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Analistas 26/10/2015

Cuentas claras chocolate oscuro

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR
La República Más
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Las finanzas corporativas y las funciones de “controlling” en una empresa miden el desempeño de una administración por medio de indicadores como la tasa retorno sobre el capital invertido (tasa interna de retorno) o el retorno para el accionista por encima del costo del capital (valor presente neto). Todas estas mediciones tienen en común que la calidad del desempeño de la administración debe tener en cuenta no solo los resultados logrados sino también los recursos que utiliza para lograrlos.

Los resultados del gobierno Santos a nivel de crecimiento económico, aunque han sido buenos no han sido extraordinarios. Si bien en sus dos mandatos de gobierno el Producto Interno Bruto ha crecido un promedio de 4,8% anual por lo menos cuatro países de Latinoamérica (Ecuador, Uruguay, Paraguay y Perú) han tenido mejores crecimientos en el mismo período. En otras palabras Colombia ha tenido crecimientos económicos promedio comparado con sus pares, ayudado en gran parte por el auge temporal en los precios en bienes básicos. Este auge ya llegó a su fin.

Por el lado del fondeo de los recursos del sector público, la tasa de tributación en Colombia según el Banco Mundial es la cuarta más alta del mundo con 75,4% de las utilidades. Con esta tasa el gobierno extrae de las empresas más de las tres cuartas partes de lo que producen para sus socios o de los recursos que tienen disponibles para reinvertir. Absurdo sería pensar que bajo estas circunstancias las empresas con operaciones en Colombia pueden generar más recursos para el Estado dado que después de pagar los impuestos les queda poco dinero para generar crecimiento.

Además de extraer la mayoría de los recursos del sector empresarial, el gobierno central ha tenido que echar mano de recursos adicionales por medio de un incremento sin igual de su deuda. El saldo de la deuda bruta del Gobierno Nacional, expresada en pesos, pasó de $249,3 billones a $310,2 billones entre diciembre de 2013 y junio de 2015 (segundo periodo del gobierno Santos), lo cual representa un aumento anual nominal de 15,4%. En su primer período, de diciembre 2009 a diciembre 2013 la deuda bruta del gobierno nacional pasó de $185,3 billones a $249,3 billones, un incremento anual nominal de tan solo 7,7%. Es claro que la devaluación del peso colombiano ha tenido un efecto significativo en el incremento de la deuda externa. Sin embargo, dado que los ingresos del gobierno están determinados en gran parte en pesos colombianos, es responsabilidad del mismo limitar los riesgos de tasa de cambio.

La preocupación mayor en este campo es que, además de ya haber subido las tasas de tributación de las empresas a niveles superlativos y haber aumentado la deuda como porcentaje del PIB del 38,7% a 42,6% a lo largo de los dos mandatos del gobierno actual, el presupuesto de la nación no ha servido para construir las obras de infraestructura o generar actividad empresarial por encima de lo promedio, sino para cubrir los incrementos en gastos de funcionamiento del Estado sin beneficios claros para la población.

Bajo estas circunstancias la pregunta que salta a la vista es de donde saldrán los fondos para financiar la paz. Un empresario en estas circunstancias no aumentaría la deuda ni los impuestos sino que buscaría un funcionamiento más liviano del Estado con criterios de eficiencia. Lo demás no es operar mejor, es gastar más para lograr más. Y eso no es sostenible en el tiempo, si no pregúntenle a los argentinos y los venezolanos.
 

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