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Analistas 21/08/2020

PIB-real segundo trimestre-2020 y revisión de pronósticos

Nelson Vera
Economista
Analista LR

El viernes pasado, el Dane reveló que el PIB-real de Colombia se contrajo a ritmos históricos de -15,7% anual durante el segundo trimestre de 2020, dadas las consabidas afectaciones de las cuarentenas requeridas en coyuntura de Pandemia. Si bien dicha cifra estuvo relativamente alineada con expectativas del mercado, ello obedece, en buena medida, a los insumos de indicadores líderes del Dane (ISE, muestra comercio-industria), los cuales venían anclando cifras en meses recientes.

Es clave dilucidar la pérdida de poder predictivo de nuestros usuales modelos ante “apagones” cuasi-generalizados de la economía. Ello obedece al colapso de nuestros cálculos “en el margen” (ahora reemplazados por saltos discretos) y la incapacidad de asignación de probabilidades a los diferentes escenarios (Kay-King, 2020, Radical Uncertainty). Baste recordar los amplios rangos de pronóstico que se tenían para el PIB del segundo trimestre previo a cifras Dane-ISE o aquellos esperados para los restantes trimestres del año.

Por el lado de la oferta, el grueso de las contribuciones negativas al PIB-real durante el segundo trimestre corrieron por cuenta de: i) comercio-agregado (variación del -34,6% anual), con afectaciones no solo del comercio (-19%) sino en hoteles-alimentos (-67%) y transporte (-37%; -75% en modo aéreo); ii) industria (-25%); y iii) construcción (-31,7%), con contracciones en sus aristas de infraestructura (-19%) y edificaciones (-39%). En este último caso, el virus viene a agravar el suave rasgamiento de la burbuja hipotecaria (no apalancada) ocurrido durante el último quinquenio, evidenciado en elevados inventarios de vivienda No-VIS (diferente al buen comportamiento Vis) y usos de oficinas-comercio-industria.

El sector financiero logró expansiones positivas (1%), consistente con la aceleración inicial de la cartera (7,3% real anual a mayo). Infortunadamente, en esta crisis han venido calando en la opinión pública dos conceptos crediticios erróneos: i) que el crédito es la solución a todos los problemas empresariales; y, que por ello ii) la reacción óptima es una aceleración de la cartera vía reducción en los estándares de riesgo. Debemos retrotraernos al elemental comportamiento procíclico del crédito, a pesar de los adecuados esfuerzos regulatorios y de supervisión-prudencial. Difícilmente se lograrán expansiones crediticias positivas durante 2020 dado el colapso económico general. En el margen, las variaciones anualizadas de la cartera y los desembolsos ya muestran desaceleración crediticia, siendo evidentes elementos tanto de oferta como de demanda.

Por el lado de la demanda, se tuvieron colapsos en consumo (-15,9%) e inversión (-32,2%), contrarrestando la aceleración en el gasto operativo del gobierno (+3%). En el frente externo, los volúmenes importados decrecieron al -28.8% anual mientras que las exportaciones lo hicieron al -27,4%. Ese diferencial impo-expo se mantiene en valores, proveyendo algún atenuante en los faltantes externos, aunque la Cuenta Corriente aún bordearía niveles elevados del -3,9% del PIB en 2020 (vs. -4,3% en 2019).

Todo lo anterior es consistente con contracciones económicas del -7,4% anual durante el primer semestre, donde la trayectoria de crecimiento mensual confirma que tocamos fondo en abril. El desempeño prospectivo dependerá de la gestión-manejo del Virus. Por el lado de la oferta, se nos irán los próximos meses en una lenta apertura sectorial (con consabidos protocolos-bioseguridad), e incluso en ese caso, estaremos lejos de cualquier semblante de normalidad (y con efectos estructurales en transporte-turismo).

Soy algo más pesimista por el lado de la demanda, dada la resaca en demanda agregada por cuenta de menor consumo-inversión. Juegan allí no solo los elementos usuales de incertidumbre y menor ingreso-pérdida de empleo, sino temas psicológicos de temor de contagio.

De lograr evitar nuevos expedientes “acordeón” en cuarentenas, la economía rondaría contracciones en el rango 7%-7,5% en 2020, con algo de rebote a ritmos cercanos a 4% en 2021. Soy poco partidario de manejar sendas de recuperación con la consabida sopa de letras en el crecimiento: V, W, raíz cuadrada, swoosh-nike. Entre otras razones, porque una “‘V y una “W” son iguales hasta que economía se da segundo barrigazo. Es clave dimensionar también los niveles del PIB. Allí el mensaje es que salir del hueco económico derivado del Virus tomará buena parte de los próximos tres años.

Urge continuar con la reapertura sectorial ordenada, dados los elevados costos económicos-laborales de las cuarentenas y el agotamiento en su aplicabilidad-control y eficiencia. El sector construcción será clave en los esfuerzos contracíclicos, donde lucen adecuadas las renovaciones en subsidios en tasas de interés-Frech y la solución de cuellos de botella de los restantes proyectos 4G-estructuración 5G. También es importante acelerar la ejecución de recursos de regalías, focalizados en vías secundarias-terciarias. Finalmente, el desastre del mercado laboral no da espera en soluciones de menores sobrecostos no salariales para estimular creación de empleo formal (4% de Cofamiliares es buen punto de partida).

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