MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Agregue a sus temas de interés
“Sindoor” es el nombre del tradicional polvo rojo o naranja que las mujeres casadas en la India aplican en la línea del cabello como símbolo de compromiso. Hoy, ese mismo nombre representa algo mucho más amplio: un acto de unidad nacional frente al dolor, el terrorismo y la violencia. La Operación Sindoor surgió como respuesta simbólica a los atentados del pasado 26 de abril en Pahalgam, en la región de Cachemira, donde un ataque perpetrado por grupos armados dejó 29 muertos y decenas de heridos.
El atentado provocó una ola de indignación en India y alrededor del mundo, pero también un fenómeno poco común en democracias polarizadas: la unión política. Tanto el oficialismo como la oposición en India se agruparon alrededor de una causa común: rechazar el terrorismo y defender los valores democráticos.
En ese contexto llega a Colombia una misión parlamentaria india liderada por el reconocido intelectual y diplomático Shashi Tharoor, exsecretario adjunto de Naciones Unidas, exministro de Estado de Relaciones Exteriores y figura destacada del Congreso indio. Acompañado por una delegación multipartidista, Tharoor busca tender puentes con América Latina, compartir la visión de una India resiliente y enviar un mensaje claro: en tiempos de crisis, la democracia y la búsqueda de la paz debe ser más fuerte que nunca.
El conflicto entre India y Pakistán tiene raíces profundas. Tras la partición del subcontinente en 1947, la región montañosa de Jammu y Cachemira se convirtió en el punto más álgido de una disputa territorial que aún persiste. A lo largo de más de siete décadas, múltiples escaramuzas y cientos de miles de desplazados han sido parte del legado de esta división.
Cachemira es una región de contrastes. Conocida por su belleza natural -valle rodeado por los Himalayas, templos y lagos- es también uno de los territorios más militarizados del planeta. Allí, una “Línea de Control” separa la zona controlada por India de la administrada por Pakistán. Aunque ambos países poseen armas nucleares, el equilibrio se ha sostenido gracias a la diplomacia, y, en los últimos años, a esfuerzos conjuntos -aunque frágiles- por mantener canales de diálogo abiertos.
El reciente atentado en Pahalgam, ocurrió justo antes de la tradicional yatra de Amarnath, una peregrinación hindú a un santuario dedicado al dios Shiva. Según la inteligencia india, el ataque fue perpetrado por miembros de un grupo terrorista con base en Pakistán. En respuesta, el gobierno indio emprendió acciones militares que desataron una nueva escalada entre ambas potencias nucleares. En solo días, más de 60 personas han muerto a ambos lados de la frontera y miles han sido evacuadas.
Ante la gravedad de la situación, la mediación internacional no se hizo esperar. Estados Unidos, a través de su secretario de Estado, Marco Rubio, confirmó que Nueva Delhi e Islamabad han acordado abrir conversaciones en territorio neutral. La Unión Europea, por su parte, hizo un llamado a la “máxima moderación”, mientras que China -aliado estratégico de Pakistán- pidió contención y reiteró su apoyo a la soberanía paquistaní. Y a pesar de las diferencias ideológicas, todos han coincidido en evitar una escalada que comprometa la estabilidad Asia del Sur y del mundo.
Más allá del conflicto, la presencia de la delegación india en Colombia marca un momento importante para las relaciones bilaterales. India es hoy la cuarta economía del mundo, tras superar a Japón, y se proyecta como la tercera antes de 2030, por delante de Alemania. Con un crecimiento sostenido de más de 6,5%, una población de 1.400 millones de personas y un modelo democrático robusto, India representa una oportunidad estratégica para países como Colombia, más si el país quiere ingresar al grupo de los Bric.
Actualmente, India es el tercer destino de las exportaciones colombianas y un socio clave en tecnología, farmacéutica, petróleo, entre otros. Pero también puede ser un aliado político en tiempos en los que el mundo multipolar exige relaciones exteriores más equilibradas y diversificadas.
Colombia, con su propia historia de conflicto armado, polarización y construcción de paz, puede extraer valiosas enseñanzas del caso indio, tales como unidad política frente al terrorismo: La Operación Sindoor muestra cómo, ante tragedias nacionales, la respuesta más poderosa puede ser la unidad institucional. En momentos de dolor, la capacidad de construir consensos por encima de las diferencias es vital para cualquier democracia.
Y una lección importante es la neutralidad y liderazgo internacional y sobre todo la capacidad de India para mantener relaciones constructivas tanto con Estados Unidos como con China la ha convertido en un actor geopolítico clave. Colombia podría adoptar una política similar, basada en el pragmatismo y en la defensa de sus intereses estratégicos, sin depender de alineamientos o manifestaciones que puedan afectar a un lado u otro.
La visita de la delegación india llega en un momento de profunda reflexión para Colombia. El país avanza en su propio proceso complejo, mientras el mundo observa nuevas dinámicas de conflicto y cooperación. Escuchar lo que India tiene para decir -no solo sobre su disputa con Pakistán, sino sobre cómo ha logrado mantener su cohesión interna frente a la adversidad- puede ofrecernos claves importantes para pensar nuestro presente y construir un futuro más estable.
Si volvemos a usar el salario mínimo como atajo para resolver lo que no se construyó durante el año, el efecto no será justicia social, sino menos empleo, más informalidad y menor capacidad de crecer
El Garabato envía un mensaje contundente: cuando la comunidad, el sector público y el sector privado trabajan de la mano, la ciudad encuentra caminos más auténticos, más humanos y más sostenibles para avanzar
La tarea es encontrar un punto medio entre un aumento de los ingresos y evitar excluir a más personas de la informalidad, además de los efectos inflacionarios
