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Analistas 19/07/2023

!Qué poca diplomacia!

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Al servicio diplomático en el país lo están tratando a las patadas. Y no, no es de este gobierno, pero estamos, quizá, en el momento más decadente y paradójico. Cada semana asistimos, o a un escándalo protagonizado por algún embajador, o a un polémico nombramiento que pasa por encima, con poco protocolo y mucho cinismo, de la carrera diplomática.

Una realidad salida de toda lógica en el llamado Gobierno del Cambio; es que esta es la única puerta de ingreso al sector público en el que no media el palancazo, la rosca o la transacción de favores.

En la carrera diplomática todavía se aplican los méritos y la escala de preparación. Es realmente la “diplomacia de los nadies” como se tituló un blog publicado el 3 de mayo en El Espectador. Escribía el autor del artículo que el concurso para entrar a la diplomacia es uno de los más transparentes y eficientes, “por eso se constituye en uno de esos pocos espacios que los nadies tenemos para acceder a cargos de alto perfil en el sector público sin necesidad de padrinazgos o buscarle votos al político de turno,”.

Que decepción para ese “nadie” que llegó a ser cónsul, que hoy se vea desplazado por un alguien que supo utilizar su influencia disfrazada del “si usted no sabe quién soy yo, sí sabe quién me puso aquí”. Sí, la diplomacia de los nadies ha sido desterrada, paradójicamente, por el gobierno de los nadies.

Por ahí pasa la designación y gestión de Armando Benedetti en la Embajada de Venezuela. Un personaje que en la política interna se mueve como pez en el agua: si tiene que ser tiburón, es tiburón y si tiene que ser piraña es piraña.

Quizá por eso llegó a Venezuela para que en una de sus muchas transformaciones ideológicas terminara de amigo de Maduro. Pero de ahí a ser un embajador de mostrar hay mucho, más bien es de esconder, sobre todo después de esos bochornosos audios que revelan lo más oscuro de su personalidad; grabaciones que, aunque nadie lo confirma, todo el mundo sabe, él mismo filtró.

Él, Benedetti es la muestra de todo lo que puede hacer mal un embajador dentro y fuera del país: en Colombia despreció la autoridad de su jefe, el canciller, Alvaro Leyva, a quien despreció y desafió constantemente, y en el exterior uso su investidura, no para representar a los colombianos, sino para apalancar sus intereses y negocios personales. En esos desatinados capítulos del servicio diplomático, aunque este no por vivo sino por ingenuo, entra el embajador en Nicaragua, León Fredy Muñoz, quien apareció en una marcha celebrando la revolución sandinista y elogiando el régimen de Daniel Ortega.

Esos dos casos, como el de Alfonso Prada en Francia, Camilo Romero en Argentina, Moisés Ninco Daza en México, Roy Barreras en Reino Unido y un largo etcétera en el mundo, tiene un común denominador: son funcionarios cuyo nombramiento fue la moneda de pago por el apoyo que le dieron al Presidente en campaña.

Y perdón por meterlos a todos en la misma bolsa, acá no se trata de preparación o simpatías, pero como lo recuerda el sindicato de la Cancillería la única manera reglamentaria de “aplicar” al servicio exterior es la carrera diplomática, Cualquier designación de personas ajenas que no haya sido ofrecida a funcionarios de carrera es, por definición, una escogencia política y “a dedo”.

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