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Hace 487 años, cuando se materializaba la fundación de Santa Fe de Bogotá, las aguas que bajaban por los cerros corrían libres, serpenteando por una inmensa sabana y depositándose en lagunas y humedales; esta abundancia de agua hizo atractiva la zona para que los fundadores de la capital decidieran plantar aquí su asentamiento, eso sí, ubicando las primeras casas en zonas altas para evitar inundaciones.
Los habitantes de aquella aldea la tomaban directamente del río Vicachá o San Francisco, como lo llamaron los españoles; luego, con el crecimiento y expansión normal de la población, empezaron a tomar las aguas del San Agustín, también llamado Manzanares. La población crecía y con ella aumentaba la necesidad de contar con agua limpia y dar solución a los desechos.
Fue hasta finales del siglo XVI cuando se construyó el primer acueducto de madera para transportar las aguas del río San Agustín hasta el Mono de la Pila, ubicado en la Plaza Mayor (hoy Plaza de Bolívar). Solución práctica para los habitantes de la naciente aldea quienes, al recoger el agua de esta pila pública, no tenían que desplazarse hasta el río y encontraron en ella un sitio de reuniones e intercambio de información.
Al depender de que el agua no se contaminara en el trayecto y sin contar con algún tipo de tratamiento, comenzó a generarse un altísimo peligro para la salud de sus habitantes que quedaron a merced de enfermedades como el tifo y otras epidemias. Situación que persistió y aumentó por casi tres siglos, hasta comienzos del siglo XX cuando, por fin, la ciudad empezó a beber agua de una mejor calidad.
Hoy conmemoramos 487 años de nuestra amada capital, ciudad con una historia de resiliencia, gallardía y perseverancia, que no sería posible narrar sin tener en cuenta su profunda conexión con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. La innovación, la técnica y el esfuerzo de miles de operarios y funcionarios han permitido que, durante 137 años, la ciudad crezca de manera responsable al mantener la mejor calidad del agua para los más de 10 millones que hoy la habitan.
Por eso quiero compartir los diez regalos que, desde la Eaab, entregamos a Bogotá en su cumpleaños y comienzo por uno que me llena de orgullo, la puesta en funcionamiento del séptimo tren de tratamiento de agua potable de la planta Tibitoc, que asegura el suministro para los próximos 33 años.
También está el parque fotovoltaico de la planta El Dorado, 1.600 paneles solares y 850 kilovatios de capacidad instalada que evitará emitir más de 1.000 toneladas de CO al año y el deshidratador de biosólidos de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales -Ptar- Salitre, que transformará los biosólidos en cenizas reutilizables, reduciendo el impacto ambiental al eliminar el uso de combustibles fósiles.
Coherentes con nuestro compromiso de equidad y bienestar para todos los ciudadanos, avanzamos en la instalación de más de 23.000 nuevas conexiones de agua potable y en las 41 obras de refuerzo al acceso a servicios básicos con nuevas intervenciones: 15 de acueducto, 12 de alcantarillado sanitario y 14 de alcantarillado pluvial, en 12 localidades de la ciudad.
Logramos recuperar $12.700 millones en nuestra lucha contra la defraudación de fluidos, gracias a operativos de inspección que permitieron facturar más de 1.800.000 metros cúbicos de agua no registrada, equivalentes al consumo mensual de 214.000 hogares de estrato 3.
Y como nuestro compromiso con la sostenibilidad ambiental es primordial, habilitamos la conexión “El Granizo”, 9,8 kilómetros de recorrido que une los senderos Kilómetro 11 - Doce Quebradas y la Quebrada La Vieja en los Cerros Orientales.
Además, iniciamos la siembra de 9.700 árboles de especies nativas: 7.000 en la futura Ptar Canoas, 1.679 cerca de Tibitoc y 1.021 en el Pondaje La Magdalena y, para conectar la tecnología con la salud del planeta, sembraremos un árbol en nombre de cada usuario que se pase a la factura virtual.
Que felicidad celebrar así, desde la Eaab, nuestro amor por Bogotá, mi ciudad, mi casa, y la casa de quienes hemos encontrado en ella un futuro repleto de oportunidades.
En este contexto, el papel de los expertos adquiere mayor relevancia. Contar con asesoría profesional facilita los procesos legales, fiscales y cambiarios que, aunque están diseñados para ser claros, pueden resultar complejos para quien llega por primera vez
El comercio no es una guerra silenciosa entre compradores y vendedores. Es un intercambio voluntario en el que ambas partes ganan, siempre