Colombia una nave a la deriva sin garantías democráticas

“La salud de las democracias, cualesquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario. Sin el apoyo de un auténtico sufragio las instituciones democráticas están en el aire”. José Ortega y Gasset “La rebelión de las masas”.

La lógica dicta que primero se define el qué, luego el cómo y después con quién. Como están las cosas la caseta colombiana en la cual se dice habrá una elección en 2026, está invadida por una bandada de micos dañinos dedicados a desentejarla. Mientras no bajemos al mico y su banda destructora del tejado, no habrá cómo hacer unas elecciones limpias bajo el techo democrático que demanda una elección transparente y con reglas claras y predefinidas que garanticen unos comicios que transcurran en normalidad.

La representación de todas las organizaciones subversivas narcoterroristas y de un narcocomunismo o socialismo SSXXI disfrazado de izquierda democrática no es garantía de nada en materia de gobernabilidad y menos de un proceso electoral en democracia.

Bajo esas premisas no existe posibilidad de ganar unas elecciones en 2026 en favor del Estado de derecho, de la legalidad y todas las ideologías que favorecen el sistema de libertades sociales, económicas y de mercado dentro del péndulo natural de las democracias, descartados los extremos que medran en la misma canoa y terminan inexorablemente en sistemas autocráticos y autoritarios que rompen al equilibrio de poderes, relegan y controlan los sistemas judicial y parlamentario.

Estamos en un gancho ciego, mientras aquí las fortunas realmente grandes, tanto las bien habidas como las ilegitimas salen con facilidad del país como las aves migratorias, hay que tener en cuenta que somos un país de pequeños y medianos empresarios, donde todos los negocios empezaron en pequeña escala y fueron creciendo con el desarrollo del país en la medida en que la economía se los posibilitó. Y esos empresarios no podemos irnos del país, ni llevarnos los bienes productivos en una maleta y menos cargar con inventarios, tierra, propiedades o los animales e irnos errantes a buscar mejor futuro.

Entonces si el país empresarial logró pasar en 2020 una pandemia y pudo navegar los tres meses en los que Petro, Bolívar y sus aliados violentos y criminales pararon el país en 2021, esto no va a encontrar una verdadera solución con garantías democráticas hasta tanto no salga el dictador y su cleptocracia del gobierno, y no se nombre una junta de notables que cree las condiciones necesarias para que el país tenga una elección normal, transparente, limpia, democrática y que garantice una contienda en la que nadie tenga que temer por su vida y competir en las urnas contra quienes estén respaldados por las armas, el dinero sucio del narcoterrorismo y por un gobernante aliado con toda la criminalidad y con los sistemas dictatoriales del SSXXI.

Si el país al igual que pasó en 1957 no para en seco y cambia al demente que conduce el destino de la nación, las probabilidades del Estado de Derecho y la democracia colombiana son totalmente nulas, y seguiremos como Venezuela controlados bajo una falsa democracia. Hoy somos una nación secuestrada en una nave a la deriva, sin garantías democráticas de ninguna naturaleza.