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Analistas 21/12/2016

¿Mayor licencia de maternidad?

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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En Congreso aprobó hace pocos días una extensión de 14 a 18 semanas en la licencia de maternidad en Colombia. Hace solo cinco años ya había aumentado ese periodo de 12 a 14 semanas. La tendencia a incrementar el periodo de licencia no es solo colombiana. El promedio de licencia para las madres en los países de la Ocde hace 40 años rondaba las 20 semanas, una cifra cercana a la que tenemos tras la reforma en Colombia. Esa cifra se ha ido incrementando en los países avanzados donde hoy en día ronda las 53 semanas en promedio. Si bien la licencia de maternidad colombiana durante el gobierno de Juan Manuel Santos se ha incrementado en 50%, el nuevo nivel aún es menos de la mitad de la que tienen en promedio los países más avanzados. El incremento en las semanas de licencia es una buena noticia y representa un avance social relevante que ha pasado desapercibido. 

Sin embargo, hay sombras en el avance social de marras. El primero es financiero. En Colombia a diferencia de la mayoría de países de la Ocde, la licencia no la paga el Estado ni el empleador, sino las EPS. Esa característica tiene la implicación de que las consecuencias financieras de la legislación no se vean reflejadas en el presupuesto nacional y por tanto pueden ser más fácilmente ignoradas en el debate. Las dificultades financieras de las EPS no cesarán mientras no mezclemos apropiadamente en el debate las fáciles decisiones sobre sus obligaciones con las difíciles sobre su financiamiento.

La segunda sombra tiene que ver con las brechas legislativas de género. En Colombia hay dos brechas grandes en este frente. La primera, que las mujeres se pensionan cinco años antes que los hombres: en la Ocde esa brecha se ha borrado. La segunda brecha es justamente la que hay entre las licencias para padres y madres. En Colombia, la licencia de paternidad es de solo 8 días hábiles, mientras que el promedio de la Ocde es de 10 semanas.

Aumentar las brechas en el tratamiento entre hombres y mujeres a favor de estas puede paradójicamente afectar a las mujeres. En particular, los empleadores pueden preferir contratar o promover hombres en lugar de mujeres por culpa de las mayores licencias de maternidad femeninas  y de su menor edad de retiro. 

De otro lado, investigaciones recientes en países de la Ocde muestran varios efectos positivos cuando los padres también toman licencias para cuidar a sus pequeños. Estos padres tienden a ayudar en el largo plazo más en las tareas domésticas y de cuidado de los niños. En un país como Colombia, donde las mujeres dedican casi el triple de tiempo a actividades del hogar que los hombres, una política-como acotar la brecha en licencias de maternidad y paternidad-que ayude a igualar ese tablero, sería bienvenida. Los efectos de ese mayor rol paternal en los cuidados de los hijos tienen otros efectos duraderos. Sus hijos tienen mejores resultados cognitivos y emocionales; también tienen mejor salud. Adicionalmente, la satisfacción de vida y salud de esos padres es en promedio superior a la de aquellos que interactuaron menos con sus hijos. 

 Bienvenido el reciente incremento en la licencia de maternidad. Pero el debate futuro sobre los aumentos subsecuentes en esas licencias tiene que ser pensado en su integralidad. Las implicaciones financieras y los efectos sobre las brechas de género, tanto laborales como al interior del hogar, tienen que hacer parte de la discusión.

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