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Analistas 28/01/2015

Desfibriladores monetarios

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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Enero de 2015 pasará con certeza a los anales de la historia monetaria del siglo XXI. Aún más, será difícil escribir la historia social, política e institucional de varios países europeos sin mirar con cuidado las reverberaciones de los acontecimientos monetarios recientes.

Los suizos fueron los primeros en sacudirse. Para tratar de entender su pirueta hay que contextualizarla. Entre 2005 y 2009 su tasa de cambio frente al euro rondó los 1,5 francos suizos. A medida que la crisis financiera internacional escaló a lo largo de 2009 la moneda suiza se convirtió en un refugio para inversionistas que no veían claro el panorama de otras divisas, que tradicionalmente les habían servido de guarida. Los recursos empezaron a fluir a la economía suiza y su moneda a ganar valor. A mediados de 2011, cuando la apreciación de la moneda frente al euro rondaba el 50%, el Banco Central Suizo dijo basta. Anunció que compraría todos los euros necesarios para asegurar que el franco no cayese por debajo de 1,2 CHF/EUR. Así, en un lustro, la autoridad monetaria acumuló reservas por un valor de más de US$400.000 millones. Aún así, con una política monetaria expansiva, la inflación suiza ha estado en terreno negativo en cuatro de los últimos cinco años. Por ello resultó sorprendente para los mercados que el Banco Suizo en días pasados hubiera anunciado que dejaría de defender el piso de su moneda frente al euro. En pocas horas, la moneda se apreció en 20% y la bolsa suiza acumula pérdidas en lo corrido del año de 8%. 

Es difícil entender la decisión del Banco. La tasa de cambio era tal vez el único instrumento de política monetaria expansiva que le quedaba toda vez que las tasas de intervención ya están en terreno negativo. Un temor infundado, como el que asaltó a Trichet en el Banco europeo en 2011, relacionado con un posible salto inflacionario impulsado por la abundancia de moneda local, parece ser parte de la razón. También parece haber influido que el euro se depreciará más tras los anuncios de Mario Draghi sobre relajamientos monetarios en Europa. Pero al final la ortodoxia monetaria suiza empeorará la deflación y empujará su economía a la recesión. Y pronto empezaremos a ver reverberaciones en otros países. Por ejemplo, varias naciones de Europa del Este como Polonia, Croacia y Hungría tenían abundantes créditos hipotecarios extendidos a sus ciudadanos en francos suizos. La abundancia de dicha moneda y la certeza-ahora rota-de que se mantendría su paridad frente al euro habían hecho de estos créditos un negocio boyante. Súbitamente, los deudores hipotecarios vieron como los saldos de sus obligaciones dieron un salto de 20%. En pocos meses sabremos si los deudores siguen pagando o si deciden dejar de hacerlo y se desata una crisis bancaria anclada a las hipotecas impagadas. 

Y por último, en el futuro habremos de recordar los días previos como aquellos en que el Banco Central Europeo finalmente, tras siete años de crisis, se desligó de la posición conservadora alemana, del guante de hierro del viejo Bundesbank, y aprobó un programa de relajamiento monetario que lo llevará a comprar activos públicos y privados en el mercado secundario por 60.000 millones de euros mensuales hasta abril de 2016. Draghi tuvo el valor de echar toda la carne al asador. Si servirá el plato de la salvación de euro o se chamuscará en el intento, lo sabremos pronto. Grecia y su nuevo gobierno de extrema izquierda serán los primeros en catar el menú. 

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