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Analistas 23/12/2023

¡Este barco ya no flota!

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Ganadero, Abogado y Economista Agrícola
Luis Guillermo Echeverri Vélez

Como vamos este barco ya no flota. Sólo queda la esperanza de que los alcaldes se subleven, sean buenos marineros, y salven a Colombia.

Para el año venidero sólo veo una dura, compleja y sangrienta tragedia humana en los campos y en las barriadas de las ciudades. La inseguridad crece tanto como el desespero de los indefensos y no veo la determinación de ponernos todos a achicar el torrente de aguas negras que ya sobrepasa la línea de flotación.

En las regiones hay desespero por abusos de toda índole que están ya traspasando los retenes de las urbes donde cada vez son más los desprotegidos, más notorios los agresores, y más seguros están los delincuentes pues la ilegalidad está avalada por una gran inoperatividad de la protección policial y la justicia.

La democracia no puede existir bajo la limitación forzada del entendimiento y la libertad de expresión que conduce a cercenar la libertad física y económica de las personas. A la vez, es lamentable cómo las portadas amarillistas de los medios y las imágenes de redes sociales sólo les inyectan hoy más insensibilidad social a las naciones.

Cerramos mal el año y el que viene pinta peor. ¿Es la legalización de las organizaciones criminales y sus milicias, el pago del gobierno de turno a criminales de lesa humanidad y narcoterroristas que dictan clase de moral en el congreso, inculpando personas honorables?

Por todo el territorio se movilizan blindados, miles de Pablos Escobares, de narcos que instrumentalizan a nuestros jóvenes, gracias a un gobierno lleno de déspota indiferencia que justifica el vicio envenenando la juventud a cuenta del pleno ejercicio del libertinaje.

Se cocina a fuego alto una tóxica receta sociológica programada para fritar el intelecto humano, encabezada por la criminal desnutrición infantil, seguida de la permisividad y la promoción de la drogadicción como enfermedad física y mental; mientras toda la nación es sometida al exterminio de los sistemas de salud, seguridad ciudadana, seguridad alimentaria, jurídica, económica, laboral y pensional.

Aquí, la fuerza pública está acobardada, sin moral y camino a la pérdida total de su integridad, su orgullo patrio, su vocación y su mística de servir, viendo que sus superiores se venden por cuatro perras. De la justicia no hablo más porque no hay duda de que tiene precio y hace rato cambió la conciencia por la coima ideológica.

Los gremios se volvieron unas sillas musicales para adular pírricos egos de ex burócratas que jamás pagaron nómina y cuya representatividad es totalmente figurativa. La iglesia simplemente aplaude y bendice todo al mejor estilo de los Dominicos precursores de la excusa comunista en este mundo.

Quien tiene desespero y no puede huir, ve cómo se desmorona día a día el valor del esfuerzo de toda una vida, al sentir que esta ya no es la patria amada y añorada para sus hijos y sus nietos. Hoy un privilegiado ya no es el que pone su capital a riesgo para dar trabajo, es el que puede emprender vuelo y migra para someter sus ahorros a que se dividan por la tasa de cambio en el lugar de destino.

Solo el que sale desterrado por la violencia sabe lo duro que es el éxodo y lo que significa para el país la pérdida de talento y capital humano, algo que supera la imparable y desbocada fuga de capitales líquidos y de la inversión extranjera productiva.

Cada día llega más dinero caliente al país, con la aquiescencia del gobernante que no entiende su poder corruptor político y su capacidad exponencial para multiplicar inequidad y desigualdad socioeconómica.

Las democracias no resisten déspotas, megalómanos, dementes, resentido e ineptos llenos de complejos, mientras los ciudadanos impávidos observamos la novela del pacto diabólico, pues parecemos vacunados con total indiferencia.

La identidad de la nacionalidad y el amor patrio están siendo perseguidos por el fantasma tétrico de la migración legalizada que encubre lo más inhumano que ha conocido la patria: Peajes órganos, cuerpos y vidas, que se cambian por una ilusión de ser conducidos por el desfiladero del Darién y Centroamérica, a un utópico e inalcanzable sueño americano.

Se promueve todo lo ilícito y hasta se ignora que cuando un kilo de cocaína se vende una sola vez, la esclavitud sexual se vende diez o quince veces por día mientras dure la existencia.

El Gobierno, habla de vida y cambio climático, pero permite la destrucción las fuentes hídricas, la biodiversidad y el ecosistema andino-amazónico mientras destruye la sostenibilidad del sector minero energético que es la única forma de pagar el costo de la transición energética.

En materia económica estamos volando invertidos y en contra de la ley de la gravedad, vamos en modo autodestructivo ante la evidencia de que ya se nos pasó a nuestro terreno y a nuestra propia casa el incendio social, político y económico venezolano lleno de miseria humana e iniciado por los pirómanos cubanos que también envenenaron de narco comunismo nuestro pacto social.

No es exagerado ver como la desvergüenza del gobernante supera la embustera maldad de un obrar neo estalinista, pero enmarcado en absoluta indisciplina y degeneración personal.

El impacto económico para una nación, de un Estado gobernado autocráticamente por una figura demencial y destructiva, no es diferente al de un capitán drogado por opio que confundió las olas con el arrecife en el cual estrella sin piedad el barco que representa todo nuestro aparato institucional.

Las cifras corroboran todo lo aquí dicho y sobra enumerarlas, pues en este caso se fracturaron todos los elementos esenciales del funcionamiento legal, ético, social, político y económico que mantienen a flote una democracia.

Hoy vemos salir de todos los rincones y tapaderas miles de ratas, serpientes y roedores que antes estaban escondidos, como señal inequívoca de que está nave ya no puede seguir a flote.

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