.
ANALISTAS 06/11/2025

En temporada de lluvias, otro llamado a la conciencia ciudadana

Natasha Avendaño
Gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá
NATASHA-AVENDAÑO

Para quienes habitamos Bogotá, el comentario generalizado es que nuestra capital tiene un clima “bipolar” sin embargo, este comportamiento se debe a la presencia de patrones meteorológicos inestables o que cambian drásticamente, como nos sucede en algunas épocas del año que nos obligan a salir de casa con bloqueador y, a la vez, con la sombrilla bajo el brazo. Acá felizmente, podemos tener las cuatro estaciones en el mismo día, con horas de diferencia.

Que Bogotá siempre haya tenido un clima impredecible, no es nuevo y, desde hace más de 40 años, en la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Eaab, hemos fortalecido los sistemas de alcantarillado para que las situaciones de inundaciones o rebosamientos sean cada vez menores.
En la memoria de los bogotanos siguen presentes las fuertes inundaciones ocurridas en junio de 2000, cuando cientos de familias de la localidad de Tunjuelito se vieron afectadas por el desbordamiento del río Tunjuelo; o las ocurridas en diciembre de 2011 cuando, justo el día de las velitas, urbanizaciones de las localidades de Bosa y Kennedy construidas por debajo de la cota de este río, quedaron bajo el agua varios días debido a la intensa ola invernal que afectó no solo a la Capital, sino al país entero.

Fue entonces cuando se aceleraron soluciones de ingeniería para salvaguardar la integridad de millones de capitalinos, con obras como la presa seca Cantarrana que, con una inversión cercana a los $150.000 millones, desde abril de 2007 retiene las aguas del río Tunjuelo para evitar que el agua se desborde y las crecientes lleguen a más de un millón de personas del occidente de la ciudad.

O la construcción del Canal Cundinamarca (décadas 1990 y 2000) que con una inversión de más de $250.000 millones, ha logrado evitar desbordamientos en las localidades de Bosa y Kennedy gracias a su capacidad de retener gran cantidad de agua lluvia en sus 9 kilómetros de longitud.

Además de estas dos monumentales obras, se llevaron a cabo proyectos complementarios por más de $300.000 millones, destinados a encausar las aguas pluviales hacia los diferentes colectores de los 11 canales aferentes al canal Cundinamarca.

Pero el problema de las inundaciones no ha sido solo del sur de la ciudad, los torrenciales aguaceros ocurridos entre 2003 y 2005 afectaron gravemente localidades como Fontibón y Teusaquillo.

Para el caso de Fontibón, aunque las aguas de Bogotá drenan de oriente a occidente, en esta localidad la topografía obliga a que el agua drene de manera inversa, situación que llevó a la Empresa a invertir más de $500.000 millones en modernos sistemas de alcantarillado sanitario y pluvial, así como en las estaciones elevadoras Alameda, Navarra y Rivera, que ha beneficiado a más de 1,5 millones de personas.

Por su parte, en Teusaquillo, fue noticia la fuerte inundación del sector de Galerías en los 90, ocasionada por el paulatino cambio de uso del suelo, pues paso de ser un sector netamente residencial a uno comercial, principalmente de negocios como discotecas, hoteles y restaurantes y que, con la mezcla de aguas residuales y pluviales debido a la existencia de conexiones erradas, generaban sobrecarga del sistema de alcantarillado hasta colapsarlo en temporada de lluvias. Fue entonces cuando, entre 2003 y 2005, se hizo la construcción, ampliación y adecuación del alcantarillado, con una inversión superior a los $150.000 millones.

Y podría seguir enumerando, porque son muchas más las obras que ha adelantado la Eaab y muchos más los recursos que ha invertido para mitigar el impacto de las inundaciones y mejorar así la calidad de vida de los capitalinos. Pero con todo esto puedo concluir que, aunque Bogotá esté blindada contra cualquier tipo de desbordamiento de caudales, nada de lo que se haga puede tener el efecto deseado si la cultura ciudadana no colabora con el cuidado de nuestros sistemas de alcantarillado para mitigar los encharcamientos en épocas de invierno. Y, además, aunque nuestros sistemas drenen con toda su capacidad, en algunos casos las calles se seguirán anegando debido a un factor adicional: la variabilidad climática que cada vez trae lluvias con mayor fuerza y en cortos periodos de tiempo, por ejemplo, puede llover en una hora la cantidad de agua que debía caer en seis.

Nuestro llamado seguirá siendo a la conciencia ciudadana, a no botar el papelito, la cáscara, la colilla u otro tipo de residuos en la calle; a sacar la basura en los horarios establecidos y los días que pasa el camión recolector; a nunca arrojar condones, toallas higiénicas, seda dental o tampones al sanitario y a disponer adecuadamente el aceite usado en los más de 130 puntos de recolección que tiene la Secretaría de Ambiente por toda la ciudad.

Esta es la única manera para que, entre todos, cuidemos nuestro alcantarillado y evitemos emergencias por inundaciones y encharcamientos.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA

MÁS DE ANALISTAS

ÚLTIMO ANÁLISIS 16/12/2025

El efecto dominó del mínimo

El ciudadano común nunca las relaciona con el salario mínimo, pero vive sus consecuencias. Por ejemplo, puede complicar lograr la pensión para algunos Colombianos

ÚLTIMO ANÁLISIS 13/12/2025

Carbon Management: el nuevo reto contractual para la infraestructura

La discusión específica sobre carbono -cómo medirlo, presupuestarlo, gestionarlo y reducirlo dentro de los proyectos- simplemente no existe. Mientras tanto, en Europa, Asia, Oceanía y buena parte de Norteamérica, la gestión del carbono dejó de ser un accesorio ambiental

ÚLTIMO ANÁLISIS 13/12/2025

Sueño institucional

Fue un milagro: todos trabajaron sin vanidad. Decidieron como primera conclusión apoyar con convicción a la policía y al ejército para volver seguro todo el país. Luego se pusieron de acuerdo en que la economía exige atención