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Analistas 08/03/2012

El declive argentino

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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En días pasados circularon por los medios del mundo imágenes de un accidente ferroviario en Buenos Aires. El suceso dejó más de cincuenta muertos y cerca de 700 heridos. Los medios se ensalzaron con el mal estado de la red férrea y el pésimo servicio del sistema.

Varios pasajeros afirmaron que con frecuencia los conductores dormían en los trayectos. La presidenta Fernández se desgañitó asegurando que no descansaría hasta que no se hiciera justicia.

El desvencijado tren porteño al mando de un piloto dormido parece un símil del destino de la economía argentina tras décadas de declive. Algunos datos ilustran el punto. Hace 50 años, la economía argentina tenía cinco veces el tamaño de la colombiana. Recientemente, el ministro de Hacienda de Colombia, Juan Carlos Echeverry, afirmó que a la vuelta de un par de años el tamaño de la economía colombiana superará al argentino.

Hace cinco décadas, la economía argentina equivalía al 4,2% de la más grande del planeta, la de Estados Unidos. La colombiana no llegaba al 1%. Ahora las cifras son 2,5% y 2%, respectivamente. Dicho de otra manera, respecto a la economía de Estados Unidos la de Argentina prácticamente se redujo a la mitad, mientras la de Colombia se duplicó.

Décadas de pésimo manejo macroeconómico, altas tasas de inflación, varios episodios de repudio de la deuda gubernamental, inestabilidad política, entre otros, han pasado su factura. De hecho, el lento pero persistente declive no parece haber llegado a su fin. Por ejemplo, si bien el gobierno reporta desde hace tiempo tasas de inflación de un dígito, los analistas no creen en las cifras oficiales.

El portal www.inflacionverdadera.org que de manera independiente de las agencias del gobierno recoge precios de los productos en grandes cadenas y construye índices de precios, reporta que la inflación en Argentina bordea el 30%, cifra comprable a los peores registros de Colombia previos a la adopción de un Banco Central Independiente hace ya más de veinte años.

A esto se suman las recientes trabas cambiarias, un nuevo régimen de importaciones que restringe la entrada de bienes al país y la estatización de los fondos de pensiones-considerada por muchos como la confiscación de los ahorros de los argentinos.

Consistente con estas decisiones, las declaraciones del gobierno, por ejemplo las del vicepresidente Boudou, se han caracterizado por un creciente discurso anti-mercado libre, pro intervenciones estatales y críticas a los mercados financieros y las agencias calificadoras de riesgo (cabe decir que las agencias calificadores de riesgo como Standard & Poors tienen a Argentina con calificaciones cuatro escalones por debajo de Colombia).

Algunos analistas ya empiezan a comparar a Argentina con Venezuela y predicen que la combinación de las nuevas restricciones, con las confiscaciones y las altas tasas de inflación acabará generando un desabastecimiento como el que sufren los vecinos venezolanos. `Argenzuela` es la nueva palabra que proponen agreguemos a nuestro léxico.

Argenzuela es una economía con una locomotora vieja, desvencijada, que circula por carriles obsoletos y tiene al mando un conductor dormido; para ser precisos, un conductor que hiberna desde hace varias décadas.

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