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Desde hace algunos años, el sistema de salud colombiano viene dando pasos hacia el reajuste de la carta de navegación del sector; y sin duda, 2021 será un año determinante que pondrá a prueba su capacidad de coordinación, autorregulación y gestión territorial para cerrar el paréntesis que hasta el momento ha dejado la pandemia.
En ese sentido, se espera que el panorama regulatorio y la agenda pública del sector esté marcada por iniciativas como adelantar la reforma al sistema de salud, que deberá ser repensada a la luz de las nuevas problemáticas que ha dejado la coyuntura; cerrar brechas de desigualdad y fortalecer la atención en los lugares más alejados donde los entes territoriales serán estratégicos para el fortalecimiento de las capacidades de respuesta en los territorios; revisar el avance en la reglamentación de la Ley 1419 de 2010 para afrontar las barreras de conectividad y llevar a cabo la telemedicina de manera segura, confiable, con eficiencia y cercana al paciente; el incremento del desarrollo científico e investigativo para la vigilancia epidemiológica y para producir nuevos tratamientos y vacunas en el país, dando así una mejor respuesta a las contingencias; el diseño y ejecución de nuevos mecanismos de vigilancia y control del presupuesto para operar, y una mayor relevancia de los pacientes como núcleo del sistema, en el que las instituciones tendrán que adaptarse a sus necesidades.
Está claro que el sector enfrentará una situación retadora en la que la industria farmacéutica tendrá un rol clave que desempeñar que va desde el aporte de su visión técnica, hasta su participación en los debates públicos y el impulso de políticas encaminadas a solucionar los desafíos del futuro inmediato.
Una de estas oportunidades tiene que ver con la posibilidad de participar en el diseño de estrategias de acción colectiva para colaborar, de manera activa y propositiva, en la actualización de la política farmacéutica. No hay que olvidar que, en las bases del Plan Nacional de Desarrollo, quedó consignada la necesidad de actualizar la Política Farmacéutica Nacional a cargo del Ministerio de Salud, y que su relevancia se hizo aún más evidente con el paso del covid-19.
Otro punto para considerar por la industria farmacéutica está relacionado con el vencimiento del Plan Decenal de Salud Pública, el Plan Decenal para el Control del Cáncer y la Ley Sandra Ceballos que cumplen 10 años de aprobados. El 2021 será un año de definiciones para el cáncer, pues marcará la hoja de ruta para la atención de esta patología considerando la inclusión de mejores prácticas preventivas, mayor acceso a diagnósticos oportunos y desarrollo de nuevas tecnologías que ponga en valor criterios como la perspectiva del paciente y su cuidador; universalidad; disponibilidad, y equidad en la atención. Bajo ese contexto, la industria farmacéutica podrá aportar a la conversación y al debate de los planes de salud pública.
Por otro lado, y entendiendo que se aproxima una actualización del proceso de referenciación internacional del precio de medicamentos, para que el sistema genere nuevos ahorros y pueda sanear el déficit que ha dejado la pandemia en las finanzas del Gobierno, así como posibles cambios en las estrategias de negociación respecto a la compra de medicamentos, la industria tendrá la posibilidad de estrechar lazos de confianza y ponerse del mismo lado en aquellos asuntos en los que aún exista distancia.
Está claro que los cambios venideros abren importantes ventanas de oportunidad para el sector farmacéutico; la clave estará en apoderarse de su papel, reforzar la expresión de su compromiso con la sociedad y con el cumplimiento de las metas institucionales y asumir un rol activo que les permita aportar al fortalecimiento del sistema de salud del país.