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Analistas 08/10/2015

Anclando con nylon y anzuelo

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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En la última reunión la junta directiva del Banco de la República subió la tasa de interés de manera unánime a 4,75%. Un aumento de 0,25 puntos tiene mínimos efectos sobre la economía y si ese fuera el fin de la historia haber hecho eso o no haber hecho nada habría sido equivalente. El Banrep explicó que lo había hecho como señal para contener las expectativas de inflación, para anclarlas. De nuevo, anclar las expectativas de inflación con ese incremento es como detener un barco lanzando un anzuelo prendido de un nylon.

La inflación en los últimos 12 meses ha aumentado más de dos puntos mientras que la tasa de intervención lo ha hecho en solo 0,25. Eso quiere decir que la tasa de intervención neta de la inflación contemporánea es ahora mucho más baja que hace un año. Si bien la comparación es imprecisa porque otras cosas han cambiado en el camino, lo cierto es que bajo esa métrica la tasa del Banrep impulsa más la demanda de la economía y la inflación que la que teníamos por esta época en 2014. Las expectativas de inflación no se van a contener con ese golpe. 

Para atajar la inflación de 2016 se requerirían sucesivos y fuertes incrementos en la tasa de interés en las próximas reuniones. Algunos le apuestan a que el Emisor seguirá esa ruta. Espero que estén equivocados. La naturaleza de las presiones inflacionarias de esta coyuntura es transitoria: el mal clima y la devaluación dejarán su impronta este año y el entrante. Luego, a menos que el clima empeore y tengamos nuevas rondas de devaluación, el cauce de la inflación retomará la senda apropiada. 

Ese proceso de retorno a la senda trazada se puede forzar con una política monetaria restrictiva pero el enfriamiento que produciría en 2016 sería fuerte e innecesario. No todo incremento de la inflación es un incendio que llame a sacar la manguera monetaria. La caricatura, que funciona bastante bien, es que la manguera se despliega cuando la inflación crece empujada por excesos de demanda. Si las presiones son de oferta como las actuales y la economía se está enfriando, la manguera termina apagando unas llamas que se habrían extinguido solas y a cambio deja los estragos de una inundación. 

Así, los 0,25 puntos adicionales de tasa de interés son una noticia inocua si el asunto para ahí o representan un pequeño trecho de ajustes hacia una postura más neutra, pero pueden resultar muy malas nuevas si señalan el primer paso de una carrera en la que perseguimos con la tasa de intervención la estela de la inflación de El Niño y la devaluación. Si estamos en este segundo mundo y el objetivo es encajonar en 3% la inflación de 2016, hay que ajustar a la baja todas las proyecciones de crecimiento económico y de empleo que teníamos. 

De paso esa sería una mala noticia para el déficit del gobierno. Las tasas altas encarecerían los nuevos créditos y el enfriamiento de la economía se pasaría al recaudo. Y las luces rojas del déficit externo empezarían a giran con mayor velocidad: si algo hemos aprendido de los apretones monetarios pasados en América Latina es que en el corto plazo deterioran la cuenta corriente y fortalecen la moneda. 

En las circunstancias actuales lo más apropiado es anclar el barco de la inflación con nylon y anzuelo. Si lanzamos un ancla de verdad con sus pesadas cadenas el freno llegará tanto a la inflación como a la economía y en las reverberaciones del frenón, los déficits gemelos se inflarán. Como dicen los niños: pido no. 
 

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