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La semana pasada participé en un panel sobre infraestructura en el sector de agua potable y saneamiento básico organizado por la Universidad Externado, allí, frente a decenas de estudiantes de Derecho, hablé de los retos que ha tenido que superar la descontaminación del río Bogotá; para sorpresa de muchos, los grandes desafíos con los que nos encontramos hace poco menos de dos años, estaban asociados más a aspectos jurídicos que a técnicos.
En la ronda de preguntas, uno de los participantes indagó sobre las razones por las cuales uno de los problemas que encontramos al inicio de esta administración fuera que, entre 2022 y 2023, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca hubiese ordenado la reformulación técnica y financiera del proyecto de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales -Ptar- Canoas para que se hiciera en dos fases constructivas. Su cuestionamiento no era por la orden per se, sino porque hubiera nacido de la jurisprudencia y no de la ingeniería.
Claramente mi posición, no solo como gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Eaab, sino como economista, fue alinearme con su pregunta, pues para mí también fue retador entender por qué, desde el escritorio de un magistrado, se diera una orden que implicara la reformulación total de este megaproyecto, lo cual generaría sobrecostos y retrasos en la puesta en funcionamiento del sistema que contribuiría a la descontaminación de nuestro río.
Afortunadamente el Tribunal nos dio la oportunidad de exponer las razones técnicas por las cuales el sistema Canoas debería continuar según lo proyectado inicialmente y, en septiembre de 2024, levantó la medida cautelar impuesta para dar cumplimiento a todas las acciones y procedimientos para hacer realidad la Ptar Canoas.
Gracias a esta oportuna acción y a que la magistrada Nelly Villamizar acogió nuestros argumentos, pudimos reanudar la gestión de este gran proyecto para la recuperación del río Bogotá, comenzando con el proceso de precalificación de una empresa y tres consorcios interesados en la construcción de Canoas, además de obtener el visto bueno del informe de evaluación de precalificación por parte del Banco Mundial que nos permitió publicar, el pasado 31 de enero, el acta de precalificados.
También logramos establecer diversas mesas de trabajo con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, para avanzar en la modificación del convenio establecido con esta entidad. Como resultado se modificó el acuerdo y, con él, que la CAR aportará 46,59% del proyecto, recursos que recibe de la sobretasa ambiental que venimos pagando las y los bogotanos a través del impuesto predial. De esta manera, el aporte de Bogotá queda en 31,99%; el del Acueducto de Bogotá, de 19,67%; y el de la Gobernación de Cundinamarca, de 1,75%; lo que significa que más de 98% de la financiación saldrá del presupuesto de la ciudad y de los bolsillos de las y los capitalinos.
Pero la tramitología a la que ha estado sometido este largo camino de salvar nuestro río no terminó ahí. El último paso que dimos para materializar este proyecto y que estábamos esperando desde hacía más de tres años, fue evidenciar de manera técnica, ante el Ministerio de Hacienda, la viabilidad para que otorgara las garantías que nos permitirán adquirir un préstamo con garantía soberana con el Banco Mundial, BM, por US$100 millones para financiar la construcción de la obra
Este avance nos permitió retomar las misiones con el BM para adelantar la fase de selección de ofertas, en la que logramos la revisión de la documentación correspondiente para obtener la no objeción por parte del Banco, así como su retroalimentación técnica a través de los expertos asignados.
Como se puede evidenciar, el proceso para la descontaminación de nuestro río ha estado repleto de retos más jurídicos que técnicos. Pero encontrar caminos de solución fue nuestro principal objetivo y así lo venimos haciendo desde que asumimos esta responsabilidad como administración distrital, con argumentos técnicos ante diferentes instancias y la certeza de que, basados en la excelencia técnica de la Empresa, siempre hemos tenido un proyecto de calidad inmejorable.
Son los logros mencionados anteriormente los que permiten demostrar que ha sido esta administración, la del alcalde Carlos Fernando Galán, la que verdaderamente ha tenido y seguirá teniendo la voluntad para materializar el sueño de tener un río Bogotá limpio.
Pero además de jardineros, los osos de anteojos también son arquitectos, pues construyen nuevos caminos para abrir bosques muy tupidos, dejar que entre más luz y, de esta manera, permitir el crecimiento de nuevas plantas
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