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Analistas 07/08/2021

La recta final de Duque y sus desafíos

Mauricio Jaramillo Jassir
Profesor de la Universidad del Rosario
Analista LR

El último año de Iván Duque está lleno de retos en materia de gobernabilidad, agenda legislativa y política exterior. Hasta ahora, el balance legislativo es muy pobre en buena medida no ha podido imponer un liderazgo, ni en el seno de una coalición de partidos afines al oficialismo, ni incluso dentro de su mismo movimiento, el Centro Democrático. Las expectativas en seguridad, estabilidad y un ambiente económico favorable al crecimiento e inversión, se han venido esfumando no solo por la pandemia. Al crítico panorama sanitario y económico se suma la falta de autoridad que ha mostrado el mandatario para controlar o medir el uso de la fuerza durante las emblemáticas protestas (noviembre de 2019, mayo y junio de 2021) o para promover el diálogo social. Ese diálogo parece única fórmula para superar la clara ausencia de consensos en materias clave como la reforma tributaria, una norma anti corrupción con la que se comprometió al comienzo de su mandato, el acceso universal a la educación, o regulaciones sobre el medio ambiente que hagan al país menos vulnerable frente al calentamiento global, sin mandar una señal errada a inversionista foráneos.

El año que resta deberá lograr equilibrios en tres temas de considerable peso. Primero, tendrá que tramitar una reforma tributaria que permita encontrar un equilibrio social, suficiente redistribución, recuperación económica y reponer las buenas calificaciones en materia de riesgo país que, en el último tiempo nos han castigado con efectos preocupantes en el corto, e incluso, mediano plazo. La lección de la desparecida reforma fiscal fue clara: más que el contenido, el rechazo se debió a la falta de un diálogo abierto y plural para llegar a dicho proyecto. Por eso será clave, la participación de distintos sectores y que se aborde directamente la urgencia de una reforma progresiva donde se tribute en función de la riqueza. Aquello implica alterar la idea de que los incentivos deben reposar en el gran capital para la generación de bienestar. El mensaje de Joe Biden en sus cien días de gobierno sobre la necesidad de que la “América corporativa” pague impuestos en una justa proporción, es un paradigma de lo que se impondrá en el mundo durante y post pandemia.

En segundo lugar, deberá recuperar la credibilidad de Colombia en el exterior. Luego de tres años de apostar por Donald Trump, el gobierno finalmente entendió que debe cultivar una relación con Estados Unidos y no solo con el mandatario de turno sino con un complejo sistema de actores. De igual forma, debe recuperar los canales de comunicación con sus vecinos en América Latina abandonando el riesgoso discurso de que las relaciones diplomáticas dependen de la compatibilidad ideológica.

Finalmente, la paz y la seguridad aparecen como retos inmediatos. Hasta la fecha, ha primado la ambigüedad y los cambios bruscos de dirección. Duque y el Centro Democrático necesitan apelar a la grandeza y reconocer que los Acuerdos de La Habana son un compromiso de Estado que los vincula. Parte de la gobernabilidad se ha extraviado por los ataques sistemáticos a lo pactado en el gobierno anterior.

El gobierno tiene a su favor un plan de vacunación mejor de lo esperado y cambios en el gabinete que sugieren una tímida renovación. Solo resta que Duque imponga un estilo conciliador y de liderazgo que permita hallar equilibrios urgentes en medio de la peor crisis económica y sanitaria de la historia.

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