaciones tecnológicas están moviendo fichas ante este fenómeno: Google ha creado un fondo de US$3 millones destinado a proyectos para combatir la desinformación sobre vacunas y Bill Gates lidera el recién creado Ministerio de la verdad mundial, una coalición en la que participan Microsoft, Intel, Adobe o la propia BBC.

Si bien aquí hemos hablado de la necesidad de las empresas de contar con planes para hacer frente a las fake news, el problema de la manipulación informativa es distinto. Y abordarlo con éxito exige alianzas que permitan actuar en todos los frentes.

Para ser eficaz, toda estrategia en esta materia debe abarcar desde el análisis de cómo se genera, propaga y alimenta el debate tóxico de esa manipulación (desentrañando la dinámica de esas campañas de desinformación) hasta el desarrollo de mecanismos que eviten que esa tergiversación sea parte del imaginario común e influya en la opinión pública. Además, para contrarrestar sus efectos, se puede recurrir al concurso de acciones basadas en el periodismo de verificación que pongan en evidencia esa manipulación, así como a la participación de influencers que hagan llegar esa advertencia de manipulación hasta último rincón de las redes sociales.

Por tanto, atajar esa patología informativa que es la manipulación requiere diagnóstico, tratamiento, prevención y, por supuesto, educación. Y es que, a medida que se genere conocimiento sobre cómo funcionan y a qué obedecen estos movimientos para generar desinformación, la sociedad estará cada vez más en alerta frente a la manipulación a la que intentan someterla.

En Atrevia ya aplicamos en los proyectos que diseñamos para nuestros clientes todos estos planteamientos para poner freno a la manipulación. Y, como expertos en comunicación, nos estamos centrando en cómo actuar con precisión sobre aquellos puntos que permitan desactivar esos intentos de manipular, antes de que aparezcan constantemente en las pantallas de nuestros ordenadores o teléfonos.

Porque si bien Eli Pariser ya nos advirtió de la situación que estamos viviendo, en su libro El filtro burbuja: Cómo la web decide lo que leemos y lo que pensamos, el reto es encontrar soluciones. Y una que estamos explorando es el análisis de algoritmos, detectando sesgos de género, raza u otra índole con el fin de reducir su impacto sobre los ciudadanos, de forma que la opinión pública no se construya sobre esa manipulación.

Y es que en un momento en que la Inteligencia Artificial gana terreno es imprescindible que tecnología y ciencias sociales vayan de la mano. Posiblemente, una vía sea incorporar antropólogos y otros especialistas en humanidades en la definición de esas instrucciones que definen el aprendizaje de las máquinas, evitando esos peligrosos sesgos en los algoritmos y potenciando, por el contrario, otros que fomenten la presencia de los valores que presiden la convivencia en las democracias, contribuyendo a fortalecerlas. Humanizando, en resumen, los algoritmos.

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