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Analistas 07/12/2020

Comunicar para innovar

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Nueve meses después del comienzo de la pandemia, sabemos que uno de sus efectos en las empresas ha sido hacer de la comunicación interna un ámbito tan importante como dinámico, donde las prioridades de las primeras semanas ya no son las de hoy. Y conviene estar atentos a esa evolución, pues de esa estrategia de comunicación interna dependerá, mucho más de lo que pensamos, el futuro de nuestras organizaciones.

Así, en la primera fase, nos enfrentamos a dos retos. Uno fue motivar a aquellos trabajadores que no tenían otra opción que ir a su centro de trabajo para que todo siguiera funcionando como, por ejemplo, los empleados de servicios esenciales, transporte, distribución o supermercados. Ellos sentían que eran la parte de la compañía, que arriesgaban su salud -incluso su vida- y la de sus familias, mientras el resto de empleados permanecía en sus hogares. El otro era lo contrario: estimular a quienes de la noche a la mañana cambiaron su entorno laboral, y debían trabajar, concentrarse y esforzarse desde casa.

En ambos casos, las compañías nos volcamos en la comunicación con un mensaje similar: la empresa es solo una y necesita a todos sus empleados, con independencia de que trabajen en la fábrica o en su hogar. Se recurrió a una comunicación emocional y cercana, poniendo rostro a esos valientes que estaban en primera línea, esforzándose.

Fue tal el impacto de estas comunicaciones, casi siempre en formato audiovisual, que los empleados pasaron a ser los mejores ‘influencers’ de la marca, demostrando que la comunicación interna es una eficaz herramienta de comunicación externa. ¿Por qué? Esos videos tan personales saltaron y se viralizaron en las redes sociales con un impacto mucho más positivo. Y es que situaciones de tensión, como esta pandemia, lo que nos llega es lo real y auténtico: mensajes lanzados sin intermediarios. No valen los actores ni la ficción. Las historias personales y la realidad interesan mucho más.

Por tanto, las dos claves para superar los retos de ese primer momento fueron estar cerca de los empleados y convertirlos en protagonistas.

Ahora estamos en una nueva fase y la comunicación interna debe responder a dos desafíos. El primero, evitar la desconexión de los empleados. Cuando se trabaja desde casa se pierde el vínculo con la marca y los compañeros. Y los sentimientos de pertenencia e identificación con un equipo y proyecto se debilitan. Hay que reforzar esos lazos, insistiendo en que estamos a su lado; manteniendo a la plantilla unida e informada en tiempo real para evitar rumores y fake news de ámbito interno.

El segundo parte de una realidad: el mundo está cambiando y las empresas deben transformar su organización, formas de trabajo, o cartera de productos y servicios, marcadas por un proceso de digitalización. Es el momento de la innovación. Pero solo podremos innovar si involucramos a todos los colaboradores de la compañía. ¿Cómo? Situando la comunicación interna en el centro de la organización, generando una cultura del cambio y una ilusión compartida, convirtiendo a los propios empleados en motores de innovación.

La transformación de una empresa comienza desde dentro. Tenemos que comunicar para innovar y hacer frente, juntos, a los retos del mundo poscovid. Y eso pasa por reconocer a la comunicación interna la importancia que merece, pues las empresas ya nunca serán como antes. Necesitan aliados para ganar el futuro a través de la transformación y la innovación. Y los primeros tienen que ser los empleados.

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